Como en el primer día de clases en la vida de sus hijos, hoy los padres de familia los dejaron en la escuela; con despedidas que parecían interminables, sin quitarles la vista hasta que los vieron entrar a sus salones, apiñados afuera de la tejas o cualquier orificio por donde pudiera verse al interior del plantel.
Tras el terremoto del pasado martes 19, y el temblor del sábado 23, este último aunque fue imperceptible el sólo hecho de haber sonado la alarma sísmica causó miedo, apartarse padres e hijos fue difícil para ellos.
En la secundaria diurna 263 «Deporte para todos», donde se espera la visita del secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, los abrazos y besos entre padres e hijos eran interminables.
Se despedían con una mezcla de angustia y nostalgia, con miedo a no verse más, recordando quizá lo ocurrido en el Colegio Enrique Rébsamen.
Ni siquiera la presencia de los equipos de televisión y las camionetas de transmisión remota, que esperaban a Nuño Mayer, distrajo a los padres de familia de su principal objetivo: sus hijos.
Como nunca, los alumnos de secundaria que por lo regular evitan ya ser vistos con sus padres, está vez dejaron atrás lo típico de su edad y abrazaron y besaron a mamá o papá como si fuera su primer día de preescolar.