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Opinión

Esperanza al invisible. Por Itali Heide

Ya nos sabemos el cuento: en el corazón de Tenancingo, Estado de México, las comunidades se encontraron ante una ardua batalla contra enfermedades prevenibles. La situación era desesperada, ya que enfermedades como la hepatitis, el VIH, la infección por el virus del papiloma humano (VPH) y la tuberculosis empezaron a asolar la región, amenazando la salud y el bienestar de sus habitantes.

Excepto que esta no es una historia de hace años: esto sigue ocurriendo todos los días, a cada hora y a cada minuto, y no es exclusivo de Tenancingo. Aunque muchos de nosotros nos hemos acostumbrado a los brillantes suelos de linóleo, a una farmacia en cada esquina y a un médico siempre al teléfono, México está lejos de la sanidad universal.

En Tenancingo, surgió un faro de esperanza en forma de Medical IMPACT. Reconociendo la urgente necesidad de abordar la creciente crisis sanitaria, la organización se embarcó en un viaje para apoyar y empoderar a la comunidad.

La historia de la lucha de Tenancingo contra las enfermedades prevenibles se entrelaza con los esfuerzos del apasionado equipo de Medical IMPACT. Médicos, enfermeras y especialistas se unen en su determinación de marcar la diferencia y con cada capítulo, se proponen llevar el don de la inmunización a todas las puertas, abriendo futuros por doquier.

En Tenancingo surgen historias de transformación y resiliencia. Las familias, agobiadas por el peso de enfermedad, encuentran una esperanza renovada al recibir las vacunas que las protegerán de los peligros de lo prevenible. Niños, antes atormentados por el “qué será” salubre, descubren una nueva oportunidad en la vida al embarcarse en un viaje hacia la protección y el bienestar.

Sin embargo, las luchas de Tenancingo no quedan aisladas dentro de sus fronteras. La historia se hace eco de una verdad universal: un México que lucha contra las disparidades en el acceso a la atención sanitaria.

Pasan las páginas y resuena la voz de Medical IMPACT y The People’s Vaccine Alliance. Defienden la distribución equitativa y el acceso justo a las vacunas, reconociendo que la batalla contra las enfermedades prevenibles sólo puede ganarse si se protege a nuestros más vulnerables.

La batalla de Tenancingo es una llamada a la acción, una llamada a la vacunación universal como piedra angular de la salud pública. Es una invitación a superar la brecha sanitaria y fomentar un mundo en el que todos, independientemente de su origen o circunstancias, puedan acceder a la protección que ofrecen las vacunas.

Opinión

El G20: ¿Progreso real o más promesas vacías? Por Sigrid Moctezuma

Hablar del G20 es hablar de una oportunidad única: una reunión que pone sobre la mesa problemas que afectan directamente nuestras vidas, como la pobreza y el cambio climático. Pero, ¿Estamos realmente avanzando o seguimos atrapados en las buenas intenciones?

En pleno 2024, más de 700 millones de personas en el mundo viven con menos de 2 dólares al día, y el cambio climático sigue empujando a millones al borde de la desesperación. Según la FAO, en 2023 hubo un aumento alarmante de 122 millones de personas que enfrentan inseguridad alimentaria debido a conflictos y fenómenos climáticos extremos. Estas cifras no son abstractas; son vidas humanas, historias de lucha diaria que rara vez llegan a los titulares.

Erradicar la pobreza no es simplemente “dar más dinero”. Se trata de atacar la raíz del problema: desigualdades históricas y estructuras económicas que privilegian a unos pocos. Por ejemplo, los países del G20 representan el 85% del PIB mundial, pero también son responsables del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Es una contradicción enorme: quienes tienen más recursos para ayudar son también quienes más contribuyen al problema.

También es fácil hablar de «transición energética» y «economía verde», pero ¿Qué significa esto para alguien que perdió su casa por un huracán? En México, por ejemplo, los desastres naturales generaron pérdidas económicas por más de 45 mil millones de pesos en 2023. Y mientras tanto, los países más contaminantes siguen retrasando acciones contundentes, como reducir su dependencia de los combustibles fósiles. ¿Por qué? Porque aún les resulta más barato contaminar que invertir en soluciones sostenibles?.

¿Qué se debería hacer?

Las soluciones están claras, pero falta voluntad política. El G20 propone algunas ideas interesantes: redistribuir recursos, apoyar economías locales y fomentar la innovación tecnológica para reducir desigualdades. Pero todo esto suena a más promesas, a menos que veamos medidas concretas. ¿Dónde están los fondos para las comunidades más vulnerables? ¿Por qué no se prioriza la educación y la formación laboral en zonas desfavorecidas?

Como sociedad, necesitamos exigir que las grandes cumbres dejen de ser solo escenarios de fotos grupales. Los líderes globales deben recordar que detrás de cada estadística hay una persona que sufre, pero también que sueña con un futuro mejor. Si no empezamos a construir ese futuro ahora, ¿cuándo lo haremos?

El G20 no es la solución mágica, pero puede ser un catalizador. Si los compromisos se traducen en acciones reales, estaremos un paso más cerca de un mundo más justo. Si no, solo estaremos alimentando un ciclo de discursos vacíos que poco tienen que ver con las necesidades reales de la gente.

¿Qué opinas tú? ¿Crees que estas cumbres realmente cambian algo o son puro espectáculo?

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