Hace una década, Sergio Enrique Villarreal Barragán, alias “El Grande”, fue detenido en Puebla. Él mismo admitió que durante sus años al servicio del narcotráfico, había secuestrado, torturado y descuartizado a más de 90 personas. Hoy, gracias a un acuerdo de cooperación con las autoridades estadounidenses, se encuentra libre otra vez.
“El Grande”, apodado así por su fisonomía -1.98 metros y 115 kilos-, inició su carrera en las filas de la policía ministerial de Coahuila, cuando tenía 20 años de edad. En 1993 ingresó a la Policía Judicial Federal y fue asignado en Torreón, donde tejió alianzas con miembros del Cártel de Juárez.
Cuatro años después murió Amado Carrillo Fuentes, “El señor de los cielos”, y “El Grande” se volvió el representante del Cártel de Juárez en Coahuila, Durango y Chihuahua. La Procuraduría General de la República (PGR) lo consideró “el principal abastecedor de droga en la región”.
Según la PGR, “El Grande” trabajaba bajo el amparo del subprocurador Humberto Reséndiz, y tenía bajo su servicio a las policías municipales de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo.
En esos años también libró una batalla sangrienta contra Los Zetas, quienes secuestraron y ejecutaron a su primera esposa. Aquel hecho desató una ola de violencia nunca antes vista en Durango y Coahuila. Una investigación vinculó al “Grande” con el asesinato de dos agentes federales y un empresario.
De acuerdo con los reportes oficiales, Enrique Villarreal fue reclutado por los hermanos Beltrán Leyva en 2006, el mismo año en el que inició la llamada “Guerra contra el narcotráfico”, y en poco tiempo se convertiría en uno de los líderes del cártel.
En 2007, aparecieron en Ciudad de México las cabezas de dos empleados que trabajaban en una empresa de almacenamiento de carga aérea. Habían perdido medio tonelada de cocaína y “El Grande” se las cobró de esa manera.
Un miércoles 16 de diciembre fue abatido Arturo Beltrán Leyva durante un enfrentamiento con la Marina mexicana en una zona de lujo en el municipio de Cuernavaca, Morelos.
En ese momento Héctor Beltrán Leyva, “El H”, le ordenó al Grande que asesinara a “La Barbie”, pues consideró que había sido él quien aportó los datos que permitieron a la Secretaría de Marina montar el operativo que desembocó en la muerte de su hermano. Ese período registró un crecimiento de muertes en Morelos, Guerrero y el Estado de México.
Edgar Millán, Omar Ramírez, Roberto Velasco, Igor Labastida y Edgar Bayardo, fueron los nombres que encabezaron la lista de policías asesinados por “El Grande”.
Finalmente, en 2010 la Marina lo agarró en el estado de Puebla.
Desde el momento de su detención ofreció información “a cambio de beneficios” que involucraba a senadores, diputados, gobernadores, generales y altos mandos de la policía. Aseguró estar al tanto de negocios de al menos USD 500,000,000.