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Opinión

La otra guerra: El río de sangre mexicana. Por Caleb Ordoñez

Caleb Ordóñez T.

Caleb Ordóñez Talavera

Mientras el mundo de horroriza por lo que sucede en Ucrania. Cuando decenas de videos se viralizan en las redes con bombardeos, grabados por ucranianos llenos de incertidumbre y miedo. Mientras la determinación de Vladimir Putin se radicaliza y los intentos de frenar la guerra por parte de otros países fracasa. Cuando las amenazas de Estados Unidos y Europa contra los ataques rusos, se quedan en palabras y las caídas económicas parecen ser inevitables: México sigue viviendo una guerra interminable.

 

El pasado 27 de febrero, un mensaje en redes desde San José de García, Michoacán, por parte del cártel “Jalisco nueva generación” nos recordó que los ríos de sangre siguen fluyendo por todo punto cardinal de nuestra República.

Se habla de 17 personas que al parecer fueron fusiladas –aunque sus cuerpos no han sido hallados-. Cuentan los pobladores que aquella tarde fue un infierno, donde una turba de maleantes llegaron a su pequeña comunidad, de unos 10,000 habitantes. Ese día solo se contaba con tres policías, quienes aparentemente fueron desactivados mientras era ejecutado Alejandro N. “El pelón”, quien se ostentaba como jefe de plaza de la zona, del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Para Ricardo Mejía Berdeja, Subsecretario de la secretaria de Seguridad Pública y Ciudadana, todo se debió a un ajuste de cuentas dentro del mismo grupo delictivo: «Es decir, una diferencia donde hay intereses de carácter personal y familiar entre la cabeza de dos células…

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Opinión

León. Por Raúl Saucedo

La estrategia de la supervivencia

El pontificado de León XIII se desplegó en un tablero político europeo en ebullición. La unificación italiana, que culminó con la pérdida de los Estados Pontificios, dejó una herida abierta.

Lejos de replegarse, León XIII orquestó una diplomacia sutil y multifacética. Buscó alianzas —incluso improbables— para defender los intereses de la Iglesia. Su acercamiento a la Alemania de Bismarck, por ejemplo, fue un movimiento pragmático para contrarrestar la influencia de la Tercera República Francesa, percibida como hostil.

Rerum Novarum no fue solo un documento social, sino una intervención política estratégica. Al ofrecer una alternativa al socialismo marxista y al liberalismo salvaje, León XIII buscó ganar influencia entre la creciente clase obrera, producto de la Revolución Industrial. La Iglesia se posicionó como mediadora, un actor crucial en la resolución de la “cuestión social”. Su llamado a la justicia y la equidad resonó más allá de los círculos católicos, influyendo en la legislación laboral de varios países.

León XIII comprendió el poder de la prensa y de la opinión pública. Fomentó la creación de periódicos y revistas católicas, con el objetivo de influir en el debate público. Su apertura a la investigación histórica, al permitir el acceso a los archivos vaticanos, también fue un movimiento político, orientado a proyectar una imagen de la Iglesia como defensora de la verdad y del conocimiento.

Ahora, trasladémonos al siglo XXI. Un nuevo papa —León XIV— se enfrentaría a un panorama político global fragmentado y polarizado. La crisis de la democracia liberal, el auge de los populismos y el resurgimiento de los nacionalismos plantean desafíos inéditos.

El Vaticano, como actor global en un mundo multipolar, debería —bajo el liderazgo de León XIV— navegar las relaciones con potencias emergentes como China e India, sin descuidar el diálogo con Estados Unidos y Europa. La diplomacia vaticana podría desempeñar un papel crucial en la mediación de conflictos regionales, como la situación en Ucrania o las tensiones en Medio Oriente.

La nueva “cuestión social”: la desigualdad económica, exacerbada por la globalización y la automatización, exige una respuesta política. Un León XIV podría abogar por un nuevo pacto social que garantice derechos laborales, acceso a la educación y a la salud, y una distribución más justa de la riqueza. Su voz podría influir en el debate sobre la renta básica universal, la tributación de las grandes corporaciones y la regulación de la economía digital.

La ética en la era digital: la desinformación, la manipulación algorítmica y la vigilancia masiva representan serias amenazas para la democracia y los derechos humanos. León XIV podría liderar un debate global sobre la ética de la inteligencia artificial, la protección de la privacidad y el uso responsable de las redes sociales. Podría abogar por una gobernanza democrática de la tecnología, que priorice el bien común sobre los intereses privados.

El futuro de la Unión Europea: con la disminución de la fe en Europa, el papel del Vaticano se vuelve más complejo en la política continental. León XIV podría ser un actor clave en la promoción de los valores fundacionales de la Unión, y contribuir a dar forma a un futuro donde la fe y la razón trabajen juntas.

Un León XIV, por lo tanto, necesitaría ser un estratega político astuto, un líder moral visionario y un comunicador eficaz. Su misión sería conducir a la Iglesia —y al mundo— a través de un período de profunda incertidumbre, defendiendo la dignidad humana, la justicia social y la paz global.

Para algunos, el nombramiento de un nuevo papa puede significar la renovación de su fe; para otros, un evento geopolítico que suma un nuevo actor a la mesa de este mundo surrealista.

@Raul_Saucedo

rsaucedo.07@uach.mx

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