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Renapo registra 90 por ciento más muertes por COVID-19 que Salud

De acuerdo con la Base Nacional del Registro Civil, en poder de MILENIO, al 19 de junio la cifra de decesos por covid-19 en el país es casi el doble que la reportada ese mismo día por el subsecretario López-Gatell
Desde que inició la pandemia de coronavirus y hasta el 19 de junio, en México habían muerto 38 mil 815 personas por covid-19, de acuerdo con los registros civiles del país al Registro Nacional de Población (Renapo), cifra que es casi el doble a la reportada ese mismo día por la Secretaría de Salud.

Los datos a los que MILENIO tuvo acceso muestran que, en esa fecha, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, informó 20 mil 394 muertes por coronavirus.

Es decir, 90 por ciento menos de las que se reportaban en la Base Nacional del Registro Civil, administrada por el Renapo. Y si a esta cifra se suman las muertes por neumonías atípicas y virales, se dispara a 43 mil 790, lo que representa 114 por ciento más.

Con corte al 19 de junio, se habían expedido 38 mil 815 actas de defunción con causa de muerte por «covid confirmado», «covid posible» o «covid sin especificar si es confirmado». Sumadas las actas de defunción por neumonías atípicas y virales, las muertes se disparan a 43 mil 790.

La diferencia radica en que la Secretaría de Salud informa únicamente de las defunciones con pruebas positivas a covid-19 y ha dejado fuera las muertes en las que la persona tuvo síntomas de la enfermedad o fue una causa probable del fallecimiento, sin que se haya confirmado.

El documento elaborado por el Consejo Nacional de Funcionarios del Registro Civil (Conafrec), en colaboración con el Renapo, que se encarga de la emisión de las actas, evidencia que la Ciudad de México es una de las entidades con el subregistro más pronunciado.

Del 19 de marzo al 19 de junio, la Secretaría de Salud reportaba 5 mil 314 muertes por covid-19 con prueba positiva en la capital del país, mientras las defunciones que constan en el Registro Civil sumaban 13 mil 96.

?En ese mismo lapso, en el Estado de México las muertes eran ya cuatro veces más que las reportadas por la Secretaría de Salud federal, que el 19 de junio registró 2 mil 457; mientras que el reporte de los registros civiles del país consignó para esa entidad 9 mil 866 actas de defunción.

En Morelos, el Registro Civil procesó 968 actas de defunción, tres veces más que las 366 muertes por covid-19 dadas a conocer por López-Gatell en esa misma fecha.

En Baja California y Chihuahua, la diferencia es del doble. En el primero, las muertes por covid-19 respaldadas por un acta de defunción sumaban 2 mil 862, mientras que las presentadas en la conferencia vespertina en Palacio Nacional ascendían a mil 683.

En Chihuahua, había mil 167 actas de defunción con causa de muerte por covid-19, cuando la autoridad federal reportaba 537.

La disparidad entre los datos de fallecimientos y las actas de defunción quedó demostrada desde los primeros cortes hechos por los Registros Civiles de todo el país, a donde deben llegar los familiares de las víctimas fatales del virus, para obtener un documento oficial que da fe del deceso.

Del 19 de marzo al 19 de mayo, en la base de datos del registro civil de covid-19 había casi tres veces más muertes que las reportadas por el sector Salud, pues constaban 14 mil 209 actas de defunción, en contraste con lo informado por la Secretaría de Salud de 5 mil 177 decesos.

Esa misma proporción se mantuvo al 31 de mayo, cuando la cifra de muertes se disparó a 24 mil 308, mientras que López-Gatell hablaba en esa fecha de 9 mil 930, casi la tercera parte. Al siguiente corte, el 12 de junio, se levantaron 33 mil 538 actas de defunción por covid-19, mientras que el gobierno federal daba cuenta de 16 mil 448.

El último registro es el de la diferencia de 90 por ciento de muertes por covid-19: 38 mil 815 muertes registradas en las actas contra 20 mil 394 oficiales.

Fuente: Vanguardia

Opinión

El cerebro mexicano que ganó el Mundial de Clubes. Por Caleb Ordoñez T.

Hay mexicanos que no salen en portadas. No firman autógrafos en estadios llenos ni celebran goles frente a miles de gargantas encendidas. Son aquellos que, silenciosos, se cuelan en la élite mundial, con una maleta repleta de sueños, talento, y algo más poderoso: el ADN del campeón mexicano.

Uno de ellos es Bernardo Cueva, un tapatío que jamás fue futbolista profesional, pero que hoy diseña jugadas para el Chelsea FC, el actual campeón del Mundial de Clubes, que este fin de semana aplastó 3-0 al PSG de Francia con autoridad y sin titubeos. Su historia podría parecer improbable, pero más bien es un recordatorio de que la grandeza mexicana no siempre grita… a veces susurra entre pizarras, análisis y esquemas tácticos.

Cueva comenzó en Chivas como analista. Fue clave para que el Rebaño ganara la Concachampions en 2018. Luego dio el salto a Europa, al Brentford inglés, donde transformó las jugadas a balón parado en goles quirúrgicos. Y cuando el Chelsea —un gigante europeo— buscaba a alguien que elevara su estrategia fija, pagó más de un millón de libras para llevárselo. ¿Un mexicano sin pasado de cancha, sin apellidos pesados? Sí. Pero con un talento que no se puede ignorar.

Y es que a veces, el campeón no está en la cancha. Está en el cerebro.

ADN de campeón

En un país obsesionado con los reflectores, solemos ignorar a los que van por la sombra. Pero el éxito no siempre viene vestido de short. Hay mexicanos escribiendo códigos en Silicon Valley, dirigiendo orquestas en Viena o diseñando jugadas que hacen campeón al Chelsea.

¿Qué tienen en común? Que comparten una esencia que no aparece en las estadísticas: la terquedad del mexicano que no se rinde. Que trabaja doble para que no lo llamen “suerte”, que estudia más para que no le digan “improvisado”, que se queda más tarde para no parecer “exótico”.

Como dijo alguna vez Julio César Chávez: “Yo no era el más talentoso… pero sí el que más huevos tenía”. Y eso, querido lector, es el mismo combustible que impulsa a los Cueva, a los Checo, a los Sor Juana modernos que dominan desde el backstage.

Mientras unos se conforman con el “no se puede”, otros agarran un boleto de avión, una computadora y un sueño. Cueva no tuvo padrinos, pero sí convicción. No tuvo prensa, pero sí método. Hoy, es parte fundamental del equipo que se coronó campeón mundial este fin de semana en Nueva York, tras derrotar sin piedad al Paris Saint-Germain con goles de Cole Palmer y una exhibición táctica impecable.

¿Te imaginas lo que podríamos lograr si México dejara de mirar solo al delantero y también al cerebro que diseñó el gol? Si en lugar de exportar solo piernas, exportáramos mentes. Si entendiéramos que el campeón mexicano no es solo el que levanta la copa, sino también el que la hace posible. Y ahí está Cueva con su bandera en los hombros, orgulloso; feliz.

El legado sí importa.

Tal vez no sepas quién es Bernardo Cueva. Pero la próxima vez que veas un gol del Chelsea tras un tiro de esquina quirúrgico, ahí estará su firma. Discreta, inteligente, eficaz.

Porque así son muchos mexicanos: campeones anónimos que llevan en las venas esa mezcla de talento, coraje y hambre que no se enseña, se hereda.

Y cuando el mundo los voltea a ver, no es por casualidad.

Es porque, en el fondo, nadie puede ignorar a un mexicano cuando decide soñar hasta lo más grande; viene en nuestra sangre.

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