Lewis Hamilton, siete veces campeón del mundo y actual piloto de Ferrari, vivió uno de los momentos más oscuros de su carrera este fin de semana en el GP de Hungría. Tras ser eliminado en la segunda ronda de calificación (Q2), firmando una inesperada duodécima posición, el británico se mostró devastado emocionalmente y se llamó a sí mismo “inútil”.
“Soy un completo inútil. El equipo no tiene ningún problema. Ya han visto que el coche está en la ‘pole’. Quizá lo que necesitan es cambiar de piloto”, declaró visiblemente afectado, haciendo referencia a la primera posición lograda por su compañero Charles Leclerc.
Hamilton reconoció que estuvo “bastante lejos” del ritmo competitivo, y no dudó en asumir la responsabilidad: “Piloté fatal; es lo que hay”, comentó a medios oficiales de la F1. La reacción sorprendió tanto por su dureza como por lo simbólica: el ícono de la categoría parece estar perdiendo confianza.
Este nuevo revés llega tras su eliminación en la Q1 del pasado Gran Premio de Bélgica, aunque en esa ocasión logró remontar desde boxes y finalizar séptimo, siendo incluso reconocido como “Piloto del Día”.
La jornada también dejó un gesto simbólico por parte de Max Verstappen, quien, frustrado con el comportamiento de su monoplaza, lanzó una toalla o bolsa a la pista, repitiendo por radio: “Es imposible de conducir, no consigo ningún equilibrio”.
Ambos campeones del mundo atraviesan momentos críticos, con Verstappen acumulando tres carreras sin subir al podio, algo que no le ocurría desde 2019. Tanto él como Hamilton parecen estar, al menos emocionalmente, tirando la toalla.