Un estudio estadounidense señala que la afectación del ciclo de sueño y vigilia podría constituir un signo temprano de la enfermedad de Alzheimer.
La investigación de la facultad de medicina de la Universidad de Washington en St. Louis señala que la afectación del ritmo circadiano ocurre mucho más temprano en las personas cuya memoria está intacta, pero cuyas tomografías de cerebro muestran evidencia temprana y preclínica de Alzheimer.
Las conclusiones, publicadas hoy en la revista JAMA Neurology, podría ayudar a los médicos a identificar a las personas en situación de riesgo de presentar Alzheimer con más anticipación que ahora debido a que enfermedad de Alzheimer puede empezar a dañar el cerebro entre 15 y 20 años antes de que aparezcan los síntomas clínicos.
«No es que las personas del estudio estuvieran privadas de sueño», dijo el principal autor del estudio Erik S. Musiek, profesor adjunto de neurología. «Sino que su sueño tendió a ser fragmentado. Dormir ocho horas durante la noche es muy diferente de dormir ocho horas en periodos de una hora durante siestas diurnas».
Los investigadores también realizaron un estudio separado en ratones que será publicado el 30 de enero en la revista The Journal of Experimental Medicine, una revista de medicina experimental. El estudio muestra que afectaciones circadianas similares aceleran el desarrollo de placas amiloideas en el cerebro, las cuales está vinculadas con la enfermedad de Alzheimer.
Estudios previos realizados en la Universidad de Washington en seres humanos y animales encontraron que los niveles amiloideos fluctúan de manera predecible durante el día y la noche. Los niveles amiloideos aumentan cuando el sueño es afectado o cuando las personas no duermen lo suficiente, se indicó en la investigación de uno de los autores importantes del estudio, Yo-El Ju, profesor adjunto de neurología.
«En este nuevo estudio encontramos que las personas con enfermedad de Alzheimer preclínica tienen una mayor fragmentación en sus patrones de actividad circadiana con más periodos de inactividad o sueño durante el día y más periodos de actividad en la noche», dijo Ju.
El estudio muestra que los sujetos que experimentan periodos de actividad y de descanso cortos durante el día y la noche tienen más probabilidades de presentar evidencia de acumulación amiloidea en el cerebro.
Ambos investigadores dijeron que es demasiado pronto para responder a la pregunta de qué fue primero el huevo o la gallina, si ritmos circadianos afectados ponen a las personas en situación de riesgo de presentar la enfermedad de Alzheimer o si los cambios en el cerebro relacionados con el Alzheimer son los que afectan los ritmos circadianos.
«En todo caso, estas afectaciones en los ritmos circadianos pueden servir como biomarcadores para la enfermedad preclínica», dijo Ju.
«Queremos estudiar de nuevo a estos sujetos en el futuro para saber más sobre si sus problemas de sueño y de ritmo circadiano pueden conducir a un mayor riesgo de Alzheimer o si los cambios en el cerebro por la enfermedad de Alzheimer pueden generar problemas en el ciclo de sueño y vigilia y en el ritmo circadiano».