La comunidad internacional redobla esfuerzos para incrementar su capacidad de vacunación contra el coronavirus, que después de casi un año y medio de pandemia dejó más de 168 millones de infectados y cerca de tres millones y medio de muertos a nivel mundial. De acuerdo con datos aportados por la Universidad Johns Hopkins, a día de hoy fueron administradas más de 1.735 millones de dosis en todo el mundo.
Sin embargo, no todos los países tienen los mismos criterios a la hora de elegir con qué fórmulas inocular a sus poblaciones. China, por ejemplo, ha sido acusada de llevar a cabo una “diplomacia de vacunas” por medio de la cual ofreció inmunizantes a países necesitados a cambio de intereses geopolíticos. Rusia, en tanto, ha impulsado una salvaje campaña de desinformación para desacreditar las fórmulas desarrolladas por Occidente. Puntualmente, por Estados Unidos, el Reino Unido y Alemania.
La fórmula más utilizada a nivel mundial, con bastante diferencia por sobre el resto, es la desarrollada por la Universidad de Oxford (Reino Unido) y el laboratorio sueco de AstraZeneca. Según el sitio Our World In Data, hasta la fecha está siendo administrada en 167 países. Este inmunizante resulta atractivo, entre otros factores, por su bajo coste y su facilidad de almacenamiento.
La vacuna de las compañías Pfizer (Estados Unidos) y BioNTech (Alemania) fue la primera en ser autorizada para su uso en Estados Unidos y Europa. Con una eficacia contra el coronavirus del 95%, es la segunda más utilizada en el mundo, con una presencia en 103 naciones.
Otra fórmula norteamericana es la del laboratorio Moderna, que fue autorizada en 49 países al igual que la china Sinopharm-Beijing. Le sigue la rusa Sputnik V, que se aplica en 43 naciones, mientras que los inmunizantes de Sinovac (China) y Johnson & Johnson (EEUU), son administrados en 29 y 24 países, respectivamente.
Hasta la fecha, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) autorizó las vacunas desarrolladas por BioNTech y Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Janssen Pharmaceutica NV (Johnson & Johnson). Otras fórmulas se encuentran en distintas fases de evaluación.
De esta manera, esos inmunizantes son administrados en los 27 países de la Unión Europea: Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Chipre, Croacia, Dinamarca, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Eslovaquia, Rumania, y Suecia.
Para el próximo 30 de mayo, el bloque aspira a tener el 46% de la población adulta con al menos una dosis.
En el Reino Unido, que ya no forma parte de la UE, se aplican las mismas dosis, menos la de Johnson & Johnson.
Con una efectividad del 85-90%, la vacuna de Oxford/AstraZeneca se utiliza en prácticamente toda América Latina, con algunas excepciones, como Venezuela y Cuba. El régimen de Nicolás Maduro solo autorizó el uso de la rusa Sputnik V, mientras que la dictadura cubana utiliza sus propias fórmulas (Abdala y Soberana02) pese a no contar con suficientes datos científicos sobre su seguridad y eficacia.
En cambio, países como Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Perú, Colombia, Ecuador, México, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Barbados y Bahamas, sí utilizan la fórmula británica. De hecho, Argentina y México desarrollan conjuntamente ese inmunizante.
En África ocurre algo similar. Gran parte del continente aplica la vacuna de Oxford/AstraZeneca: Mozambique, Malawi, Botsuana, Namibia, Angola, Zambia, Congo, Egipto, Libia, Sudán, Etiopia, Kenia, Camerún y Nigeria, entre otros. Sudáfrica, por su parte, el pasado mes de febrero decidió suspender la aplicación de esa fórmula, por su baja eficacia ante la nueva variante del COVID-19 originada en el país.
En el continente asiático, en tanto, es aplicada en Corea del Sur, Filipinas, Tailandia, Emiratos Árabes Unidos y Mongolia, entre otros. Países como Australia y Canadá, que cuentan con un avanzado plan de inmunización, también autorizaron la vacuna de Oxford/ AstraZeneca.
