El pasado 12 de junio, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, dio la última conferencia vespertina sobre COVID-19 en México. Un final “simbólico de la emergencia por la pandemia”, tras 451 días informando, de acuerdo con Carlos Loret de Mola.
El final de las conferencias se llevó a cabo con mariachis, flores y “una fiesta mexicana con al menos 242,689 muertos a cuestas” de forma oficial y alrededor de 600,000, de acuerdo con el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington.
“Sus apariciones públicas fueron siempre un desplante de soberbia y arrogancia”, criticó el periodista, quién consideró hubiese sido perdonable “de no ser porque México se volvió referencia internacional de cómo no debía manejarse la pandemia”.
El país es actualmente el cuarto lugar del mundo con más muertes, el segundo con más letalidad por contagios y el primero con más muertes del personal sanitario.
Sobre todo, Loret de Mola no escatimó en recalcar que la población y los medios perdieron interés en la conferencia de forma progresiva “ante la enorme distancia entre su dichos y la realidad”.