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Opinión

La niña que logró lo impensable. Por Caleb Ordóñez T.

Como candidata electa -oficialmente- el pasado jueves, Sheinbaum pronunció un discurso que ha resonado ampliamente en el panorama nacional. A lo largo de sus intervenciones, Sheinbaum utilizó frases cargadas de simbolismo y de una retórica que busca marcar un punto de inflexión en la política, en lo que será su política como representante del Poder Ejecutivo.

Caleb Ordóñez T.

¿Qué nos quiso decir? A continuación, analicemos algunas de sus declaraciones más impactantes, en su primer mensaje oficial. En 10 frases, Claudia nos deja en claro cómo quiere gobernar.

1. «Hoy estamos aquí para decir que no solo hemos llegado, sino que lo hemos hecho de la mano de la historia»

Esta frase refleja el sentido de continuidad que Sheinbaum quiere imprimir a su proyecto político. No se trata solo de ocupar un cargo, sino de ser parte de un movimiento histórico que comenzó con la autollamada Cuarta Transformación bajo el liderazgo de su líder moral Andrés Manuel López Obrador.

Sheinbaum se posiciona a sí misma como la heredera legítima de ese movimiento, subrayando que su llegada a la presidencia no es un accidente, sino el resultado de un proceso histórico.

2. «Me siento orgullosa de ser la primera mujer en la historia que aspira a la presidencia con la fuerza del pueblo»

Claudia destaca su condición de mujer en un contexto político que ha sido históricamente dominado por los varones. Este orgullo no solo subraya su identidad de género, sino que también vincula su candidatura a un movimiento popular. Al hablar de «la fuerza del pueblo», Sheinbaum se alinea con la narrativa de la autollamada Cuarta Transformación, que presume promover un gobierno para y por el pueblo, con un fuerte énfasis en la inclusión y la equidad.

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Opinión

Conversaciones. Por Raúl Saucedo

ECOS SEMANALES

En un café parisino, con aroma a Espressos bien hechos y croissants calientes, dos figuras emblemáticas de la Filosofía Política se reúnen para discutir un tema que, aunque ajeno a su época, les resulta fascinante: la libertad de expresión en la era digital. Montesquieu, el pensador de la separación de poderes, y Rousseau, el defensor de la voluntad general, se enfrascan en un animado debate sobre las redes sociales, sus virtudes, sus peligros y su impacto en la democracia.
-«Estimado Rousseau,»- comienza Montesquieu, con su habitual tono reflexivo, «observo con asombro este fenómeno llamado ‘redes sociales’. Millones de personas conectadas, compartiendo ideas y opiniones de forma instantánea. Es como una plaza pública global, donde la información fluye sin control.»
Rousseau, con su pasión característica, responde: -«En efecto, mi querido amigo. Es la materialización del ideal de una sociedad donde todos tienen voz. El pueblo puede expresarse sin intermediarios, sin censura. Es una herramienta poderosa para la democracia.»-
Montesquieu, sin embargo, no puede evitar mostrar cierta preocupación: -«Pero ¿qué hay del control? ¿Quién modera este espacio? La libertad sin límites puede ser caótica, incluso peligrosa. Las ‘fake news’, la difamación, el discurso de odio… son amenazas reales que debemos considerar.»-
Rousseau, con su fe inquebrantable en la bondad humana, replica: -«Confío en la capacidad del pueblo para discernir la verdad. La libre circulación de ideas, incluso las erróneas, es fundamental para el progreso. El debate, la confrontación de argumentos, nos permite acercarnos a la verdad.»-
Montesquieu, con su pragmatismo, insiste: -«No podemos ser ingenuos. Las redes sociales pueden ser manipuladas, utilizadas para difundir propaganda, para controlar la opinión pública. Es necesario un marco legal que proteja la libertad de expresión, pero que también establezca límites para evitar abusos.»-
Rousseau, con su idealismo, responde: -«La ley no debe ser un instrumento de censura. La libertad de expresión es un derecho fundamental, y cualquier restricción debe ser cuidadosamente justificada. Confío en la capacidad de la sociedad para autorregularse, para crear mecanismos de control que eviten los excesos.»-
El debate se intensifica, abordando temas como la privacidad, la censura, el poder de las grandes empresas tecnológicas. Montesquieu, con su visión liberal, defiende la necesidad de un Estado que garantice la libertad de expresión, pero que también proteja a los ciudadanos de los abusos. Rousseau, con su énfasis en la voluntad popular, aboga por una mayor

participación ciudadana en la gestión de las redes sociales, para que sean un espacio verdaderamente democrático.
«Las redes sociales son un reflejo de la sociedad,» concluye Montesquieu. «Si queremos que sean un espacio de libertad y democracia, debemos trabajar para construir una sociedad más justa, más tolerante, más responsable.»
Rousseau, con una mirada esperanzada, añade: «Las redes sociales tienen el potencial de unir a la humanidad, de promover el entendimiento mutuo, de construir un mundo mejor. Depende de nosotros utilizarlas de forma responsable, para que sean una herramienta de progreso y no de destrucción.»
La discusión entre Montesquieu y Rousseau se prolonga dando espacio a las copas de vino dejando una serie de preguntas abiertas mientras cae la noche. La libertad de expresión en las redes sociales es un tema complejo, que requiere un equilibrio entre la libertad individual y el bien común.
Se puede preguntar apreciable lector el porqué del tema y de los personajes del café, pero es que en la última semana a mi tierra natal he notado la desfachatez de la inquisición de las redes sociales conforme a temas que siendo sociales se deberían de haber traslado al ruedo de la esperanza y debatirlos con los interesados, las conclusiones sin lugar a dudas deberían de haber sido de interés para los franceses.
Pero en el país bárbaro hay de conversaciones a conversaciones como las de la plaza digital y las que se toman en una barra de granito negro con un pino de navidad sin armar de testigo…
@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.

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