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Niño de 5 años muere luego de consumir dióxido de cloro para prevenir el COVID-19

El Ministerio de Sanidad de Argentina informó la muerte de un niño de 5 años el pasado 15 de agosto debido a un paro cardiorrespiratorio: de acuerdo a las investigaciones, esto sucedió debido a que el pequeño ingirió dioxido de cloro, el cual habría sido suministrado por sus propios padres.

Según las autoridades que hicieron el interrogatorio, tanto el padre, como la madre del menor, señalaron que le dieron la sustancia como una manera de prevenir la COVID-19; haciendo caso de supuestos informes y rumores acerca de la efectividad de la misma en contra de la enfermedad.

No obstante, el niño comenzó a reaccionar al dióxido de cloro casi de manera inmediata, por lo que fue ingresado de emergencia en el Hospital de Plottier, en la provincia de Neuquén; lamentablemente no se pudo hacer nada para salvarle la vida.

La creencia de que el dióxido de cloro puede combatir la COVID-19 si se ingiere se da debido a que, como este es efectivo contra el virus cuando se aplica en superficies, se asume que al tomarse el cuerpo se “limpiará” o se hará resistente al mismo; sin embargo, eso no es cierto.

Organismos locales e internacionales han reiterado que la sustancia es sumamente nociva para la salud, causando desde irritación al sistema digestivo, hasta insuficiencia hepática, afectaciones respiratorias, disminución de la presión arterial y trastornos cardiovasculares.

Por lo mismo no se recomienda su ingesta en ningún caso, eso incluye a derivados como los productos de limpieza hechos a base de “cloro” que se venden en tiendas de autoservicio.

Algo que ha ayudado a que esta creencia errónea se difunda, ha sido que algunas personalidades de la política y el entretenimiento han señalado como recomendable la bebida del dióxido de cloro para atacar al COVID-19, lo que provocó que muchas personas dieran como válida esta idea.

Fuente: Vanguardia

Deportes

Dodgers se enfrentan al ICE: rechazan uso del estadio como base para redadas migratorias

En un acto sin precedentes, los Dodgers de Los Ángeles negaron este jueves el acceso a vehículos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) a los estacionamientos del Dodger Stadium, en lo que representa una clara postura frente a las redadas migratorias que han estremecido a la comunidad latina en California.

La organización deportiva, considerada uno de los símbolos más influyentes de la ciudad, emitió un mensaje contundente a través de su cuenta oficial en X: “Esta mañana, ICE agentes llegaron al Dodger Stadium y solicitaron permiso para acceder a los estacionamientos. La organización les negó la entrada. El juego de esta noche se jugará según lo programado.”

Fuentes locales señalan que los vehículos del ICE —algunos adaptados para operaciones logísticas y detenciones— habían intentado establecer una posible área de concentración temporal cerca de la Puerta E, en Elysian Park, como ha sucedido en otras zonas como Hollywood o Pasadena. Sin embargo, la administración del equipo, respaldada por el carácter mayoritariamente privado del inmueble, ejerció su derecho de admisión para frenar el intento.

Parte del terreno del estadio sigue en manos del expropietario Frank McCourt, pero la decisión final fue consensuada dentro de la directiva del club, que ha enfrentado presión en días recientes para asumir un rol más activo frente a las detenciones migratorias.

Ese mismo día, se esperaba que los Dodgers presentaran un plan de apoyo a organizaciones que brindan asistencia a inmigrantes afectados por redadas. Lo ocurrido marca, según activistas y medios locales, “la primera respuesta contundente” del club en defensa de su afición migrante, históricamente base fundamental de su identidad y legado.

Alrededor de dos decenas de manifestantes se congregaron de manera pacífica frente al estadio para exigir el retiro del ICE y mostrar solidaridad con las comunidades afectadas. La Policía de Los Ángeles (LAPD), a solicitud del equipo, mantuvo a los manifestantes fuera del acceso principal.

La concejala Eunisses Hernández, en declaraciones posteriores, criticó la presencia de ICE en zonas cercanas al estadio y celebró la decisión de los Dodgers al señalar: “Propiedad privada es diferente. Pueden decir: ‘no en mi propiedad’.”

También hubo pronunciamientos dentro del vestidor. El pelotero puertorriqueño Kiké Hernández expresó públicamente su respaldo a la comunidad migrante, sumándose al mensaje de inclusión que la organización ha querido reforzar.

Pese a la tensión, el encuentro entre Dodgers y Padres se celebró sin contratiempos, con gradas llenas y sin alteraciones en el campo. Pero el gesto del club no pasó desapercibido: en una ciudad donde la inmigración es parte esencial del tejido social, los Dodgers han decidido no quedarse al margen.

Lo sucedido podría marcar un precedente sobre el papel que equipos deportivos pueden asumir ante políticas migratorias controvertidas. En un momento donde el deporte y la política se entrelazan más que nunca, los Dodgers no solo jugaron un partido este jueves: también fijaron una postura.

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