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Opinión

Mariana Rodríguez, la estratega. Por Caleb Ordóñez T.

Caleb Ordóñez T.

Caleb Ordóñez T.

“¿Qué onda, chabacanos?”, se dirige a sus más de 1.4 millones de seguidores en Instagram. Con una enorme sonrisa, la influencer Mariana Rodríguez Cantú muestra su vida, llena de comodidad y lujos. Da consejos de cómo vestir, maquillarse, sonreír a las cámaras, donde recibir un masaje, entre otras recomendaciones.

En un mundo donde los blogueros, tiktokeros e influencers, día a día se convierten en personajes sumamente famosos, la regia ha sobresalido por un sinfín de memes. Aunque ha recibido fuertes críticas, pareciera que le gusta vivir dentro de la polémica y en el ojo del huracán.

Rodríguez es conocida por su manera abierta de expresar las cosas y la forma de vender marcas y productos en sus redes sociales. Pero la licenciada en psicología por el ITESM, quizá nunca imaginó lo que sucedería cuando empezó su relación con un político llamado Samuel García, que en tierras nuevoleonesas ya tenía un altísimo reconocimiento que lo llevó a ocupar un lugar en el Senado de la República, a una corta edad.

De pronto, esa dupla se convirtió en la pareja más conocida del Estado y las controversias comenzaron a surgir. Una boda en plena pandemia. La triste pérdida de su bebé. La famosa discusión sobre “estás enseñando mucho la pierna” cuando a Samuel se le acusó de misógino.

Pero también aquel video que se viralizó, cuando Samuel le explica algunos detalles de su agenda, mientras ella lo ignora y prefiere hablar de sus tenis “fosfo, fosfo”.

Al rescate

Mucho se ha opinado sobre los errores de Samuel García que le ocasionaron un desplome en las encuestas rumbo al gobierno de Nuevo León. Entre divisiones internas en su partido, negociaciones políticas fallidas, declaraciones fallidas, videos viralizados, memes y parodias, García estuvo navegando en las fuertes olas de la polémica y la crítica; el barco parecía irse hundiendo cada vez más.

Había que hacer algo para levantar en las gráficas de los sondeos. El ataque frontal a los candidatos no funcionó, la estrategia de la frase “Sacar la vieja política” simplemente no pegó, el nombre y el rostro del candidato naturalmente, se encontraban desgastados luego de tanta exposición y la decadencia en los números era constante.

La solución no estaba en García, ni en Movimiento Ciudadano. Quizá algunos habían menospreciado la capacidad del personaje que representa Mariana Rodríguez, pero desde que entró a hacer campaña “de tierra” con su esposo, la historia ha sido muy distinta.

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Opinión

León. Por Raúl Saucedo

La estrategia de la supervivencia

El pontificado de León XIII se desplegó en un tablero político europeo en ebullición. La unificación italiana, que culminó con la pérdida de los Estados Pontificios, dejó una herida abierta.

Lejos de replegarse, León XIII orquestó una diplomacia sutil y multifacética. Buscó alianzas —incluso improbables— para defender los intereses de la Iglesia. Su acercamiento a la Alemania de Bismarck, por ejemplo, fue un movimiento pragmático para contrarrestar la influencia de la Tercera República Francesa, percibida como hostil.

Rerum Novarum no fue solo un documento social, sino una intervención política estratégica. Al ofrecer una alternativa al socialismo marxista y al liberalismo salvaje, León XIII buscó ganar influencia entre la creciente clase obrera, producto de la Revolución Industrial. La Iglesia se posicionó como mediadora, un actor crucial en la resolución de la “cuestión social”. Su llamado a la justicia y la equidad resonó más allá de los círculos católicos, influyendo en la legislación laboral de varios países.

León XIII comprendió el poder de la prensa y de la opinión pública. Fomentó la creación de periódicos y revistas católicas, con el objetivo de influir en el debate público. Su apertura a la investigación histórica, al permitir el acceso a los archivos vaticanos, también fue un movimiento político, orientado a proyectar una imagen de la Iglesia como defensora de la verdad y del conocimiento.

Ahora, trasladémonos al siglo XXI. Un nuevo papa —León XIV— se enfrentaría a un panorama político global fragmentado y polarizado. La crisis de la democracia liberal, el auge de los populismos y el resurgimiento de los nacionalismos plantean desafíos inéditos.

El Vaticano, como actor global en un mundo multipolar, debería —bajo el liderazgo de León XIV— navegar las relaciones con potencias emergentes como China e India, sin descuidar el diálogo con Estados Unidos y Europa. La diplomacia vaticana podría desempeñar un papel crucial en la mediación de conflictos regionales, como la situación en Ucrania o las tensiones en Medio Oriente.

La nueva “cuestión social”: la desigualdad económica, exacerbada por la globalización y la automatización, exige una respuesta política. Un León XIV podría abogar por un nuevo pacto social que garantice derechos laborales, acceso a la educación y a la salud, y una distribución más justa de la riqueza. Su voz podría influir en el debate sobre la renta básica universal, la tributación de las grandes corporaciones y la regulación de la economía digital.

La ética en la era digital: la desinformación, la manipulación algorítmica y la vigilancia masiva representan serias amenazas para la democracia y los derechos humanos. León XIV podría liderar un debate global sobre la ética de la inteligencia artificial, la protección de la privacidad y el uso responsable de las redes sociales. Podría abogar por una gobernanza democrática de la tecnología, que priorice el bien común sobre los intereses privados.

El futuro de la Unión Europea: con la disminución de la fe en Europa, el papel del Vaticano se vuelve más complejo en la política continental. León XIV podría ser un actor clave en la promoción de los valores fundacionales de la Unión, y contribuir a dar forma a un futuro donde la fe y la razón trabajen juntas.

Un León XIV, por lo tanto, necesitaría ser un estratega político astuto, un líder moral visionario y un comunicador eficaz. Su misión sería conducir a la Iglesia —y al mundo— a través de un período de profunda incertidumbre, defendiendo la dignidad humana, la justicia social y la paz global.

Para algunos, el nombramiento de un nuevo papa puede significar la renovación de su fe; para otros, un evento geopolítico que suma un nuevo actor a la mesa de este mundo surrealista.

@Raul_Saucedo

rsaucedo.07@uach.mx

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