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Hija de Steve Jobs cuenta que su padre la obligaba a ver escenas sexuales con su madrastra

Lisa Brennan-Jobs, la hija mayor del cofundador de Apple, Steve Jobs, continúa generando polémica al revelar los recuerdos sobre su famoso padre, los mismos que ha recopilado en un nuevo libro, y que han sorprendido a más de uno. Esta vez, la periodista de 40 años reveló algunos fragmentos de su escrito en los que asegura que su padre la obligaba a estar presente durante las escenas íntimas entre él y su madrastra, cuando ella tenía 9 años.

En una entrevista con The New York Times, Lisa contó que Jobs besaba y acariciaba a su nueva esposa en el pecho, y al mismo tiempo le prohibía a su hija que saliera de la habitación. Como resultado, la menor se veía obligada a permanecer en el lugar y mirar para otro lado.

«Quédate aquí, tenemos un momento familiar, es importante que intentes formar parte de esta familia», eran las palabras de su padre, según Lisa Brennan.

Pese a la actitud enfermiza de Jobs, Lisa afirma que su padre nunca mostró intenciones sexuales hacia ella. Asimismo, la madre de la periodista, Chrisann Brennan, contó que Jobs solía ridiculizar las relaciones amorosas de su hija y bromeaba sobre temas sexuales.

Brennan cuenta también que su padre nunca le daba dinero extra, sin embargo, ahora entiende que trataba de enseñarle que el dinero la podía arruinar.

La hija del genio de Silicon Valley recordó también otra anécdota de los últimos momentos de su padre y relató que en su lecho de muerte, Steve Jobs le dijo que olía a inodoro.

MIRA TAMBIÉN: ¿Por qué Steve Jobs no dejaba que sus hijos usen un Ipad?

Durante años, Jobs negó la paternidad de su hija Lisa Brennan-Jobs, y, hasta los 7 años, Chrisann crio a su hija como madre soltera viviendo de los servicios sociales y trabajos ocasionales. En su herencia, Jobs le dejó a Lissa varios millones de dólares, dinero que ella ha utilizado para ayudar a mantener a su madre.

Agencias

Resto del mundo

«Alligator Alcatraz»: El polémico centro de detención rodeado de caimanes que divide a Florida

Florida ha establecido una controvertida instalación de detención migratoria en los pantanos de los Everglades, a menos de 50 millas del resort de Donald Trump en Miami. La propiedad, apodada «Alligator Alcatraz» por funcionarios estatales, fue construida en días transformando el aeropuerto Dade-Collier Training and Transition en una ciudad temporal de carpas con capacidad para albergar hasta 3,000 migrantes.

El gobernador Ron DeSantis adoptó el apodo acuñado por su fiscal general, argumentando que la ubicación ofrece seguridad natural. «Claramente desde una perspectiva de seguridad, si alguien escapa, hay muchos caimanes con los que tendrá que lidiar. Nadie va a ninguna parte una vez que haga eso», declaró DeSantis durante una conferencia de prensa.

La instalación funciona como un centro completamente autónomo, con migrantes alojados en remolques de FEMA reacondicionados y estructuras temporales similares a las utilizadas para víctimas de desastres naturales. Los servicios básicos como agua, alcantarillado y electricidad son proporcionados por equipos móviles, mientras que grandes unidades portátiles de aire acondicionado intentan combatir las temperaturas que superan los 90 grados Fahrenheit.

Representantes del Congreso que visitaron la facilidad reportaron condiciones alarmantes, describiendo a cientos de migrantes confinados en jaulas bajo calor sofocante, infestaciones de insectos y comidas escasas. «Están esencialmente empacados en jaulas, humanos pared a pared, 32 detenidos por jaula», declaró la representante Debbie Wasserman Schultz tras su recorrido.

La operación anual de «Alligator Alcatraz» costará 450 millones de dólares, según funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional. Florida cubrirá inicialmente los costos y luego solicitará reembolsos a través de FEMA y el Departamento de Seguridad Nacional. No olvides visitar Segundo a Segundo Noticias de Chihuahua, México y el Mundo.

El proyecto enfrenta oposición de activistas por los derechos de los inmigrantes, ambientalistas y miembros de la comunidad indígena Miccosukee, quienes consideran la instalación una amenaza a sus tierras sagradas y al delicado ecosistema de los Everglades. La controversia se intensifica por estar ubicada cerca de la fuente principal de agua potable para ocho millones de habitantes del sur de Florida.

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