La iniciativa conocida como Ley Anti-Stickers, impulsada por el diputado de Morena Armando Corona Arvizu, ha desatado un intenso debate en México. La propuesta busca reformar el Código Penal Federal para imponer penas de tres a seis años de prisión a quienes creen o difundan memes, stickers, gifs o deepfakes que afecten la reputación de una persona.
Según la iniciativa, presentada a través de los artículos 211 Bis 8 y 9, se castigará a quienes utilicen inteligencia artificial o cualquier herramienta digital para manipular, crear o difundir contenido sin consentimiento con fines de ridiculizar, acosar o suplantar a alguien, así como dañar la dignidad o reputación de una persona. En caso de que la víctima sea un servidor público en funciones, la pena se incrementaría hasta en un 50%, lo que abriría la posibilidad de sancionar parodias, caricaturas políticas y sátiras.
La propuesta ha generado críticas por parte de especialistas y usuarios de redes sociales, quienes señalan que la ley podría convertirse en un instrumento de censura política. Entre los riesgos mencionados destacan el efecto inhibidor sobre la creación de contenidos digitales, la posibilidad de judicializar la sátira política y la ambigüedad legal de términos como «ridiculizar» o «dañar la reputación».
Corona Arvizu argumenta que la ley busca proteger a las víctimas de ciberacoso y violencia digital, especialmente a mujeres y menores de edad, ante la circulación de imágenes o audios sin consentimiento que afectan psicológicamente o socialmente a las personas.
No es la primera ocasión que surgen iniciativas similares en el país. En Puebla, el entonces gobernador Alejandro Armenta impulsó la llamada «Ley Censura» contra insultos en internet, mientras que en marzo de 2025 el senador Ricardo Monreal propuso la «Ley Anti-Memes», que exigía etiquetar contenidos humorísticos, pero fue retirada tras fuertes críticas.
La Ley Anti-Stickers busca ahora regular no solo memes, sino también deepfakes y contenidos generados con inteligencia artificial, lo que ha vuelto a abrir el debate sobre los límites entre la libertad de expresión y la protección frente al acoso digital. La discusión nacional sigue abierta, y la iniciativa promete generar controversia mientras avanza en el Congreso.