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Opinión

El bullying político en México

 

por Efraín Martínez

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“Los partidos políticos triunfan o son destruidos por sus conductores. Cuando un partido político se viene abajo, no es el partido político quien tiene la culpa, sino el conductor”

 Juan Domingo Perón

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En días pasados tuve la oportunidad de ser partícipe en el programa “Frente a Frente” de TV Azteca en la Cd. de México, el tema tratado fue la iniciativa de ley para regular el bullying en las instituciones educativas de nuestro país. En ese momento me surgió la idea de aplicar este concepto análogamente a la política.

Definiremos al bullying político como el acoso y abuso de los partidos políticos y los ciudadanos. Este fenómeno se puede clasificar en varios tipos: la partidocracia y la ciudadanocracia.

En la partidocracia, los partidos políticos gobiernan absolutamente de conformidad con sus intereses políticos y económicos, ignorando las demandas sociales. Por otro lado, la ciudadanocracia otorga al ciudadano el derecho político de ocupar un cargo de elección popular sin mérito alguno.

En México, la partidocracia está llevando al hartazgo social del pueblo, sin importar ideología alguna. La reforma electoral del 2007-2008 no incluyó las candidaturas independientes, figura establecida previamente en la legislación de Sonora y derogada posteriormente.

La reciente “Ley de Participación Ciudadana” en esa entidad federativa, contempla instrumentos democráticos como el plebiscito, el referéndum, la consulta popular y vecinal, el presupuesto participativo y finalmente, la iniciativa popular. Ello ha permitido un gran avance en el principio de corresponsabilidad social, sin embargo, como en todas las regiones del país, la cultura política y civil sigue siendo poco aliciente para el pueblo.

En el siglo XXI, nuestro país continúa inmerso en el poder de unos cuantos, la oligarquía (aristocracia y burocracia) o coloquialmente, la cúspide de la clase económica y política. Por otra parte, los ciudadanos de Europa y Estados Unidos de Norteamérica han abandonado su letargo y exigen resultados reales, la crisis económica y financiera del 2008 los ha conducido incluso a participar en cargos públicos y a llevar a partidos políticos de oposición al triunfo electoral.

En España, se ha concienciado el trabajo conjunto de sociedad y gobierno, el “Movimiento 15-M o Democracia Real Ya” están trabajando en las unidades de división política-administrativa, lo equivalente a los seccionales en México. Han olvidado el paternalismo y se han transformado en agentes de cambio.

En nuestro país, la partidocracia mediante la mercadotecnia política impulsa candidaturas ciudadanas con perfiles coyunturales sin capacidad y experiencia para el desempeño eficiente de esos puestos.

Tanto los ciudadanos Jorge Castañeda como Manuel Jesús Clouthier han pretendido ser candidatos independientes a la Presidencia de la República, aplicando los tratados internacionales y derechos políticos universales. A pesar de ello, el marco jurídico electoral sin expresión explícita en confabulación con los poderes fácticos, les han negado esa posibilidad hasta hoy.

La idiosincrasia del mexicano ha obstaculizado la tendencia global de las mujeres para acceder a “Los Pinos”. El hecho de ser joven o pugnar por la equidad de género para arribar a un cargo público es un síntoma de la ciudadanocracia pura.

Actualmente México se encuentra en un círculo vicioso, los ciudadanos preparados, comprometidos y con deseos de colaborar desde cualquier institución gubernamental, nos enfrentamos al denominado bullying político.

¿Usted, a qué categoría pertenece?

Lic. Efraín Martínez Figueroa

Consultor Político

martinezfigueroaefrain@hotmail.com

 

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Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

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