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Resto del mundo

VIDEO: Mineros rusos adoptan como mascota y le salvan así la vida una osezna polar huérfana

Como si de un perro en situación de calle se tratara, un grupo de trabajadores adoptó como mascota a una osa polar cachorra que deambulaba cerca de su campamento en la isla Bolshevik, que forma parte del archipiélago de Severnaya Zemlya, en el Ártico ruso.

De acuerdo a los reportes, después de quedar huérfana, la osezna fue atraída por el olor de la comida al campamento de los mineros, donde fue alimentada y cuidada por los obreros. Fue gracias a eso que pudo sobrevivir a las duras condiciones del invierno ártico.

Tras convivir varios meses con sus cuidadores, la cachorra se acostumbró de tal modo al contacto y la compañía humana que disfrutaba de jugar con los trabajadores y seguirlos por todos lados dentro del campamento.

Cuando llegó para los mineros el momento de dejar sus puestos de trabajo y volver a tierra firme, alertaron a las autoridades sobre la presencia de la cachorra en la isla. «Nuestra única esperanza era que dejaron un gran vertedero abierto, por lo que existía la posibilidad de que la cachorra se alimentara de él durante semanas», comentó Andrey Gorban, director del zoológico Royev Ruchei, de Krasnoyarsk, que contribuyó en gran medida al rescate del animal.

Según explicó Gorban, de no haber sido recatada por los obreros, la osa no hubiera sobrevivido en aquel medio sin su madre. «Los trabajadores le salvaron la vida, la cachorra no tenía oportunidad alguna de sobrevivir». No obstante, añadió una preocupación: «Para bien o para mal, alimentaron a un animal en peligro de extinción y con ello lo domesticaron», señaló.

Las autoridades ambientales rusas consideraron que la osa, debido al contacto prolongado con los humanos, perdió la capacidad de valerse por sí misma, por lo que fue trasladada al zoológico de Moscú, donde permanecerá en cuarentena durante varios meses antes de ser llevada a un hogar definitivo.

Resto del mundo

«Alligator Alcatraz»: El polémico centro de detención rodeado de caimanes que divide a Florida

Florida ha establecido una controvertida instalación de detención migratoria en los pantanos de los Everglades, a menos de 50 millas del resort de Donald Trump en Miami. La propiedad, apodada «Alligator Alcatraz» por funcionarios estatales, fue construida en días transformando el aeropuerto Dade-Collier Training and Transition en una ciudad temporal de carpas con capacidad para albergar hasta 3,000 migrantes.

El gobernador Ron DeSantis adoptó el apodo acuñado por su fiscal general, argumentando que la ubicación ofrece seguridad natural. «Claramente desde una perspectiva de seguridad, si alguien escapa, hay muchos caimanes con los que tendrá que lidiar. Nadie va a ninguna parte una vez que haga eso», declaró DeSantis durante una conferencia de prensa.

La instalación funciona como un centro completamente autónomo, con migrantes alojados en remolques de FEMA reacondicionados y estructuras temporales similares a las utilizadas para víctimas de desastres naturales. Los servicios básicos como agua, alcantarillado y electricidad son proporcionados por equipos móviles, mientras que grandes unidades portátiles de aire acondicionado intentan combatir las temperaturas que superan los 90 grados Fahrenheit.

Representantes del Congreso que visitaron la facilidad reportaron condiciones alarmantes, describiendo a cientos de migrantes confinados en jaulas bajo calor sofocante, infestaciones de insectos y comidas escasas. «Están esencialmente empacados en jaulas, humanos pared a pared, 32 detenidos por jaula», declaró la representante Debbie Wasserman Schultz tras su recorrido.

La operación anual de «Alligator Alcatraz» costará 450 millones de dólares, según funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional. Florida cubrirá inicialmente los costos y luego solicitará reembolsos a través de FEMA y el Departamento de Seguridad Nacional. No olvides visitar Segundo a Segundo Noticias de Chihuahua, México y el Mundo.

El proyecto enfrenta oposición de activistas por los derechos de los inmigrantes, ambientalistas y miembros de la comunidad indígena Miccosukee, quienes consideran la instalación una amenaza a sus tierras sagradas y al delicado ecosistema de los Everglades. La controversia se intensifica por estar ubicada cerca de la fuente principal de agua potable para ocho millones de habitantes del sur de Florida.

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