En el caso de Pfizer/ BioNTech, en Sudamérica, solo Argentina, Paraguay y Venezuela no la utilizan. En África solo es administrada en Libia y Sudán. Los 27 países de la Unión Europea, Estados Unidos, México, Canadá, Turquía, Arabia Saudita, Japón, Nueva Zelanda y Australia, también aplican la fórmula de los laboratorios estadounidense y alemán.
La fórmula de Johnson & Johnson, además de Estados Unidos y la Unión Europea, se utiliza en Honduras, Islandia, Irlanda, Libia y Sudáfrica. La de Moderna, por su parte, es administrada en Canadá, Congo, Curazao, Islas Feroe, Finlandia, Guatemala, Honduras, Islandia, Irlanda, Escocia, Noruega, Qatar, Ruanda, Jamaica, Singapur y Libia, entre otros.
Tal como se puede observar en el mapa, las vacunas desarrolladas por China tienen predominante presencia en América Latina, África y Asia. En Sudamérica solo Paraguay Venezuela no las utilizan. En el caso de Europa, la EMA tampoco autorizó fórmulas chinas, pero sí se aplican en naciones como Armenia, Bosnia, Hungría y Montenegro.
Irán, Irak, Líbano, Mongolia, Pakistán y Laos son algunos de los países asiáticos que han adquirido fórmulas producidas por el régimen de Beijing.
La rusa Sputnik V, por su parte, fue autorizada en países como Argentina, Venezuela, México, Nicaragua, Paraguay, Líbano, Libia, Montenegro, Filipinas, Serbia, Emiratos Árabes Unidos, Irán y Siria, entre otros. Al igual que en el caso de las fórmulas chinas, la Unión Europea y Estados Unidos no aprobaron el uso del inmunizante ruso.
India, país que está sufriendo las devastadoras consecuencias del coronavirus, vacuna a su población con la fórmula local Covaxin y con la de Oxford/AstraZeneca.
No obstante, mientras gran parte de la comunidad internacional avanza -a diferente ritmo- en su plan de vacunación, todavía hay muchas naciones donde hacen falta vacunas. La mayoría de los países al margen de las dosis están en África, pero también hay escasez en Oceanía y el Caribe.
En naciones como Chad, Tanzania o Burkina Faso, por ejemplo, el personal sanitario que lucha en primera línea contra el COVID-19 no está vacunado. Burundi y Eritrea están en una situación similar.
Del otro lado del Atlántico, en Haití, uno de los países más pobres del mundo, hace poco el Gobierno se negó a recibir un despacho del mecanismo COVAX -gestionado por la OMS- porque no contaba con un plan de vacunación ni los suministros necesarios para preservar a baja temperatura las vacunas de AstraZeneca. Asimismo, las autoridades alegaron que temían que la población rechazara las dosis por los casos de coágulos en la sangre reportados en Europa. Pero días atrás, el pasado 19 de mayo, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) anunció el cambio de opinión del Ejecutivo.
A otras islas de Oceanía tampoco han llegado las primeras dosis. Pero los brotes han sido más controlados y fue posible aislar a los contagiados, lo cual hace que la situación sea menos apremiante que, por ejemplo, en África.
Joe Biden anunció la donación de 80 millones de vacunas contra el coronavirus (Reuters/ Kevin Lamarque)
En Vanuatu, con una población de 300.000 habitantes, se espera que las primeras dosis de la británica AstraZeneca lleguen a fin de mes. Pero allí solo se han reportado tres casos de coronavirus, todos en cuarentena.
Ante la creciente necesidad de ciertos países y regiones, la Unión Europea (UE) anunció la semana pasada que prevé donar al menos cien millones de dosis de la vacuna de coronavirus a países pobres a fin de año.
El objetivo es “que las vacunas lleguen a todo el mundo”, no solo exportando, sino también ayudando en la capacidad de producción de los países, indicó la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen.
En esa línea, el Gobierno de Estados Unidos donará 80 millones de dosis. Sesenta millones serán de la fórmula de AstraZeneca, que no ha sido aprobada por las autoridades sanitarias del país, y las otras 20 millones de las de Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson.
Infografías: Marcelo Regalado