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Diputados analizan penas para castigar delito de extorsión

La Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados, analiza una iniciativa que reforma los artículos de la Ley Federal Contra la Delincuencia Organizada y el Código Penal Federal, con el objetivo de sancionar de cinco a ocho años de prisión, así como de 300 a 500 días de multa a quienes cometan el delito de extorsión.

De acuerdo a la iniciativa, se establece que este delito se comete lo comete quien mediante amenazas de causar un daño físico, usando armas o instrumentos peligrosos o equipos de comunicación móvil, o cualquier otra forma de extorsión, “obligue a otro a dar alguna cantidad de dinero para evitar un perjuicio, con que se coacciona un provecho indebido para sí o para otra persona”.
Al respecto, el diputado del PRI, Ricardo Taja sostuvo que este delito ocupa el segundo lugar entre los primeros 10 con mayor incidencia, pues tan sólo en el 2016 se cometieron 31.1 millones de estas acciones, que generaron una pérdida económica estimada en mil 104 millones de pesos.

Asimismo indicó que, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Pública (ENVIPE), que anualmente realiza el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el ilícito tiene una ocurrencia de ocho mil 945 casos por cada 100 mil habitantes.

La ENVIPE también refiere que el 95.6 por ciento de las extorsiones se realizó por vía telefónica, lo que vincula, dijo, a la delincuencia organizada en muchos de los casos a los centros penitenciarios.

Ante el incremento en dicha conducta delictiva, Taja Ramírez, consideró necesario reformar los ordenamientos que se encargan de tipificar el ilícito, adecuándolo a las actuales circunstancias.

El legislador refirió que de ser aprobada su propuesta, se logrará inhibir la extorsión en cualquiera de sus modalidades, pues se impulsa que la autoridad judicial cuente con mayores elementos de juicio al momento de establecer la sanción.

Juárez

Crece la indignación: rechazan nuevo muro fronterizo entre México y EU

Ciudad Juárez.– Con maquinaria pesada, barras de acero de más de 30 metros de altura y bajo un operativo federal acelerado, el gobierno de Estados Unidos inició esta semana la construcción de un nuevo muro secundario en la frontera con México, en el tramo que conecta Nuevo México con Ciudad Juárez. La medida, que forma parte de un ambicioso plan impulsado por el presidente Donald Trump, ha generado fuerte rechazo en ambos lados de la frontera.

El padre Javier Calvillo, párroco de la comunidad Mater Dolorosa y defensor de los derechos de los migrantes, cuestionó la lógica de un país “construido por migrantes” que ahora decide levantar más barreras. “Por mucho que pongas buenos muros, púas o las bolas esas, nunca vas a poder detener la migración. El migrante siempre encontrará el camino”, sentenció.

El muro, de 11 kilómetros de largo y con una estructura paralela a la ya existente, forma parte de una serie de refuerzos fronterizos en puntos estratégicos como San Diego, Yuma, Tucson, El Paso y el Valle del Río Grande. Según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), más de 137 kilómetros de muro están en construcción o en fase de planeación, todo bajo un ritmo acelerado desde que Trump asumió su segundo mandato en enero.

Calvillo advirtió que este tipo de políticas no frenan el flujo migratorio, sino que lo desvían hacia rutas más peligrosas y mortales. Además, denunció el incremento de redadas migratorias en California, que no respetan ni templos ni hospitales, calificándolas como una “flagrante violación a los derechos humanos”.

En respuesta a esta ofensiva antimigrante, la Iglesia Católica se prepara para conmemorar la 110 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado con un llamado claro: “Construyamos puentes, no muros”. El sacerdote destacó que Estados Unidos ha sido históricamente uno de los países que más se ha beneficiado del trabajo de los migrantes, tanto en el campo como en la construcción y servicios, por lo que pidió a las naciones abrirse a “la riqueza humana, económica y laboral” que representan.

El nuevo muro llega acompañado de un presupuesto récord: más de 46 mil millones de dólares destinados a seguridad fronteriza, triplicando lo invertido durante el primer mandato de Trump. Una cifra que para muchos simboliza no seguridad, sino división.

El debate sobre la migración en América del Norte vuelve a encenderse, mientras miles de personas siguen apostando su vida por cruzar una frontera que, ladrillo tras ladrillo, se vuelve más hostil.

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