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Opinión

El dilema de la vacunación infantil. Por Itali Heide

La exploración de las tendencias de vacunación infantil ha dado resultados, culminando en el evento “Foro Vacunación para la niñez: #SíPodemos”, orquestrada por Pacto por la Primera Infancia y otros actores de sociedad civil. El evento reunió a expertos de diversos sectores para analizar, discutir y proponer soluciones a los retos que rodean la vacunación infantil en México.

Itali Heide

Itali Heide

México ha mantenido durante décadas una reputación mundial como pionero en vacunación, situándose a la cabeza de las clasificaciones mundiales. Sin embargo, el panorama ha cambiado drásticamente en la última década, con la pandemia de COVID-19 exacerbando los ya frágiles sistemas y siendo testigo de un declive en el Programa de Vacunación Universal.

Alberto Sotomayor, Coordinador de Investigación de Pacto por la Primera Infancia, presentó durante el foro el «Diagnóstico de la vacunación infantil en México, 2010-2022: Un llamado a la acción». El estudio resaltó el declive en el esquema completo de vacunación en menores de 1 año, ya que sólo 4 de cada 10 logran una cobertura total. Sorprendentemente, esta cifra se reduce a apenas 26% para niños de hasta 2 años, según revelan datos de la ENSANUT de 2022.

En 2021, México se encontró entre los 20 países con mayor número de niños sin una sola dosis de vacuna. A pesar de una modesta recuperación en la cobertura de vacunación de 2021 a 2022, el país sigue lejos de cumplir con los compromisos nacionales e internacionales de 95% de cobertura de vacunación y 90% de cumplimiento del esquema de vacunación.

Las sugerencias de los actores del foro incluyen el diseño de un programa para atender a los niños no vacunados, reservar recursos presupuestarios para los programas de vacunación, aumentar la inversión en la red de la cadena de frío y ampliar la promoción de las vacunas.

En la búsqueda de un futuro más sano y resistente, estas recomendaciones tienen como objetivo reavivar el compromiso de México para salvaguardar el bienestar de su población más joven a través de un programa de vacunación infantil robusto y eficaz. El camino por recorrer exige unidad, determinación y un esfuerzo colectivo para revivir el legado de salud pública de México.

Opinión

El G20: ¿Progreso real o más promesas vacías? Por Sigrid Moctezuma

Hablar del G20 es hablar de una oportunidad única: una reunión que pone sobre la mesa problemas que afectan directamente nuestras vidas, como la pobreza y el cambio climático. Pero, ¿Estamos realmente avanzando o seguimos atrapados en las buenas intenciones?

En pleno 2024, más de 700 millones de personas en el mundo viven con menos de 2 dólares al día, y el cambio climático sigue empujando a millones al borde de la desesperación. Según la FAO, en 2023 hubo un aumento alarmante de 122 millones de personas que enfrentan inseguridad alimentaria debido a conflictos y fenómenos climáticos extremos. Estas cifras no son abstractas; son vidas humanas, historias de lucha diaria que rara vez llegan a los titulares.

Erradicar la pobreza no es simplemente “dar más dinero”. Se trata de atacar la raíz del problema: desigualdades históricas y estructuras económicas que privilegian a unos pocos. Por ejemplo, los países del G20 representan el 85% del PIB mundial, pero también son responsables del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Es una contradicción enorme: quienes tienen más recursos para ayudar son también quienes más contribuyen al problema.

También es fácil hablar de «transición energética» y «economía verde», pero ¿Qué significa esto para alguien que perdió su casa por un huracán? En México, por ejemplo, los desastres naturales generaron pérdidas económicas por más de 45 mil millones de pesos en 2023. Y mientras tanto, los países más contaminantes siguen retrasando acciones contundentes, como reducir su dependencia de los combustibles fósiles. ¿Por qué? Porque aún les resulta más barato contaminar que invertir en soluciones sostenibles?.

¿Qué se debería hacer?

Las soluciones están claras, pero falta voluntad política. El G20 propone algunas ideas interesantes: redistribuir recursos, apoyar economías locales y fomentar la innovación tecnológica para reducir desigualdades. Pero todo esto suena a más promesas, a menos que veamos medidas concretas. ¿Dónde están los fondos para las comunidades más vulnerables? ¿Por qué no se prioriza la educación y la formación laboral en zonas desfavorecidas?

Como sociedad, necesitamos exigir que las grandes cumbres dejen de ser solo escenarios de fotos grupales. Los líderes globales deben recordar que detrás de cada estadística hay una persona que sufre, pero también que sueña con un futuro mejor. Si no empezamos a construir ese futuro ahora, ¿cuándo lo haremos?

El G20 no es la solución mágica, pero puede ser un catalizador. Si los compromisos se traducen en acciones reales, estaremos un paso más cerca de un mundo más justo. Si no, solo estaremos alimentando un ciclo de discursos vacíos que poco tienen que ver con las necesidades reales de la gente.

¿Qué opinas tú? ¿Crees que estas cumbres realmente cambian algo o son puro espectáculo?

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