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Él es Tenoch Huerta, el primer mexicano en una película de Marvel

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El actor se convertirá en noviembre en el primer mexicano en interpretar a un personaje de Marvel en la gran pantalla. Será en Black Panther: Wakanda Forever, quizá la película más reivindicativa del universo cinematográfico del estudio. Mientras tanto, prepara además el lanzamiento de Orgullo prieto, el libro con el que avanzará en su lucha activa por la igualdad racial en el cine nacional.

Texto: Daniel González
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Remember When We Were Young

“Quiero decir algo sobre la inclusión. Vengo de un barrio y, gracias a la inclusión, estoy aquí. Muchos niños en el barrio nos están viendo mientras sueñan con estar aquí. Y lo van a lograr”. Las palabras de Tenoch Huerta (Ecatepec de Morelos, 1981), quizás el mexicano más talentoso de su generación, retumbaban en el Centro de Convenciones de San Diego, sede anual del Comic-Con, mientras el intérprete, activista, escritor y ahora superhéroe se presentaba ante el mundo como Namor, el nuevo antagonista de Wakanda Forever, secuela de Black Panther y gran esperanza taquillera de Marvel una vez que se estrene el próximo 11 de noviembre. “Lo que ocurre es que ahora estoy en una posición de poder e influencia y quiero utilizar esos privilegios que he conquistado para tratar de cambiar el pinche mundo en el que vivo”, reflexionaba para Life and Style días antes de su presencia en el sur de California, visita que aprovechó para ampliar ese mensaje que lleva repitiendo desde que comenzó a formar parte de la industria: “el cine mexicano es racista y clasista”.

Licenciado en Periodismo y Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México, Huerta llegó al cine a los 25 años, inaugurando de paso una militancia de clase pocas veces vista en el gremio. “Cuando empecé en la actuación, me di cuenta de las diferencias. Por ejemplo, algo que es una tontería, pero que es importante: cuando en un rodaje llega la hora de comer, en la mesa de los productores y directores, habitualmente blancos, no hay tortillas. Ni siquiera comemos lo mismo”, analiza el orgulloso miembro del colectivo Poder prieto, mientras busca la femoral de uno de los grandes tabúes del entretenimiento mexicano. “Los blancos representan 10 por ciento de la población mexicana, no entiendo por qué tendrían que representar más de ese porcentaje en el cine y la televisión”. Compromiso y militancia, el patrón que dirige una trayectoria en la que el indie y el mainstream, la pequeña y la gran pantalla nunca dejan de mezclarse, como un mantra de los nuevos tiempos.

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EL INTÉRPRETE

Nacido en el Estado de México e hijo de un ingeniero aficionado al cine, Tenoch Huerta llegó a la interpretación más tarde de lo habitual, quizá porque no se sentía identificado con lo que veía al otro lado. “Nunca me vi como actor. Simplemente, es algo que ocurrió y que agradezco que haya sucedido”, recuerda la nueva cara de Hollywood, todavía meca del séptimo arte, mientras desgrana sus orígenes. “Yo no soñaba con trabajar en Hollywood, porque uno no puede soñar lo que no puede ver y yo no veía actores de color en mis películas. Por lo tanto, nunca soñé con ser actor”, explica al tiempo que trata de psicoanalizar “las narrativas” que marcaban la industria mexicana a comienzos de siglo y que, en su opinión, han incluso “involucionado” hasta llegar a la actualidad. Porque durante su infancia y adolescencia en México, tal y como recuerda, no había “actores morenos en el cine”. “Si eran hombres, los pocos morenos que había en el cine mexicano hacían papeles de delincuentes, de jodidos sufridores o de rateros, y si eran mujeres interpretaban a prostitutas, chicas de la limpieza o adolescentes embarazadas. Pero, de repente, ese personaje que antes mataba, que robaba y que solo abría la puerta se convirtió en protagonista. Fue entonces cuando nos llamaron a nosotros, a los prietos, para que hiciéramos esos personajes”.

A su primera película, Así del precipicio (2006), llegó tras los consejos de Carlos Torres Torrija, profesor y mentor encargado de convencerlo de que con trabajo, pasión y dedicación podría encontrar un hueco en la escena. Seis años después, levantó en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México el premio Ariel a la mejor actuación por su papel en Días de gracia(2012), ópera prima de Everardo Gout para la que, en una suerte de personal método Stanislavski, incluso se matriculó de incógnito en una academia de policía para absorber la información necesaria que llevara a su personaje desde la abstracción conceptual a una realidad palpable.

