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Opinión

Precampañas 2018: Fotografía de la inmadurez electoral en México

“Cuando se alza un poder ilegítimo, para legitimarlo basta reconocerlo”

Carlos Toulet Medina

 

Me levanté el lunes pasado comulgando con una declaración anterior de El Bronco, refiriéndose “ventajosamente” al recurso público (monetario y no) destinado a los precandidatos de partidos políticos para el proceso electoral de este año.
Lo recordé y refiero ya que, al finalizar el nefasto periodo de precampañas, la conclusión de su servidor después de escuchar y analizar las estrategias de los 3 que juegan al momento, la ideología es -y muy seguramente seguirá siendo- el gran ausente en la mesa de argumentos que construyen el criterio del electorado.
Traigo varias horas de nomás no hallarme…
Y es que los componentes ideológicos de nuestro sistema electoral se gestionan en negociaciones políticas que privilegian a unos pocos -los de siempre- y se someten a expectativas de falsos triunfos.
¿A qué me refiero?
A que estaría bueno entender si en verdad los 3 “precandidatos” formales y próximos candidatos a la Presidencia de la República, son de verdad favorecidos por el conocimiento, entendimiento y sentir de la población en México.
Pretender que esos tres personajes engloban el sentir ideológico del pueblo mexicano es muy mezquino.
Más complicado e incomprensible es entenderlo cuando según la progresía millennial, existen incentivos para la división de opiniones tales como: seguridad; desigualdad; corrupción; segmentación social; rezago cultural; equidad de género; racismo; entre muchos otros.
Antecedentes negativos ante estos conceptos, los 3 tienen. Las propuestas oportunistas ante ellos están a la orden del día -y con errores graves-.
No existe a mi gusto y dentro de estos 3, una figura que dignifique la política actual y que, en su perfil, más allá de su discurso, llame a la unidad y consenso en temas prioritarios.

Rebasar por la derecha se empieza hacer costumbre. Lo radical y contradictorio de las propuestas y visiones expuestas al momento, son por demás mustias y no ayudan a mitigar la falta de criterio del electorado.
Sin criterio, un elector define su voto influenciado más por aspectos de carácter emocional que por aquellos de naturaleza racional. Las ideas con fondo y forma no permean como debieran en la sociedad.
Hoy encontramos que la mayoría de los constructores de opinión, disfrazados de objetividad y con una notoria hemiplejia moral, llaman a la sociedad a construir este criterio -a favor o en contra- de los contendientes a la presidencia, sin entender que el debate político y la oferta marquetera no alimenta experiencias, sino productos.
Hoy se ignora y desestima con falsa rigurosidad intelectual y ética, el trabajo de quienes SI, durante meses de estudio y análisis, desmenuzan los problemas del país para proponer políticas públicas que beneficiarían al país. Se les pone por debajo de posturas electoreras baratas e intrascendentes buscando adquirir aceptación social.
Al cliente lo que pida, así está el mercado.
Entonces la crítica de que los procesos electorales transcurren ayunos de ideologías fuertes tiene su fundamento en la premisa de que el electorado obtiene lo que merece.
Para revertir esa realidad y alcanzar el objetivo de un voto mayoritariamente racional y de verdad útil, se requiere de una importante inversión del Estado para mejorar nuestra incipiente cultura política y cívica, acompañado por un esfuerzo para mejorar la calidad de nuestro modelo educativo, porque, aunque todos estamos expuestos a ser manipulados emocionalmente, lo cierto es que esa posibilidad aumenta cuanto mayor es el vacío educativo del ciudadano.
Ojalá y la razón nos adopte un día como país. Ojalá algún día rompamos las estúpidas barreras mentales y todo aquello de lo que somos presos. En ese momento la inercia pondrá en las boletas a los verdaderos merecedores del voto y a quienes, en conjunto, podamos arropar en un proyecto de país y un gobierno incluyente.
Como sociedad somos corresponsables, pero no se nos pueden pedir madurez electoral. Me gustaría imaginar que nosotros también estemos hartos de seguir siendo incrédulos e irresponsables con el voto.

Opinión

Faroleando. Por Raúl Saucedo

Bluf entre discursos

El póker y la geopolítica comparten una característica esencial: el arte del engaño. En ambos, el «bluf» (la capacidad de proyectar una imagen de fuerza o determinación que no se corresponde con la realidad) puede ser una herramienta poderosa para obtener ventajas.
Los líderes mundiales, al igual que los jugadores de póker experimentados, recurren al «bluf» para mejorar sus posiciones estratégicas, económicas e incluso militares.
Un ejemplo clásico es la Crisis de los Misiles de Cuba en 1962. Tanto John F. Kennedy (USA) como Nikita Khrushchev (URSSS) utilizaron el «bluf» para presionar al otro. Kennedy, al imponer un bloqueo naval a Cuba, proyectó una imagen de firmeza dispuesta a llegar a la guerra. Khrushchev, por su parte, faroleó con la capacidad nuclear soviética, amenazando con una respuesta devastadora. En realidad, ambos líderes buscaban evitar un conflicto nuclear, pero el «bluf» les permitió llegar a un acuerdo que satisfizo, al menos en parte, sus intereses.
El «bluf» no se limita a situaciones de crisis. En el ámbito económico, los países pueden utilizarlo para obtener mejores condiciones en negociaciones comerciales. Un gobierno puede amenazar con imponer aranceles a productos extranjeros, a sabiendas de que dicha medida perjudicaría también a su propia economía. Sin embargo, la amenaza, si se percibe como creíble, puede ser suficiente para que el otro país ceda en sus demandas.
En el ámbito militar, el «bluf» puede consistir en exagerar la capacidad bélica propia o minimizar las debilidades. Un país puede realizar demostraciones de fuerza (desfiles militares, pruebas de misiles) con el objetivo de disuadir a potenciales adversarios. Esta estrategia, conocida como «disuasión por el miedo», se basa en la idea de que un enemigo percibido como poderoso será menos propenso a atacar.
Sin embargo, el «bluf» es una herramienta arriesgada. Si se descubre el engaño, la credibilidad del líder o del país puede verse gravemente dañada. Un «bluf» fallido puede incluso provocar el efecto contrario al deseado, incentivando al adversario a actuar de forma más agresiva.
En la era de la información, el «bluf» se vuelve aún más complejo. La proliferación de medios de comunicación y redes sociales dificulta controlar la narrativa. Un «bluf» puede ser rápidamente desmentido por periodistas, analistas o incluso ciudadanos con acceso a información.
A pesar de los riesgos, el «bluf» seguirá siendo una herramienta fundamental en la geopolítica. En un mundo donde la información es poder, la capacidad de manipular la

percepción de la realidad puede ser la clave para alcanzar los objetivos de una nación. Los líderes mundiales, como jugadores de póker con las cartas boca abajo, continuarán faroleando en el escenario mundial, buscando obtener la mejor mano posible para sus países.
La aportación de esta semana viene a colación de los últimos acontecimientos de la semana donde las declaraciones del próximo presidente de USA ha causado que el bluf internacional crezca con fines de negociación tanto económicos como militares.
A 5 semanas de que acabe el año y el próximo 20 de enero a la vuelta de la esquina, el Faroleo en el poker internacional está subiendo las apuestas, mientras tanto los jueves de flamenquito aligeran la incertidumbre de lo que viene.

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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