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Sindicato canadiense va contra autos mexicanos

El sindicato de trabajadores de la industria automotriz en Canadá pidió a los canadienses y estadounidenses que dejen de comprar vehículos de la General Motors (GM) fabricados en México.

El sindicato Unifor pidió boicotear los camiones y camionetas con números de identificación que comienzan con el número 3, que indica que fueron fabricados en México. Unifor dijo que promoverá el boicot a través de la televisión, los periódicos y grandes carteles.

La estadounidense GM anunció en noviembre un plan para cerrar una fábrica en Oshawa, cerca de Toronto, con lo que se eliminarán dos mil 600 empleos sindicalizados.

También tiene planes para cerrar cuatro fábricas en Estados Unidos, pero negociando con el sindicato estadounidense UAW. Los cierres son parte de una reestructuración mayor con la eliminación de 14 mil empleos de planta y asalariados a medida que GM concentra su gasto de capital en vehículos autónomos y eléctricos.

GM dice tener demasiadas fábricas de autos en momentos en que el mercado vira hacia los camiones y las camionetas SUV. Sostiene que el boicot podría perjudicar la economía de la provincia canadiense de Ontario.

El presidente de Unifor, Jerry Dias, dijo que en las negociaciones contractuales de 2016, GM accedió a mantener abierta la planta de Oshawa durante la vigencia del contrato, hasta 2020. Quiere que la empresa regrese a la mesa de negociaciones para mantener abierta la planta en forma permanente.

Dias acusó a GM de cerrar Oshawa y las plantas en Estados Unidos al tiempo que eleva la producción en México, donde los trabajadores cobran dos dólares por hora. Dijo que la empresa fabrica más de 600 mil vehículos anuales en México. “Les pedimos que resistan a ‘Greedy Motors’”, dijo. En inglés, “Greedy” significa codicioso.

Hasta el momento el sindicato UAW no se ha sumado a la solicitud del sindicato canadiense.

Fuente: EL Informador

Juárez

Crece la indignación: rechazan nuevo muro fronterizo entre México y EU

Ciudad Juárez.– Con maquinaria pesada, barras de acero de más de 30 metros de altura y bajo un operativo federal acelerado, el gobierno de Estados Unidos inició esta semana la construcción de un nuevo muro secundario en la frontera con México, en el tramo que conecta Nuevo México con Ciudad Juárez. La medida, que forma parte de un ambicioso plan impulsado por el presidente Donald Trump, ha generado fuerte rechazo en ambos lados de la frontera.

El padre Javier Calvillo, párroco de la comunidad Mater Dolorosa y defensor de los derechos de los migrantes, cuestionó la lógica de un país “construido por migrantes” que ahora decide levantar más barreras. “Por mucho que pongas buenos muros, púas o las bolas esas, nunca vas a poder detener la migración. El migrante siempre encontrará el camino”, sentenció.

El muro, de 11 kilómetros de largo y con una estructura paralela a la ya existente, forma parte de una serie de refuerzos fronterizos en puntos estratégicos como San Diego, Yuma, Tucson, El Paso y el Valle del Río Grande. Según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), más de 137 kilómetros de muro están en construcción o en fase de planeación, todo bajo un ritmo acelerado desde que Trump asumió su segundo mandato en enero.

Calvillo advirtió que este tipo de políticas no frenan el flujo migratorio, sino que lo desvían hacia rutas más peligrosas y mortales. Además, denunció el incremento de redadas migratorias en California, que no respetan ni templos ni hospitales, calificándolas como una “flagrante violación a los derechos humanos”.

En respuesta a esta ofensiva antimigrante, la Iglesia Católica se prepara para conmemorar la 110 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado con un llamado claro: “Construyamos puentes, no muros”. El sacerdote destacó que Estados Unidos ha sido históricamente uno de los países que más se ha beneficiado del trabajo de los migrantes, tanto en el campo como en la construcción y servicios, por lo que pidió a las naciones abrirse a “la riqueza humana, económica y laboral” que representan.

El nuevo muro llega acompañado de un presupuesto récord: más de 46 mil millones de dólares destinados a seguridad fronteriza, triplicando lo invertido durante el primer mandato de Trump. Una cifra que para muchos simboliza no seguridad, sino división.

El debate sobre la migración en América del Norte vuelve a encenderse, mientras miles de personas siguen apostando su vida por cruzar una frontera que, ladrillo tras ladrillo, se vuelve más hostil.

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