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Comenzaba así una carrera honesta y orgánica que, sin proponérselo, tocaría su clímax en las colinas más famosas del mundo tras aceptar el papel de Namor, el nuevo villano con el que Marvel cerrará la cuarta fase de su universo cinematográfico (MCU). En su cabeza, y en la de todos nosotros, quedan sus varias docenas de películas, sus incursiones en la escena del blockbuster Spectre(2015), Escobar: Paradise Lost (2014), The Forever Purge (2021), Narcos: México (2018-2020), Los 33 (2015), Mozart in the Jungle (2015-2016), Capadocia (2008)–, su implicación con el cine mexicano de autor y su capacidad para absorber la historia de su país y trasladarla a la pantalla en proyectos como Sin nombre (2009), Colosio: El asesinato (2012), El encanto del águila (2011) y Blue Demon(2016-2017). El camino, sin embargo, nunca estuvo tan asfaltado como a uno le gustaría.

Dice Tenoch que el cambio que se produjo en México en los papeles protagónicos –esto es, la aceptación de “actores morenos” encabezando elencos–, tuvo un motivo y una consecuencia. El motivo. “Los festivales de cine europeos, especialmente los franceses”, nos cuenta. “Esos festivales empezaron a privilegiar la pornomiseria, y para mostrarla, los productores nos llamaron a los morenos. A los europeos les encanta la idea de ver situaciones violentas y grotescas en el tercer mundo para sentirse orgullosos de que ellos no lo son. Entonces empiezan a darte premios, porque les mostramos que los salvajes somos nosotros y no ellos”. ¿La consecuencia? Una suerte de efecto acción-reacción liderado por aquellos que antes ocupaban ese espectro.

“Cuando esa camada de prietos alcanzó los roles protagónicos y llegaron los premios, el prestigio y el estatus, ocurrió que parte de los que ocupaban ese espacio con anterioridad comenzaron a quejarse porque se sentían discriminados. Hoy, si te fijas, el jefe narco es blanco, cool y fresa, vive en la Condesa y siempre está arrepentido. Fueron las circunstancias las que lo llevaron ahí, no sus acciones. Pero su brazo derecho es prieto, loco, resentido, asesino, grotesco, vulgar y salvaje. Siempre. El hombre blanco sufre conflictos interiores por ser narco, pero es el líder. A su alrededor, el prieto asesino nunca tiene esos conflictos. Y lo mismo ocurre con los papeles femeninos. Es una constante y, de hecho, creo que ahora se está poniendo peor”, explica.

En su opinión, la democratización de las plataformas de streaming, responsables de la explosión que ha sufrido el consumo del entretenimiento global, tampoco ha ayudado a cambiar el panorama. Aumentan las producciones, las temáticas, crece la industria y, de alguna manera, se generaliza el acceso a nuevos contenidos, pero no se está atacando el problema desde la raíz.

EL ESCRITOR

“Las plataformas en América Latina y en México hacen gala de un supremacismo blanco que sostienen con sus producciones. La blanquitud en México representa 10 por ciento de la población, pero aparece en 70 por ciento de todo lo que se produce. Y eso, en mi opinión, lo vean como lo vean, es supremacismo”, relata Tenoch, para quien la lucha por los derechos y por un sistema de igualdad parece haberse convertido en un leit motiv más que añadir a su carrera artística. Tanto, que a finales de octubre está prevista la publicación de Orgullo prieto, libro que edita Penguin-Random House, bajo el sello Grijalbo, con el que espera multiplicar la concienciación del público mexicano respecto a una realidad que Huerta sostiene con algunas reflexiones.

«LA HISTORIA SIEMPRE LA CUENTAN LOS BLANCOS. EN MÉXICO, POR EJEMPLO, LOS CINEASTAS, LOS GUIONISTAS Y LOS PRODUCTORES SON BLANCOS, LA MAYORÍA DE COLEGIOS DE ÉLITE».

 

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“La historia siempre la cuentan los blancos. En México, por ejemplo, los cineastas, los guionistas y los productores son blancos, la mayoría procedentes de colegios de élite y la mayoría con orígenes familiares con comodidades económicas. No es necesario ser europeo para ser colonizador y la Condesa es un gran ejemplo de eso, porque la blanquitud no siempre tiene que ver con el color de piel”.

Organizado a través de “narraciones de experiencias junto a algunas puntualizaciones y explicaciones”, el libro buscará, según Tenoch, “ayudar a que entendamos nuestros errores para así no volver a repetirlos”. En sus páginas, a partir de reflexiones personales, nos comparte varios episodios de su vida en los que ha sufrido racismo e incluso acepta que lo ha ejercido, así como clasismo y machismo. «Al final, se trata de un sistema en el que todos estamos involucrados y por eso, en ocasiones, las cosas que me han hecho a mí las he replicado. Nacimos en una cultura racista y aunque no queramos, forma parte de nuestra identidad. El contexto en el que nos criamos está en nuestro ADN. Si te lo explicaron y lo entendiste y sigues haciéndolo, ya es tu problema.

