Lo que todos estamos viviendo, lejos de poderse llamar temporal, se ha convertido en un estilo de vida.
Los ajustes que tuvimos que hacer a nuestra vida al comienzo de esta pandemia, han seguido alargándose y modificándose tanto, que ya no son “medidas” de precaución solamente. Es una forma de vivir.
Los trabajos, comercios y lugares de recreación han tenido que cambiar, y volver a cambiar las reglas en su operación. Hay mamparas que separan los mostradores de clientes, las mesas en los restaurantes más alejadas, el aforo restringido en las tiendas… sin embargo las escuelas no han vuelto.
Ni poco, ni mucho. No hay medida, restricción o ajuste que sea válido para que los niños vuelvan a las instalaciones. Aunque sea por unas horas, por unos días, con el mínimo de aforo, con distancia y medidas de seguridad. Simplemente no hay tregua para la educación.
Soy mamá, y lógicamente cuido a mis hijos. No me gustaría poner en riesgo a mis niños, ni a los de nadie. Pero no puedo negar que este tema se ha relegado de manera notoria.
Los niños también están viviendo esta pandemia y sus consecuencias…las mamás hemos tratado por todos los medios de suplir las limitantes que hoy tienen.
Lo veo con mis amigas, lo vivo como mamá. Todas estamos gozando el tiempo con los niños, pero buscando la manera de que ellos tengan sus espacios, sus momentos de recreación, su aprendizaje…no podemos suplir a las maestras en cosas fundamentales. No podemos suplir los juegos con sus compañeros por tanto tiempo.
Tengo la esperanza que la pandemia vaya tomando otro rumbo…y que pronto podamos ajustar una vez más este estilo de vida que hoy llevamos. Que el bienestar de los niños, su educación y desarrollo sea considerado una prioridad.
Por lo pronto, me repito que no queda más que hacer que vivan felices este tiempos. Se que nosotros los atesoraremos en el futuro… este tiempo tan juntos, tan intenso, tan lleno de responsabilidades, aprendizaje y momentos valiosos.
Nancy Anahi Toledo Rascón
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