El Papa Francisco fustigó hoy los vicios de la política, así como a la xenofobia y al racismo y calificó de «inaceptables» los discursos que alimentan el odio hacia los inmigrantes, en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, que la Iglesia católica celebra este martes.
La buena política está al servicio de la paz”, es el tema del texto escrito para la edición número 52 de esta efeméride, que se celebra el primer día del año, y en el cual Francisco calificó como la “vergüenza de la política” a la corrupción, a la tendencia a perpetuarse en el poder y a la apropiación indebida de los bienes públicos.
La búsqueda de poder a cualquier precio lleva al abuso y a la injusticia. La política es un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía, pero cuando aquellos que se dedican a ella no la viven como un servicio, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción”, alertó.
Cuando el ejercicio del poder político apunta únicamente a proteger los intereses de ciertos individuos privilegiados, el futuro está en peligro y los jóvenes pueden sentirse tentados por la desconfianza, porque se ven condenados a quedar al margen de la sociedad”, añadió el Papa.
Al mismo tiempo, se dijo convencido de que la buena política es aquella al servicio de la paz, aquella que respeta y promueve los derechos fundamentales de todos, creando así entre las generaciones presentes y futuras un vínculo de confianza y gratitud.
Más adelante constató que, en la actualidad, se vive un generalizado clima de desconfianza que echa sus raíces en el miedo al otro o al extraño, en la ansiedad de perder beneficios personales y, “lamentablemente”, se manifiesta también a nivel político.
Denunció que en la política se han multiplicado, en los últimos tiempos, actitudes de cerrazón y nacionalismos que ponen en duda la fraternidad que, dijo, tanto necesita el mundo globalizado.
Al referirse a la paz, fustigó el uso de la fuerza y el miedo para mantenerla, porque amenazar constantemente al otro significa negarle la dignidad.
Por eso, sostuvo que el incremento de la intimidación, así como la proliferación incontrolada de las armas son contrarios a la moral y a la búsqueda de una verdadera concordia.
Precisó que el terror ejercido sobre las personas más vulnerables contribuye al exilio de poblaciones enteras en busca de una tierra de paz y, por eso, “no son aceptables” los discursos políticos que “tienden a culpabilizar a los migrantes de todos los males y a privar a los pobres de la esperanza”.
En cambio, pidió subrayar que la paz se basa en el respeto de cada persona, independientemente de su historia, en el respeto del derecho y del bien común.
El Papa dirigió un pensamiento especial a los niños que viven en zonas de conflicto, y a todos aquellos que se esfuerzan para que sus vidas y sus derechos sean protegidos.
Denunció que, en el mundo, uno de cada seis niños sufre a causa de la violencia de la guerra y de sus consecuencias, e incluso es reclutado para convertirse en soldado o rehén de grupos armados.
Señaló que la paz es fruto de un gran proyecto político que se funda en la responsabilidad recíproca y la interdependencia de los seres humanos, pero es también un desafío que exige ser acogido día tras día, es una conversión del corazón y del alma.
Para lograr esa conversión, siguió, es necesario alcanzar la paz con uno mismo, rechazando la intransigencia, la ira y la impaciencia; así como la paz con el otro: el familiar, el amigo, el extranjero, el pobre y el que sufre; atreviéndose al encuentro y escuchando el mensaje que lleva consigo.
Estableció que también se debe buscar la paz con la creación: una responsabilidad que corresponde a cada uno de los habitantes del mundo, ciudadanos y artífices del futuro.