Hay que explicar las cosas de la manera más suave y cariñosa, pero sin dejar de ser firme”. La idea, explica Tenoch, un paso más en su lucha actual en contra del racismo tanto en el entorno cinematográfico como en el país en general, surgió de Ángela Olmedo, la editora sevillana que lo convenció de la necesidad de publicar algo así. “Me buscó porque para ella también era importante que se escribiera sobre estas cuestiones. Ella es española radicada en México y entiende, le preocupa y está involucrada con lo que ocurre. Mi respuesta fue que yo no era académico. Le dije que podía dar mi opinión, pero que no era un teórico, y fue justo ahí donde ella se agarró. Me contestó que había que sacar esos temas de la academia y de los salones de la universidad y me convenció”.

La escritura, casi siempre patrón e hilo conductor de todas las artes, se convierte en la carrera de Tenoch en una mutación natural del estado de las cosas, pero siempre sin perder de vista esa organicidad natural que lo ha terminado llevando a Hollywood. Es como si Poder prieto, ese grupo de amigos, compañeros y conocidos que un día se levantaron contra las injusticias socioeconómicas que atraviesa el país, hubiera decidido agarrar papel y pluma y comenzar a intelectualizar un movimiento que ya está a punto de transformarse en asociación civil sin fines de lucro, “nunca en un partido político”, remacha Huerta, porque “en todos los partidos, en los de izquierda, centro, derecha y más a la derecha hay racismo”.

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“Poder Prieto nació literalmente en WhatsApp. Pepe Aguilar, activista, fundador y director de RacismoMx, Maya Zapata y Horacio Rojas crearon este chat, que fue creciendo hasta que de repente nos dimos cuenta de que éramos 200 personas en el mismo barco defendiendo los mismos objetivos y hablando de lo mismo. Ahí fue cuando nació la idea de crear un colectivo en el que también acabó involucrándose gente de otros ámbitos, con otras preocupaciones y otras luchas. No somos un movimiento partidista, pero sí creemos que hay que tener ideología, plantarse ante las injusticias de la vida y tener una postura. Es cierto que todo acto humano, al final, es un acto político, pero eso no quiere decir que formemos parte de la politiquería. Simplemente estamos en contra del racismo”, analiza Tenoch, para quien, en realidad, la idea no era tan revolucionaria como podría parecer. Sobre todo para alguien que lleva toda una vida observando, analizando y enfrentándose a la coyuntura que atraviesa México de norte a sur. Esto es, un paso orgánico, más que una decisión disruptiva. “Cuando llegué al mundo del cine, ya hablaba de estos temas. Quizá no con la claridad con la que ahora lo hago, pero ya lo hacía. También es verdad que cuando mostraba mi opinión en una entrevista, nunca aparecía publicada.

Fue cuando surgió Black Lives Matter cuando en México un montón de actores, actrices, guionistas, productoras, productores pusieron su pantalla en negro en su celular, mostrando solidaridad con la causa. Entonces a mí se me ocurrió preguntar: “Cuando terminemos de apoyar el tan necesario movimiento antirracista en Estados Unidos, ¿tendremos tiempo de hablar del racismo en México o seguirá siendo tabú?”. Muchos de los que se habían puesto la pantalla en negro me escribieron mensajes públicos y privados pidiéndome que dejara de hablar de ello. Incluso un actor llegó a definirme como “resentido de la Conquista”, recuerda con un dejo de amargura contenida sobre unos años en los que, por momentos, sintió la soledad de la lucha.

«DURANTE MUCHO TIEMPO, ME SENTÍ SOLO, PERO ME DI CUENTA DE QUE HABÍA UN MONTÓN DE VOCES DEFENDIENDO LO MISMO. MUCHOS ESTABAN ASUSTADOS, PORQUE CUANDO OPINABAN, LES DESTROZABAN LA CARRERA. FUE CON LA APARICIÓN DE PODER PRIETO CUANDO LOGRAMOS JUNTAR ESAS VOCES”.

 

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“Es cierto que durante mucho tiempo me sentí solo, pero rápidamente me di cuenta de que había un montón de voces diciendo y defendiendo lo mismo. Muchos estaban asustados, porque cuando opinaban, les destrozaban la carrera. Fue con la aparición de Poder prieto cuando logramos juntar esas voces hasta conceptualizar lo que estaba ocurriendo. Una vez que se ponen nombres a las situaciones, el siguiente paso es más fácil”.

EL SUPERHÉROE

Y, de repente, la llamada de Marvel, propiedad de Disney, el multimillonario estudio que, este sí, cambió para siempre las narrativas que había propuesto Hollywood en las últimas décadas. Fue Ryan Coogler en persona, director de Fruitvale Station (2013), Creed (2015) y Black Panther (2018), quien se puso en contacto con Huerta a través de una videollamada para ofrecerle el papel de Namor –el villano que no solo cambió para siempre la vida del actor, sino también la de la franquicia y la película con la que el legendario estudio de cómics cerrará la influyente cuarta fase del MCU– en Wakanda Forever. “Fue todo muy bizarro”, recuerda entre risas. “Yo estaba en Nueva Orleans rodando una película y de repente mi equipo en Estados Unidos me avisa que Ryan Coogler quería hablar conmigo, pero no sabíamos el motivo. Ya en la llamada, empezó a contarme parte de la historia, dándome algunas pistas sobre la película, sobre la historia, lo que iba a ocurrir con Wakanda…

Pero de repente, en medio de la conversación, el Zoom se quedó bloqueado y cuando regresé me dijo: “Entonces, ¿cómo lo ves?”. Le contesté que todo bien, pero en realidad no sabía qué me estaba ofreciendo porque no lo había entendido. Fue hasta un par de días después cuando comprendí que me estaban ofreciendo ¡el nuevo personaje de Marvel! Ah, también me preguntaron si sabía nadar. Respondí que nunca me había ahogado y regresé con mis managers”. Fue esa pregunta, la de si sabía nadar, la que marcó el resto de las conversaciones con el gigante hollywoodense. Porque, en realidad, Tenoch Huerta no sabía nadar. “Claro que no dije nada entonces, porque no me iban a dar el papel”, dice entre carcajadas. “Tuvimos que explicarles mediante mi abogado en Estados Unidos que así somos los mexicanos. Jamás decimos que no y luego ya vemos qué pedo”, añade. Eso ocurrió hace dos años. Poco después, ya entrenado y preparado, comenzó el rodaje en Atlanta, que se prolongó durante ocho meses y medio.

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Creado por Bill Everett en 1938, Namor es ya hoy, a un par de meses del estreno de Wakanda Forever, uno de los personajes más esperados por la fanbase de Marvel, que aplaudió con pasión su presentación en la última edición de la Comic-Con de San Diego. Sin embargo, habrá cambios en su concepción para adaptarlo a la secuela, proceso en el que, de alguna manera, Tenoch participó apoyado por el equipo. “En la película hay una inspiración mesoamericana, basada en la investigación de un equipo formado por personas procedentes de diferentes rubros profesionales”, confiesa mientras agradece el trato que recibió durante el rodaje. “Te consideran un colaborador y siempre estuvieron muy abiertos a mis comentarios y proposiciones para mejorar al personaje. Puedo decir que escucharon 90 por ciento de mis notas y propuestas, además de que desde el principio les dejé claro cuáles eran mis convicciones y mis luchas fuera de la pantalla”, sostiene sobre una película que es además una de las más rebeldes de la historia de Marvel. “En los cómics, Namor es anticapitalista y anticolonialista. ¡Es chairo!”, exclama. Casualidades de la vida. O no.

 

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Georgina Ledezma vende pulseras hechas a mano. Alumna del CAM 7507

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Alumna del CAM 7507 del grupo de proyectos productivos, Georgina Kanakoqui Ledezma de 18 años de edad, joven alegre, entusiasta y trabajadora, con grandes habilidades para estar en un ambiente de trabajo, solicita el apoyo de la comunidad en general para que adquieran pulseras elaboradas con sus propias manos.

 


Bajo la asesoría y acompañamiento de la maestra Gabriela Rivero, en cuyas clases se desarrollan habilidades laborales con la finalidad de auto emplearse y/o realizar prácticas en ambientes reales, fue donde se gestó este emprendedurismo por parte de Georgina en la que de realizarlas como pasatiempo surgió la idea de ponerlas a la venta para generar sus propios ingresos como incentivo además, para que ella se sienta autónoma y feliz ya que debido a su delicada situación de salud no puede ejercer dentro de una empresa.
Este caso de éxito en la elaboración y convencimiento de producir artículos para su venta forma parte de los objetivos de nivel de formación para la vida adulta del CAM 7507 donde las maestras Ivone Santiago y Lydia Stirk del grupo de prácticas Laborales dan seguimiento puntual a todo su estudiantado.
Las pulseras de la joven Kanakoqui Ledezma estarán en venta en el restaurante “MAYÓLICA” ubicado en Blvd. Antonio Ortiz Mena 2033 Colonia Campestre-Lomas con un costo de $30 pesos.

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