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Opinión

Opinión: Una vida con excesos, por Nancy Anahí Toledo

Creo que todos, de cierta forma, estamos viviendo una vida llena de excesos. No estoy hablando del “sexo-drogas-rockandroll” que caracterizó por mucho tiempo esta expresión.

Pero sí. Me atrevo a decir que todos estamos viviendo así. Con excesos.

Hay una infinidad de información que recibimos por segundo…siempre estamos leyendo mensajes, recibiendo noticias, viendo a detalle la vida de miles de personas, (conocidas o no). Nos llenamos la cabeza de tanto, tenemos exceso de estímulos de todo tipo qué resulta difícil saber cuál de todos nuestros “deseos” es real. O nuestro.

Son pocas las veces que tengo tiempo de ver una película o empezar una serie, y cuando lo hago, paso horas buscando opciones, leyendo reseñas, pidiendo recomendaciones…y hay taaaaaanto que ver, que no veo nada.

El exceso de opciones termina por matar mi momento deseado. Y creo que con este ejemplo nos podemos identificar todos, y también lo podemos llevar a otros aspectos de la vida.

Es bueno que haya un millón de posibilidades para todo. Pero no deja de ser abrumador el exceso. A veces vemos tantas cosas, tanta ropa, tantos viajes, tanta gente haciendo cosas diferentes, que esto termina llenándonos la cabeza, y dejamos de lado nuestro verdadero deseo. O en el peor de los casos, nuestro verdadero yo.

Se pierden las ganas y el tiempo de hacer lo que tú realmente quieres, por estar siguiendo este exceso de opciones y opiniones.

No digo que no debamos echar ojo por ahí, consultar, pedir ayuda o buscar inspiración…es solo que, a veces debemos de escuchar nuestra voz interior, y hacerle caso a las ideas propias…de poner la película! Claro que habrá otras más buenas, y más malas, o más largas. Pero al final de cuentas, todo es experiencia propia, y si tienes tiempo y ganas de hacerlo. Hazlo!!

Nancy Anahí Toledo Rascón
Instagram @eso.pienso
Facebook Eso pienso

Opinión

El G20: ¿Progreso real o más promesas vacías? Por Sigrid Moctezuma

Hablar del G20 es hablar de una oportunidad única: una reunión que pone sobre la mesa problemas que afectan directamente nuestras vidas, como la pobreza y el cambio climático. Pero, ¿Estamos realmente avanzando o seguimos atrapados en las buenas intenciones?

En pleno 2024, más de 700 millones de personas en el mundo viven con menos de 2 dólares al día, y el cambio climático sigue empujando a millones al borde de la desesperación. Según la FAO, en 2023 hubo un aumento alarmante de 122 millones de personas que enfrentan inseguridad alimentaria debido a conflictos y fenómenos climáticos extremos. Estas cifras no son abstractas; son vidas humanas, historias de lucha diaria que rara vez llegan a los titulares.

Erradicar la pobreza no es simplemente “dar más dinero”. Se trata de atacar la raíz del problema: desigualdades históricas y estructuras económicas que privilegian a unos pocos. Por ejemplo, los países del G20 representan el 85% del PIB mundial, pero también son responsables del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Es una contradicción enorme: quienes tienen más recursos para ayudar son también quienes más contribuyen al problema.

También es fácil hablar de «transición energética» y «economía verde», pero ¿Qué significa esto para alguien que perdió su casa por un huracán? En México, por ejemplo, los desastres naturales generaron pérdidas económicas por más de 45 mil millones de pesos en 2023. Y mientras tanto, los países más contaminantes siguen retrasando acciones contundentes, como reducir su dependencia de los combustibles fósiles. ¿Por qué? Porque aún les resulta más barato contaminar que invertir en soluciones sostenibles?.

¿Qué se debería hacer?

Las soluciones están claras, pero falta voluntad política. El G20 propone algunas ideas interesantes: redistribuir recursos, apoyar economías locales y fomentar la innovación tecnológica para reducir desigualdades. Pero todo esto suena a más promesas, a menos que veamos medidas concretas. ¿Dónde están los fondos para las comunidades más vulnerables? ¿Por qué no se prioriza la educación y la formación laboral en zonas desfavorecidas?

Como sociedad, necesitamos exigir que las grandes cumbres dejen de ser solo escenarios de fotos grupales. Los líderes globales deben recordar que detrás de cada estadística hay una persona que sufre, pero también que sueña con un futuro mejor. Si no empezamos a construir ese futuro ahora, ¿cuándo lo haremos?

El G20 no es la solución mágica, pero puede ser un catalizador. Si los compromisos se traducen en acciones reales, estaremos un paso más cerca de un mundo más justo. Si no, solo estaremos alimentando un ciclo de discursos vacíos que poco tienen que ver con las necesidades reales de la gente.

¿Qué opinas tú? ¿Crees que estas cumbres realmente cambian algo o son puro espectáculo?

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