El deambular es interminable, algunos desde Atlixco, Puebla, otros desde Iztapalapa y unos más desde San Juan del Río, Querétaro, llegan cada año a la Basílica de Guadalupe, la mayoría movidos por la fe, que les hace olvidarse del cansancio que provoca caminar días y horas, con apenas un descanso en las noches para dormir un poco.
Francisca viene desde Atlixco, Puebla, e hizo tres días de peregrinación. Sin embargo llega contenta al santuario mariano, acompañada por una joven pareja de vecinos, apoyada en un palo que le sirve como bastón, porque aunque su fe la empuja, sus piernas y pies, sólo los mueve la voluntad de ver de frente a la Virgen de Guadalupe.
Una tradición
Llegaron a la capital del país, comenta, desde anoche y hoy en la mañana emprendieron la caminata para arribar a las 13:00 horas a la Calzada de Guadalupe, donde de frente se ve imponente la basílica antigua, aunque a su lado está la nueva, la que recibe a miles y millones de caminantes que se persignan y rezan cuando pasan al frente de la Guadalupana.
Comparte que como ya es tradición vienen cada año a visitar a la “virgencita” de Guadalupe, a quien le dan las gracias por brindarles vida, salud y bienestar a todos los miembros de su familia y ayudarles a salir de problemas y de enfermedades que les han pegado duro este año.
El primer día llegaron a Paso de Cortés, el segundo a Chalco y el último a la Ciudad de México. “La devoción no quita lo pesado de caminar por tres días”, señala, al momento de subir las escaleras, con mucho trabajo.
Pero no se queja, dice, porque todo el camino se puede admirar el paisaje que nos da el creador, y lo más importante es que venimos a ver a la madre de Dios y cualquier favor que le pedimos ella nos lo concede.
La mayoría viene de pie
El ambiente es festivo, la mayoría viene de pie, pero no faltan aquellos que quieren dejar patente su penitencia en agradecimiento a un milagro.
Tal es el caso de Manuel, quien desde Atlixco carga a sus espaldas una Virgen de Guadalupe que pesa cinco kilos y además, quiso avanzar el último tramo de rodillas, acompañado de su hermano.
Comenta que desde hace siete años asiste a la Basílica de Guadalupe, pero esta es la primera vez que se vino a pie y quiso terminar de rodillas su peregrinación para pedirle a la Virgen por la salud de su padre, quien pierde la vista.
Desde Iztapalapa y acompañada de su marido e hijos, viene Margarita Alonso, a quien no le importó hacer siete horas de trayecto y salir muy temprano de su casa en Santa María Ixtahuacán para llegar hasta acá.
“Venimos a pedirle perdón”
“Venimos a pedirle perdón, por todos los pecados que cometemos todo el año”, comparte Alonso, quien desde hace 13 años, primero con sus padres, y después acompañada por su familia, viene a rendirle devoción a la Virgen de Guadalupe.
Con estas visitas, dice, busca enseñarle a sus hijos la tradición de darle gracias a la Virgen por la salud, el trabajo y por todo lo que les da, al tiempo que le piden que los mantenga unidos como familia.
Imágenes, figuras, colores, retablos y flores acompañan a los peregrinos que solos, en familia, algunos con carretillas en las que llevan a niños de meses, otros en grupo, tocando flautas de Carrizo, tambores y hasta bailando llegan a la Basílica a recibir la bendición de la Guadalupana del Tepeyac.
Fuente: Diario de Yucatán