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Opinión

Opinión: El sexo «débil» más fuerte que nunca

Por años y hasta el día de hoy se han referido a las mujeres como el “sexo débil”…y creo que ninguna definición, nunca había estado tan equivocada.

Pero yo no me lo tomo a mal, y no creo que se haga de manera despectiva…al menos no por todos.

Siempre hemos sido fuertes. Yo personalmente amo ser mujer. Y nunca me he considerado débil. Ni física ni emocionalmente. El valor que tenemos viene de nosotras y veo que nuestro género como tal, hoy está más fuerte que nunca! Somos más unidas, más escuchadas, y más conscientes que nunca!

No es novedad la inteligencia, capacidad y valor que tenemos. Por años las mujeres han realizado miles de trabajos importantes, y de un tiempo a acá se ha hecho reconocimiento a ello. Se han abierto espacios en empresas y en industrias enteras para nosotros. Y ni más, ni menos el trabajo de dar vida que es el que perpetuado a la humanidad…

Tengo hermanas, mamá, tías, primas, amigas y muchísimas mujeres que rodean mi vida y me siguen demostrando lo valiosas que somos. Y tengo la suerte de contar con hombres que piensan igual…

Este día no se trata solo de festejar y felicitar…necesitamos valorar! A nosotras mismas, a otras mujeres! Quienes somos, lo que hacemos! Y procurar velar por todas nuestras hermanas…Urge en este país y en el mundo entero reconocer este valor…

Mi corazón está puesto en esta meta, por mi, mi hija, y todas las mujeres del mundo!

Nancy Anahi Toledo Rascón
Instagram @eso.pienso
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Opinión

El G20: ¿Progreso real o más promesas vacías? Por Sigrid Moctezuma

Hablar del G20 es hablar de una oportunidad única: una reunión que pone sobre la mesa problemas que afectan directamente nuestras vidas, como la pobreza y el cambio climático. Pero, ¿Estamos realmente avanzando o seguimos atrapados en las buenas intenciones?

En pleno 2024, más de 700 millones de personas en el mundo viven con menos de 2 dólares al día, y el cambio climático sigue empujando a millones al borde de la desesperación. Según la FAO, en 2023 hubo un aumento alarmante de 122 millones de personas que enfrentan inseguridad alimentaria debido a conflictos y fenómenos climáticos extremos. Estas cifras no son abstractas; son vidas humanas, historias de lucha diaria que rara vez llegan a los titulares.

Erradicar la pobreza no es simplemente “dar más dinero”. Se trata de atacar la raíz del problema: desigualdades históricas y estructuras económicas que privilegian a unos pocos. Por ejemplo, los países del G20 representan el 85% del PIB mundial, pero también son responsables del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Es una contradicción enorme: quienes tienen más recursos para ayudar son también quienes más contribuyen al problema.

También es fácil hablar de «transición energética» y «economía verde», pero ¿Qué significa esto para alguien que perdió su casa por un huracán? En México, por ejemplo, los desastres naturales generaron pérdidas económicas por más de 45 mil millones de pesos en 2023. Y mientras tanto, los países más contaminantes siguen retrasando acciones contundentes, como reducir su dependencia de los combustibles fósiles. ¿Por qué? Porque aún les resulta más barato contaminar que invertir en soluciones sostenibles?.

¿Qué se debería hacer?

Las soluciones están claras, pero falta voluntad política. El G20 propone algunas ideas interesantes: redistribuir recursos, apoyar economías locales y fomentar la innovación tecnológica para reducir desigualdades. Pero todo esto suena a más promesas, a menos que veamos medidas concretas. ¿Dónde están los fondos para las comunidades más vulnerables? ¿Por qué no se prioriza la educación y la formación laboral en zonas desfavorecidas?

Como sociedad, necesitamos exigir que las grandes cumbres dejen de ser solo escenarios de fotos grupales. Los líderes globales deben recordar que detrás de cada estadística hay una persona que sufre, pero también que sueña con un futuro mejor. Si no empezamos a construir ese futuro ahora, ¿cuándo lo haremos?

El G20 no es la solución mágica, pero puede ser un catalizador. Si los compromisos se traducen en acciones reales, estaremos un paso más cerca de un mundo más justo. Si no, solo estaremos alimentando un ciclo de discursos vacíos que poco tienen que ver con las necesidades reales de la gente.

¿Qué opinas tú? ¿Crees que estas cumbres realmente cambian algo o son puro espectáculo?

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