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Opinión

Ómicron: la oportunidad contra la polarización. Por Caleb Ordóñez T.

Para el periodista Caleb Ordóñez la variante Ómicron abre una pequeña puerta al entendimiento político en México, para la reconciliación y unidad, eso porque todos estamos expuestos a retos que nunca habíamos esperado.


Caleb Ordóñez T.

Caleb Ordóñez Talavera

Cuando caminábamos hacia la normalidad el destino nos tenía una sorpresa desastrosa. Conocimos en este nuevo episodio de la pandemia global un enemigo más viral, potente y transmisible: la variante ómicron de Covid-19.

El pasado martes 11 de enero, una nueva marca histórica en el país se registraba, cuando México sumó 33,626 casos de COVID en 24 horas. Casi todos tenemos algún conocido que ha resultado positivo, desde que la nueva variante arrasó en los primeros días del año, llenando de incertidumbre unavez más a la sociedad mexicana, que no sabe cuándo, ni como nos levantaremos de esta maldita pandemia que nos ha afectado a todos.

 

En lo personal, como sobreviviente de un cuadro de neumonía viral a causa del virus en mi cuerpo y una secuela de la misma, que consistió en una polineuropatía periférica, escuchar la voz de los expertos sobre la nueva cepa es muy poco alentador.

Para el infectólogo y excomisionado contra la influenza en el país, el Dr. Alejandro Macías, el panorama es devastador, pues el avance del virus no tiene manera de ser detenido. El experto señaló en su cuenta de twitter: «Nunca una enfermedad infecciosa se había transmitido con la velocidad que lo hace la variante Ómicron. A este paso en México, la mitad de la población se infectará en las siguientes semanas».

Para el doctor Macías el aceleramiento de dicha variante nos amenaza latentemente para todo el primer tercio del año…

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Opinión

León. Por Raúl Saucedo

La estrategia de la supervivencia

El pontificado de León XIII se desplegó en un tablero político europeo en ebullición. La unificación italiana, que culminó con la pérdida de los Estados Pontificios, dejó una herida abierta.

Lejos de replegarse, León XIII orquestó una diplomacia sutil y multifacética. Buscó alianzas —incluso improbables— para defender los intereses de la Iglesia. Su acercamiento a la Alemania de Bismarck, por ejemplo, fue un movimiento pragmático para contrarrestar la influencia de la Tercera República Francesa, percibida como hostil.

Rerum Novarum no fue solo un documento social, sino una intervención política estratégica. Al ofrecer una alternativa al socialismo marxista y al liberalismo salvaje, León XIII buscó ganar influencia entre la creciente clase obrera, producto de la Revolución Industrial. La Iglesia se posicionó como mediadora, un actor crucial en la resolución de la “cuestión social”. Su llamado a la justicia y la equidad resonó más allá de los círculos católicos, influyendo en la legislación laboral de varios países.

León XIII comprendió el poder de la prensa y de la opinión pública. Fomentó la creación de periódicos y revistas católicas, con el objetivo de influir en el debate público. Su apertura a la investigación histórica, al permitir el acceso a los archivos vaticanos, también fue un movimiento político, orientado a proyectar una imagen de la Iglesia como defensora de la verdad y del conocimiento.

Ahora, trasladémonos al siglo XXI. Un nuevo papa —León XIV— se enfrentaría a un panorama político global fragmentado y polarizado. La crisis de la democracia liberal, el auge de los populismos y el resurgimiento de los nacionalismos plantean desafíos inéditos.

El Vaticano, como actor global en un mundo multipolar, debería —bajo el liderazgo de León XIV— navegar las relaciones con potencias emergentes como China e India, sin descuidar el diálogo con Estados Unidos y Europa. La diplomacia vaticana podría desempeñar un papel crucial en la mediación de conflictos regionales, como la situación en Ucrania o las tensiones en Medio Oriente.

La nueva “cuestión social”: la desigualdad económica, exacerbada por la globalización y la automatización, exige una respuesta política. Un León XIV podría abogar por un nuevo pacto social que garantice derechos laborales, acceso a la educación y a la salud, y una distribución más justa de la riqueza. Su voz podría influir en el debate sobre la renta básica universal, la tributación de las grandes corporaciones y la regulación de la economía digital.

La ética en la era digital: la desinformación, la manipulación algorítmica y la vigilancia masiva representan serias amenazas para la democracia y los derechos humanos. León XIV podría liderar un debate global sobre la ética de la inteligencia artificial, la protección de la privacidad y el uso responsable de las redes sociales. Podría abogar por una gobernanza democrática de la tecnología, que priorice el bien común sobre los intereses privados.

El futuro de la Unión Europea: con la disminución de la fe en Europa, el papel del Vaticano se vuelve más complejo en la política continental. León XIV podría ser un actor clave en la promoción de los valores fundacionales de la Unión, y contribuir a dar forma a un futuro donde la fe y la razón trabajen juntas.

Un León XIV, por lo tanto, necesitaría ser un estratega político astuto, un líder moral visionario y un comunicador eficaz. Su misión sería conducir a la Iglesia —y al mundo— a través de un período de profunda incertidumbre, defendiendo la dignidad humana, la justicia social y la paz global.

Para algunos, el nombramiento de un nuevo papa puede significar la renovación de su fe; para otros, un evento geopolítico que suma un nuevo actor a la mesa de este mundo surrealista.

@Raul_Saucedo

rsaucedo.07@uach.mx

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