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Opinión

La amenaza de Estados Unidos. Por Caleb Ordóñez T.

Y recordemos que Estados Unidos se encuentra en la temporada política más álgida y polarizante, de los últimos años.

En ese país, las encuestas tienen en un empate técnico a la candidata demócrata Kamala Harris y al magnate republicano Donald Trump. Están a menos de tres meses de ir a las urnas y todavía no se han enfrentado a su primer duelo en algún debate.

Caleb Ordóñez T.

Trump fue atacado a balazos en un mitin público; mientras que Joe Biden renunció a la candidatura que obviamente fue un fracaso contundente.  Harris entró al relevo y ha subido significativamente los números tanto en las encuestas, como en las donaciones millonarias, para la causa demócrata.

Ahora, se trata de mencionar a su extraño adversario: México. Con quien Estados Unidos mantiene una relación tóxica desde que se han firmado tratados de comercio, donde unos a otros se señalan de ser más favorecidos.

Pero más allá de los ataques electorales y las diferencias marcadas por la rivalidad que suele ocurrir entre hermanos. Se ha escalado a grandes problemas diplomáticos durante el ocaso del gobierno de López Obrador.

La extraña captura al ‘capo de capos’ mexicano Ismael “Mayo” Zambada no solo enrareció las relaciones diplomáticas, sino que prácticamente las suspendieron. Pues todo el semblante del gabinete de seguridad de la 4T ha lucido derrotado desde entonces. A todas luces, se ha demostrado que la captura de los narcotraficante en El Paso, Texas fue desastrosa, en cuanto a la colaboración entre naciones. A tal grado que el presidente mexicano desacreditó el informe del FBI y pidió información certera, precisa y suficiente. En otras palabras, nunca le informaron lo que ocurriría y por lo tanto, lo desacredita.

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Opinión

OTAN. Por Raúl Saucedo

EQUILIBRIOS PRECARIOS

Desde su creación en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se erigió como un pilar de la defensa colectiva, forjando una alianza frente a amenazas reales o percibidas por Occidente. Hoy, la OTAN se encuentra en una encrucijada, enfrentando desafíos que ponen a prueba su resiliencia y capacidad de adaptación en un mundo cada vez más volátil. Su relevancia se ha reafirmado en las últimas semanas, en medio del conflicto entre Medio Oriente y Europa del Este.

A raíz de las tensiones en Europa del Este en años recientes, se han incorporado nuevos miembros como Finlandia y, próximamente, Suecia. Sin embargo, esta cohesión interna no es monolítica. Las divergencias en el nivel de compromiso militar, la dependencia energética de algunos países y las distintas visiones sobre cómo relacionarse con naciones no alineadas son desafíos que la Alianza debe sortear con delicadeza.

La OTAN enfrenta hoy un panorama geopolítico complejo. La creciente influencia de China y Rusia, la inestabilidad en Oriente Medio, las amenazas cibernéticas y el terrorismo transnacional exigen una agenda más amplia y una estrategia que vaya más allá de la defensa territorial tradicional del siglo XX. La Alianza ha comenzado a abordar estos temas, pero la velocidad y profundidad de esta adaptación serán cruciales para su futuro.

¿Podrá la OTAN mantener su enfoque principal en la defensa europea mientras desarrolla capacidades para enfrentar amenazas globales y no tradicionales?

Otro punto de fricción, evidenciado en la reciente cumbre en los Países Bajos, fue la carga compartida. La exigencia de Estados Unidos de que los miembros europeos aumenten su gasto en defensa al 5% del PIB generó debate. España, liderada por Pedro Sánchez, se opuso inicialmente, aunque finalmente cedió. Si bien los conflictos mundiales han impulsado a muchos países a incrementar sus presupuestos militares, la disparidad en el gasto y la percepción de que algunos se benefician de la seguridad proporcionada por otros sin contribuir equitativamente podría erosionar la confianza interna a largo plazo.

La OTAN de 2025 no es la misma que la de 1949. Su evolución ha estado marcada por las realidades geopolíticas de cada época. Sin embargo, el presente exige una autoevaluación profunda ante un mundo en constante cambio.

A raíz de la cumbre en La Haya, capital mundial de la justicia internacional, se investigó que México gasta el 0.7% del PIB en defensa (2024), situándose como el país número 22 en gasto militar y uno de los que más ha crecido en la última década. México, por “tradición diplomática”, ha sido mediador y respetuoso de la mayoría de los conflictos civiles y militares del siglo XX. No obstante, ante este nuevo dinamismo del reacomodo mundial en el siglo XXI, México deberá asumir una postura más activa dentro del equilibrio precario global.

@Raul Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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