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Opinión

Opinión: Los niños perdidos en el país de nunca jamás

Nunca había sentido tan acertada una referencia… no sé si alguien recuerda a los niños perdidos que viven en el país de nunca jamás, pero me pareció tan semejante lo que estamos viviendo con nuestros niños actualmente.

Ya sé que no es un tema nuevo y que probablemente lo hayan leído más de una vez, pero no puedo dejar de pensar cómo están siendo relegados los niños en este país. Es increíble que sigamos dejando a nuestros niños olvidados, como si no existieran, como si no importaran. ¡Si son lo más valioso que hay!. A muchas personas les gusta referirse a ellos como “el futuro”, y lo son, pero ¿qué es un futuro sin presente? Ellos importan hoy como niños, y mañana como futuros adultos. No es posible que nadie se haya detenido a pensar en ellos. En sus necesidades, en su desarrollo, en su bienestar.

Siguen avanzando las cosas, sigue volviendo un poco el ritmo de vida, pero los niños….perdidos. Abren bares, restaurantes, centros comerciales… y los niños siguen sin poder acompañarnos por la leche al Oxxo. Las escuelas muertas. Nada tiene sentido. En que cabeza cabe que un adulto en un bar será más prudente que un niño en una escuela. Veo a mis hijos como han adaptado el uso de cubrebocas, la costumbre de usar gel antibacterial, y lavarse las manos cada vez que llegan a un lugar. Ellos respetan mucho mas de lo que son respetados.

Me cuesta mucho pensar que no lo sepan quienes están deteniendo estas actividades para ellos, no creo que no se les haya ocurrido un aforo mínimo en escuelas, un reconocimiento a su capacidad de responder, confiar un poquito en ellos….que a decir por las acciones, son mucho mas razonables que quienes toman decisiones.

Vivimos en el país que nunca jamás piensa en sus niños, que nunca jamás busca su bienestar…pero me da infinita tristeza ver como para ellos los niños son inexistentes, invaluables….no dejemos que nuestros niños estén perdidos, hagamos lo que nos toca y lo que esté en nuestras manos para que salgan adelante en esta pandemia.

Nancy Anahí Toledo Rascón
Instagram @eso.pienso
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Opinión

León. Por Raúl Saucedo

La estrategia de la supervivencia

El pontificado de León XIII se desplegó en un tablero político europeo en ebullición. La unificación italiana, que culminó con la pérdida de los Estados Pontificios, dejó una herida abierta.

Lejos de replegarse, León XIII orquestó una diplomacia sutil y multifacética. Buscó alianzas —incluso improbables— para defender los intereses de la Iglesia. Su acercamiento a la Alemania de Bismarck, por ejemplo, fue un movimiento pragmático para contrarrestar la influencia de la Tercera República Francesa, percibida como hostil.

Rerum Novarum no fue solo un documento social, sino una intervención política estratégica. Al ofrecer una alternativa al socialismo marxista y al liberalismo salvaje, León XIII buscó ganar influencia entre la creciente clase obrera, producto de la Revolución Industrial. La Iglesia se posicionó como mediadora, un actor crucial en la resolución de la “cuestión social”. Su llamado a la justicia y la equidad resonó más allá de los círculos católicos, influyendo en la legislación laboral de varios países.

León XIII comprendió el poder de la prensa y de la opinión pública. Fomentó la creación de periódicos y revistas católicas, con el objetivo de influir en el debate público. Su apertura a la investigación histórica, al permitir el acceso a los archivos vaticanos, también fue un movimiento político, orientado a proyectar una imagen de la Iglesia como defensora de la verdad y del conocimiento.

Ahora, trasladémonos al siglo XXI. Un nuevo papa —León XIV— se enfrentaría a un panorama político global fragmentado y polarizado. La crisis de la democracia liberal, el auge de los populismos y el resurgimiento de los nacionalismos plantean desafíos inéditos.

El Vaticano, como actor global en un mundo multipolar, debería —bajo el liderazgo de León XIV— navegar las relaciones con potencias emergentes como China e India, sin descuidar el diálogo con Estados Unidos y Europa. La diplomacia vaticana podría desempeñar un papel crucial en la mediación de conflictos regionales, como la situación en Ucrania o las tensiones en Medio Oriente.

La nueva “cuestión social”: la desigualdad económica, exacerbada por la globalización y la automatización, exige una respuesta política. Un León XIV podría abogar por un nuevo pacto social que garantice derechos laborales, acceso a la educación y a la salud, y una distribución más justa de la riqueza. Su voz podría influir en el debate sobre la renta básica universal, la tributación de las grandes corporaciones y la regulación de la economía digital.

La ética en la era digital: la desinformación, la manipulación algorítmica y la vigilancia masiva representan serias amenazas para la democracia y los derechos humanos. León XIV podría liderar un debate global sobre la ética de la inteligencia artificial, la protección de la privacidad y el uso responsable de las redes sociales. Podría abogar por una gobernanza democrática de la tecnología, que priorice el bien común sobre los intereses privados.

El futuro de la Unión Europea: con la disminución de la fe en Europa, el papel del Vaticano se vuelve más complejo en la política continental. León XIV podría ser un actor clave en la promoción de los valores fundacionales de la Unión, y contribuir a dar forma a un futuro donde la fe y la razón trabajen juntas.

Un León XIV, por lo tanto, necesitaría ser un estratega político astuto, un líder moral visionario y un comunicador eficaz. Su misión sería conducir a la Iglesia —y al mundo— a través de un período de profunda incertidumbre, defendiendo la dignidad humana, la justicia social y la paz global.

Para algunos, el nombramiento de un nuevo papa puede significar la renovación de su fe; para otros, un evento geopolítico que suma un nuevo actor a la mesa de este mundo surrealista.

@Raul_Saucedo

rsaucedo.07@uach.mx

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