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Opinión

Trascendiendo cifras. Por Itali Heide no

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En medio del discurso global sobre la salud, se yergue un aspecto crucial que, con frecuencia, se desliza bajo el radar: la imperiosa necesidad de garantizar la vacunación universal y el acceso a servicios médicos en el Sur Global.

Más allá de las estadísticas y los números, esta es una historia de personas y de lucha, una historia que destaca la importancia del trabajo que se hace y lo mucho que falta por hacer.

Imaginemos por un momento la promesa de un mundo en el que la atención médica integral no sea un lujo, sino una norma universal. En este mundo, las enfermedades prevenibles no despojan a las comunidades de su futuro, y el bienestar es un derecho inalienable. Esta visión no es utopía; es el camino hacia la equidad y la justicia, hacia la construcción de economías resilientes y sociedades más igualitarias.

La vacunación universal no es simplemente un protocolo médico, es un acto de reconocimiento de la dignidad humana que trasciende fronteras y nacionalidades. Es una promesa colectiva de velar por la salud de todos, sin importar si se trata de niños en un pueblo olvidado o en una bulliciosa metrópoli.

Esta lucha no se trata solo de afirmar que cada vida cuenta en cada inyección: es sobre la creación de sistemas de atención médica accesibles, sobre derribar las barreras que mantienen a las comunidades marginadas fuera del alcance de la atención médica de calidad. Es un llamado a construir una red de seguridad que proteja a las personas más vulnerables de las amenazas de salud inminentes.

Este esfuerzo trasciende las cifras y los presupuestos. Es un compromiso enraizado en un cambio de perspectiva y prioridades. No estamos hablando solo de números, sino de historias que encierran un potencial transformador. Las vidas que suelen quedar ocultas y olvidadas exigen su merecida visibilidad.

El clamor por la vacunación universal y el acceso a servicios médicos resuena en todos los rincones del planeta. En este coro, emergen actores como Medical IMPACT y The People’s Vaccine Alliance. Son luchadores incansables, y sus acciones hablan más alto que las palabras. Su compromiso no solo resalta la importancia de esta narrativa, sino que también inspira esperanza en un mundo más saludable y justo.

En este viaje hacia la equidad en la salud, es crucial recordar que estamos tejiendo una historia que supera barreras geográficas y culturales. En última instancia, esta lucha no es solo por la supervivencia, sino por el florecimiento humano en todas sus formas.

Es una declaración audaz de que cada vida importa, sin importar dónde se encuentre. A medida que Medical IMPACT y The People’s Vaccine Alliance continúan su trabajo incansable, tejamos nuestra propia parte en esta historia de cambio.

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Fotografías. Por Raúl Saucedo

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Las Políticas por hacer

El quehacer político moderno, a menudo toma en cuenta a los sectores de la sociedad que ostentan poder o influencia visible dentro de la comunidad:  Los adultos votan, las empresas influyen y los medios de comunicación amplifican sus voces. Sin embargo, en el complicado juego de poder, la niñez, un grupo vital pero silencioso, suelen quedarse en el margen.

La Niñez representa el futuro; es el cimiento sobre el que se construirán las próximas generaciones. Su bienestar, educación y salud son indicadores clave no solo de su calidad de vida individual, sino también del progreso y la salud de una sociedad en su conjunto. A pesar de esto, los gobiernos frecuentemente pasan por alto  la creación de políticas públicas enfocadas en este sector, principalmente porque esta parte de la sociedad no votan ni tienen voz directa en los procesos políticos.

Este “descuido” puede atribuirse a varios factores. Primero, la falta de representación política directa. La niñez depende completamente de los adultos para que sus intereses sean representados en el gobierno. Sin embargo, las agendas políticas suelen estar más influenciadas por las preocupaciones inmediatas de los votantes adultos —empleo, economía, seguridad— relegando a un segundo plano temas como la educación de calidad o la protección contra el abuso y la negligencia.

Además, la falta de datos específicos sobre los problemas que afectan a la niñez impide formular políticas bien informadas. A menudo, las estadísticas y estudios disponibles no desglosan la información por edad de manera que refleje las realidades específicas de este grupo. Esto conduce a un entendimiento incompleto de sus verdaderas necesidades y desafíos.

Es más, los problemas que afectan a la niñez suelen ser transversales y requieren una política integrada. Por ejemplo, la pobreza infantil no solo afecta la nutrición; impacta también en el acceso a la educación, la salud y las oportunidades de desarrollo social y emocional. Sin un enfoque especifico que contemple la complejidad de estos asuntos, las políticas resultantes pueden ser ineficaces o incluso contraproducentes.

La Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada en 1989 por las Naciones Unidas (ONU), establece en teoría un marco internacional para la protección de los derechos de la niñez, incluyendo el derecho a la educación, la salud y la protección contra la explotación infantil. Sin embargo, la aplicación de estos derechos en políticas concretas sigue siendo un desafío global.

Por lo tanto, es fundamental que los gobiernos reconozcan la importancia de la niñez en el desarrollo social y económico de un país. Invertir en este sector no es solo una cuestión de cumplir con obligaciones morales o internacionales, sino una estrategia prudente para fomentar sociedades más educadas, saludables y equitativas. Los niños y niñas de hoy son los adultos del mañana; sus problemas y necesidades deben ser una prioridad, no una reflexión tardía.

Para abordar esta cuestión sistémica, es necesario promover una mayor participación de los expertos en infancia en los procesos de toma de decisiones y asegurar que las políticas públicas sean evaluadas también en función de su impacto en la población infantil. Las voces de los infantes, aunque no se expresen en las urnas, deben resonar en los corredores del poder a través de quienes aboguen por su bienestar y futuro.

Ignorar las necesidades de este sector en la formulación de políticas públicas no solo es un fracaso en proteger a los más vulnerables, sino también una miopía estratégica que compromete el desarrollo sostenible y la justicia social a largo plazo. Es hora de que los gobiernos ajusten sus lentes y enfoquen claramente en el bienestar y los derechos de los niños, garantizando así un futuro mejor para todos.

Este planteamiento personal y profesional surge en reflexión del pasado 30 de abril, donde la mayoría de mis amigos publicaron historias sobre festivales infantiles en compañía de sus hijos, mientras yo daba un clavado al baúl de los recuerdos encontrando fotografías olvidadas de una etapa fundamental de mi vida, todo esto con aquella canción de fondo del Maestro Sabina donde protestamos contra el misterio del mes de abril.

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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