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Opinión

El pozo y el gozo. Por Raúl Saucedo

LA MUERTE NO VALE NADA

México está a unos días de recibir a sus difuntos con los brazos abiertos, la esperanza histórica, la noche fría y los altares artísticos en cada rincón. El Día de Muertos, es una de las tradiciones más arraigadas en la estructura social mexicana, trasciende su profundo significado espiritual y se convierte paradójicamente en un catalizador económico que impulsa diversos sectores, desde el campo hasta el turismo. Más allá de su valor cultural e histórico, esta festividad se traduce en una inyección de capital que beneficia a miles de familias mexicanas, manteniendo vivas las tradiciones y generando oportunidades.

Si me lo permite apreciable lector, imaginemos el proceso: desde los campos de flores de cempasúchil que tiñen de naranja el paisaje, hasta las panaderías con el aroma a pan de muerto recién horneado, pasando por los mercados llenos de calaveritas de azúcar, papel picado y veladoras. El Día de Muertos activa una cadena productiva que involucra a agricultores, artesanos, comerciantes y prestadores de servicios turísticos.

Las familias mexicanas, empresas, oficinas gubernamentales, escuelas y comercios, se preparan con semanas de anticipación, adquiriendo los elementos necesarios para construir altares y ofrendas como:
? La flor de cempasúchil: Su cultivo representa una importante fuente de ingresos para agricultores, especialmente en estados del centro del pais como Puebla, Hidalgo y Oaxaca.
? El pan de muerto: Panaderías de todo el país incrementan su producción, ofreciendo una variedad de panes alusivos con distintos ingredientes y decoraciones.
? Las calaveritas de azúcar: Artesanos dulceros moldean con destreza el azúcar para crear las tradicionales calaveritas, personalizadas con nombres y dedicatorias.
? El papel picado: Con sus diseños elaborados y colores vibrantes, el papel picado adorna los altares y espacios públicos, impulsando el trabajo de artesanos que conservan técnicas ancestrales.
La atracción que ejerce esta tradición a nivel nacional e internacional se traduce en un flujo importante de turistas que buscan vivir esta experiencia única. Desde los imponentes altares en museos y espacios públicos, hasta las coloridas ofrendas en hogares y panteones, el Día de Muertos se convierte en un imán para viajeros que desean sumergirse en la riqueza cultural de México.

La derrama económica generada por el turismo de Día de Muertos impacta positivamente en:
? Hoteles y Airbnb donde registra un aumento en la ocupación hotelera en destinos con celebraciones destacadas, como Oaxaca, Michoacán y Ciudad de México.
? Restaurantes La gastronomía mexicana, con platillos especiales para la temporada, como el mole negro y los tamales, atrae a los paladares exigentes de los visitantes.

? Transporte: Agencias de viajes y compañías de transporte ofrecen paquetes y tours especiales para recorrer los principales puntos de interés durante las festividades.
? Comercios locales: Desde tiendas de artesanías hasta mercados tradicionales, se benefician del consumo de los turistas que buscan llevarse un pedazo de la tradición.
Más allá de los números, el Día de Muertos contribuye a la preservación de técnicas artesanales ancestrales y genera empleos temporales que benefician a comunidades dedicadas a la elaboración de productos tradicionales.
Este patrimonio cultural inmaterial, declarado por la UNESCO en 2008, se mantiene vivo gracias al trabajo de artesanos que heredan sus conocimientos de generación en generación.
El reto principal a mi juicio de esta tradición sería traducir un desarrollo sostenible que beneficie a todos los actores involucrados. Donde el comercio justo garantice que los productores y artesanos reciban un precio justo por su trabajo. Donde La preservación del medio ambiente sea Fomentada por el uso de materiales biodegradables y prácticas sustentables en la producción y el consumo. y donde la distribución equitativa de la riqueza sea Impulsada por el desarrollo económico en las comunidades que participan en la cadena productiva de esta festividad.
Cada ser humano tenemos en la memoria un momento específico que nos hace recordar la fragilidad de la vida, un instante donde recordamos el encuentro con la muerte…El beso en una frente fría con sabor a tierra en un féretro antes de cerrar, el recordatorio de aromas a taller de soldadura o la culpabilidad de la despedida causada.
En cambio el mexicano tiene sus momentos de recordar la muerte como la calaverita escrita anunciando una sátira despedida y porque no el ingenio glotón de la hamburguesa con pan de muerto.
@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

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