En la mayor empresa de televisión de México, el consultor de marca tenía una valoración tajante: hacer a una mujer la presentadora de un noticiario en horario de máxima audiencia podría ser un terrible error.
Las encuestas mostraban que muchos hombres mexicanos nunca le creerían a una mujer, y mucho menos a Denise Maerker, la presentadora de mediana edad elegida para el puesto, a la que se consideraban fría en lo personal y sin experiencia profesional.
“‘Es muy sencillo, es una mala decisión de la empresa’” , recuerda Maerker que le dijo el asesor en aquella reunión de 2016. “Decía ‘recapacita, esto es muy grave’”.
La empresa, Televisa, se quedó con Maerker de todos modos; y con el tiempo se convirtió en la presentadora de noticias más vista de México, con el triple de espectadores que su competidor más cercano.
Pero ahora, es ella quien tiene dudas sobre el lugar al que pertenece.
Al enfrentarse al presidente del país, Andrés Manuel López Obrador, que frecuentemente usa su plataforma para hablar mal de la prensa, los medios mexicanos se han vuelto profundamente polarizados y pasan gran parte del tiempo en una batalla con el hombre más poderoso de México.
Maerker está entre las pocas voces destacadas que quedan que en su mayor parte ha evitado ser arrastrada al cuadrilátero. Ella dice que intenta adherirse a un fundamento del periodismo independiente: la imparcialidad.
Este lunes, Maerker, de 58 años, dejará su puesto frente a las cámaras en un momento en que dicho principio está bajo amenaza. Sus defensores dicen que es una pérdida para la objetividad en un país cada vez más dividido. Sus críticos dicen que su enfoque en realidad es demasiado suave y que ya no tiene lugar en el aguerrido escenario mediático del México actual.
Mientras el país se acerca a unas elecciones presidenciales muy disputadas, Maerker ha empezado a creer que el estilo restringido de su cobertura pronto será más difícil de sostener.
“Cada vez va a haber menos espacio de aquí a las elecciones para posiciones que no sean blanco o negro”, dijo, “menos espacio para gente como yo”.
El presidente ha tenido una relación combativa con los medios desde que asumió el cargo en 2018, empleando su púlpito intimidatorio para menospreciar a la prensa independiente y retratar a los reporteros críticos como agentes de una oposición decidida a verlo fracasar.
En un país en el que los comentaristas más destacados son fieles defensores del presidente o sus más acérrimos detractores, Maerker se muestra a mitad de camino. Mantiene un tono ecuánime, intenta usar el menor número posible de adjetivos y evita a toda costa “una colisión directa” con el presidente.
La campaña para las elecciones presidenciales de 2024 empezará este año, y si bien la política es siempre un deporte de combate en México, la contienda que se avecina enfrentará a rivales acérrimos del propio partido del presidente. Se prevé que las elecciones resulten especialmente desagradables.
“La temporada electoral es temporada de caza y la evasión de conflictos no va a funcionar”, dijo Carlos Bravo Regidor, un analista político que vive en Ciudad de México. “Un noticiero televisivo que no polemice será condenado a que no lo vean o que no sea relevante”.
En México, la combatividad no era algo por lo que el oficio fuera conocido cuando Maerker entró al periodismo. Politóloga de formación —obtuvo su maestría en la prestigiosa Universidad de la Sorbona de París—, consiguió su primer trabajo en medios entrevistando a políticos para una cadena emergente en 1997.
Su productor le dijo que no importaba que nunca hubiera estado en televisión.
“Vas a decir ‘hola, muy buenas noches’ y te vas a voltear y tú vas a hacer tu entrevista y luego te volteas y dices ‘gracias’”, recuerda que le dijo el productor.
El país había estado gobernado por un solo partido durante décadas, y los votos habían sido comprados o robados durante tanto tiempo que no había necesidad de criticar públicamente a los funcionarios electos, según los expertos. Sin embargo, la situación cambió cuando las elecciones se volvieron realmente competitivas y los candidatos, de repente, vieron el valor de convencer a la gente para que votara por ellos.
Canal 40, su cadena pequeña y sin recursos, aprovechó el momento. Quizá porque nunca se habían visto obligados a eludir las preguntas, los políticos que se presentaban ante Maerker se mostraban extraordinariamente sin filtro.
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