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Opinión

Encontrando la vida. Por Itali Heide

Itali Heide

A todos los que me prometieron que estos años serían los mejores de mi vida, qué mentira. Para ser justos, son relativamente buenos. Soy joven, estoy sana y preparada para enfrentarme al mundo… o eso creía. Definitivamente soy joven, considerablemente sana, pero ni de chiste preparada para enfrentarme al mundo. Esto no es lo que esperaba. Soñaba con una casa, un trabajo, amigos y una vida llena de decisiones y enseñanzas. En lugar de eso, estoy pasando mis años veinte arreglando todo lo que ha ido mal en el mundo y en mi vida. Sin embargo, sé que no soy la única y eso me reconforta.

Dondequiera que mire, veo reflejos de mí misma: asustados, solos, esperando que ocurra algo grande. Me reconforta saber que las generaciones anteriores también se han sentido así. De forma diferente a mí, pero la joven edad adulta golpea a todos como un tren sin frenos. Las crisis de la mediana edad se convierten en crisis continuas, pero descubrir quiénes somos a lo largo de ellas es lo divertido. ¿Quién es el ganador final, el mundo o yo? ¿Pierdo al asimilarme a la sociedad y hacer lo que se espera de mí, o gano al conseguir todo lo que sueño? La línea entre la realidad y la ilusión es más borrosa que nunca, y cada decisión parece despertar otra pregunta existencial sin respuesta.

Pero está bien, porque reconozco lo que hay detrás de sus ojos. Se preguntan quiénes son, quiénes han sido y quiénes serán. Se cuestionan sus creencias, buscan la luz y el amor, siguen cuando están perdidos y lideran cuando están inspirados. Lo sé porque yo también lo siento, hirviendo bajo mi piel en todo momento. Todavía no sé quién soy, y aunque parezca tortuoso, la verdadera vocación de la vida es averiguarlo. Cuando la pérdida parece inminente y la destrucción es inevitable, encuentran fuerza en la esperanza del mañana. Todos los pensamientos insoportables y las emociones incómodas no son más que una entrada al viaje de autodescubrimiento.

La vida tiene la interesante mezcla de ser absolutamente insoportable y maravillosamente perfecta. Dependiendo de dónde nos encontremos en nuestra vida, el ying y el yang de los altibajos son un recordatorio constante de quiénes somos. Ya sea forjando un camino profesional, encontrando el amor o enfrentándose a los demonios, estos años estarán llenos de todas las emociones conocidas por el hombre. Sólo hay un camino: hacia adelante. Recordemos que la línea de tiempo de la vida no se detiene y que es nuestro trabajo aprovechar al máximo los momentos que un día sólo residirán en nuestra memoria. Cuando encontremos la vida, no nos olvidemos de vivirla también.

Opinión

Fotografías. Por Raúl Saucedo

Las Políticas por hacer

El quehacer político moderno, a menudo toma en cuenta a los sectores de la sociedad que ostentan poder o influencia visible dentro de la comunidad:  Los adultos votan, las empresas influyen y los medios de comunicación amplifican sus voces. Sin embargo, en el complicado juego de poder, la niñez, un grupo vital pero silencioso, suelen quedarse en el margen.

La Niñez representa el futuro; es el cimiento sobre el que se construirán las próximas generaciones. Su bienestar, educación y salud son indicadores clave no solo de su calidad de vida individual, sino también del progreso y la salud de una sociedad en su conjunto. A pesar de esto, los gobiernos frecuentemente pasan por alto  la creación de políticas públicas enfocadas en este sector, principalmente porque esta parte de la sociedad no votan ni tienen voz directa en los procesos políticos.

Este “descuido” puede atribuirse a varios factores. Primero, la falta de representación política directa. La niñez depende completamente de los adultos para que sus intereses sean representados en el gobierno. Sin embargo, las agendas políticas suelen estar más influenciadas por las preocupaciones inmediatas de los votantes adultos —empleo, economía, seguridad— relegando a un segundo plano temas como la educación de calidad o la protección contra el abuso y la negligencia.

Además, la falta de datos específicos sobre los problemas que afectan a la niñez impide formular políticas bien informadas. A menudo, las estadísticas y estudios disponibles no desglosan la información por edad de manera que refleje las realidades específicas de este grupo. Esto conduce a un entendimiento incompleto de sus verdaderas necesidades y desafíos.

Es más, los problemas que afectan a la niñez suelen ser transversales y requieren una política integrada. Por ejemplo, la pobreza infantil no solo afecta la nutrición; impacta también en el acceso a la educación, la salud y las oportunidades de desarrollo social y emocional. Sin un enfoque especifico que contemple la complejidad de estos asuntos, las políticas resultantes pueden ser ineficaces o incluso contraproducentes.

La Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada en 1989 por las Naciones Unidas (ONU), establece en teoría un marco internacional para la protección de los derechos de la niñez, incluyendo el derecho a la educación, la salud y la protección contra la explotación infantil. Sin embargo, la aplicación de estos derechos en políticas concretas sigue siendo un desafío global.

Por lo tanto, es fundamental que los gobiernos reconozcan la importancia de la niñez en el desarrollo social y económico de un país. Invertir en este sector no es solo una cuestión de cumplir con obligaciones morales o internacionales, sino una estrategia prudente para fomentar sociedades más educadas, saludables y equitativas. Los niños y niñas de hoy son los adultos del mañana; sus problemas y necesidades deben ser una prioridad, no una reflexión tardía.

Para abordar esta cuestión sistémica, es necesario promover una mayor participación de los expertos en infancia en los procesos de toma de decisiones y asegurar que las políticas públicas sean evaluadas también en función de su impacto en la población infantil. Las voces de los infantes, aunque no se expresen en las urnas, deben resonar en los corredores del poder a través de quienes aboguen por su bienestar y futuro.

Ignorar las necesidades de este sector en la formulación de políticas públicas no solo es un fracaso en proteger a los más vulnerables, sino también una miopía estratégica que compromete el desarrollo sostenible y la justicia social a largo plazo. Es hora de que los gobiernos ajusten sus lentes y enfoquen claramente en el bienestar y los derechos de los niños, garantizando así un futuro mejor para todos.

Este planteamiento personal y profesional surge en reflexión del pasado 30 de abril, donde la mayoría de mis amigos publicaron historias sobre festivales infantiles en compañía de sus hijos, mientras yo daba un clavado al baúl de los recuerdos encontrando fotografías olvidadas de una etapa fundamental de mi vida, todo esto con aquella canción de fondo del Maestro Sabina donde protestamos contra el misterio del mes de abril.

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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