LA MUERTE NO VALE NADA
México está a unos días de recibir a sus difuntos con los brazos abiertos, la esperanza histórica, la noche fría y los altares artísticos en cada rincón. El Día de Muertos, es una de las tradiciones más arraigadas en la estructura social mexicana, trasciende su profundo significado espiritual y se convierte paradójicamente en un catalizador económico que impulsa diversos sectores, desde el campo hasta el turismo. Más allá de su valor cultural e histórico, esta festividad se traduce en una inyección de capital que beneficia a miles de familias mexicanas, manteniendo vivas las tradiciones y generando oportunidades.
Si me lo permite apreciable lector, imaginemos el proceso: desde los campos de flores de cempasúchil que tiñen de naranja el paisaje, hasta las panaderías con el aroma a pan de muerto recién horneado, pasando por los mercados llenos de calaveritas de azúcar, papel picado y veladoras. El Día de Muertos activa una cadena productiva que involucra a agricultores, artesanos, comerciantes y prestadores de servicios turísticos.
Las familias mexicanas, empresas, oficinas gubernamentales, escuelas y comercios, se preparan con semanas de anticipación, adquiriendo los elementos necesarios para construir altares y ofrendas como:
? La flor de cempasúchil: Su cultivo representa una importante fuente de ingresos para agricultores, especialmente en estados del centro del pais como Puebla, Hidalgo y Oaxaca.
? El pan de muerto: Panaderías de todo el país incrementan su producción, ofreciendo una variedad de panes alusivos con distintos ingredientes y decoraciones.
? Las calaveritas de azúcar: Artesanos dulceros moldean con destreza el azúcar para crear las tradicionales calaveritas, personalizadas con nombres y dedicatorias.
? El papel picado: Con sus diseños elaborados y colores vibrantes, el papel picado adorna los altares y espacios públicos, impulsando el trabajo de artesanos que conservan técnicas ancestrales.
La atracción que ejerce esta tradición a nivel nacional e internacional se traduce en un flujo importante de turistas que buscan vivir esta experiencia única. Desde los imponentes altares en museos y espacios públicos, hasta las coloridas ofrendas en hogares y panteones, el Día de Muertos se convierte en un imán para viajeros que desean sumergirse en la riqueza cultural de México.
La derrama económica generada por el turismo de Día de Muertos impacta positivamente en:
? Hoteles y Airbnb donde registra un aumento en la ocupación hotelera en destinos con celebraciones destacadas, como Oaxaca, Michoacán y Ciudad de México.
? Restaurantes La gastronomía mexicana, con platillos especiales para la temporada, como el mole negro y los tamales, atrae a los paladares exigentes de los visitantes.
? Transporte: Agencias de viajes y compañías de transporte ofrecen paquetes y tours especiales para recorrer los principales puntos de interés durante las festividades.
? Comercios locales: Desde tiendas de artesanías hasta mercados tradicionales, se benefician del consumo de los turistas que buscan llevarse un pedazo de la tradición.
Más allá de los números, el Día de Muertos contribuye a la preservación de técnicas artesanales ancestrales y genera empleos temporales que benefician a comunidades dedicadas a la elaboración de productos tradicionales.
Este patrimonio cultural inmaterial, declarado por la UNESCO en 2008, se mantiene vivo gracias al trabajo de artesanos que heredan sus conocimientos de generación en generación.
El reto principal a mi juicio de esta tradición sería traducir un desarrollo sostenible que beneficie a todos los actores involucrados. Donde el comercio justo garantice que los productores y artesanos reciban un precio justo por su trabajo. Donde La preservación del medio ambiente sea Fomentada por el uso de materiales biodegradables y prácticas sustentables en la producción y el consumo. y donde la distribución equitativa de la riqueza sea Impulsada por el desarrollo económico en las comunidades que participan en la cadena productiva de esta festividad.
Cada ser humano tenemos en la memoria un momento específico que nos hace recordar la fragilidad de la vida, un instante donde recordamos el encuentro con la muerte…El beso en una frente fría con sabor a tierra en un féretro antes de cerrar, el recordatorio de aromas a taller de soldadura o la culpabilidad de la despedida causada.
En cambio el mexicano tiene sus momentos de recordar la muerte como la calaverita escrita anunciando una sátira despedida y porque no el ingenio glotón de la hamburguesa con pan de muerto.
@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx