El buque escuela mexicano Cuauhtémoc retomó su travesía este sábado desde Nueva York, tras permanecer veinte semanas en esa ciudad debido al accidente ocurrido en mayo, cuando la embarcación chocó contra la base del puente de Brooklyn, provocando la muerte de dos cadetes y dejando a veinte tripulantes heridos.
La partida del conocido “Caballero de los Mares” fue presenciada por cientos de personas, entre migrantes y diplomáticos mexicanos, quienes despidieron a la tripulación con música de banda, bailes tradicionales y banderas tricolores ondeando al viento. La escena contrastó con la tragedia reciente y se convirtió en un símbolo de resiliencia y orgullo para la comunidad mexicana en Estados Unidos.
El Cuauhtémoc había llegado a Nueva York el 14 de mayo como parte de su gira de instrucción, pero tres días después, durante las maniobras de zarpe, la embarcación sufrió el impacto que cobró la vida de los cadetes América Yamileth Sánchez y Adal Yahir Maldonado. El incidente también dañó tres de sus mástiles y generó una amplia movilización de servicios de emergencia en la ciudad.
Después del accidente, el buque fue trasladado a los astilleros Caddell Dry Dock and Repair Co. y GMD, donde técnicos realizaron peritajes y reparaciones. El pasado 20 de septiembre fue llevado al muelle 86 del río Hudson, en Manhattan, donde permaneció abierto al público antes de reanudar su viaje.
Durante la emotiva despedida, algunos asistentes llevaron pancartas con mensajes de exigencia de justicia para los jóvenes fallecidos. “Queremos justicia. Esto no se puede quedar así”, se leía en una de ellas, recordando que, pese al regreso al mar, la herida sigue abierta para muchos.
La Secretaría de Marina informó que el Cuauhtémoc zarpó tras superar exitosamente las pruebas de navegación, comunicaciones y propulsión, tanto en modo normal como de emergencia. A bordo viajan ahora 171 nuevos cadetes y tres oficiales, quienes se integran al próximo curso de adiestramiento naval.
Construido en 1982 y nombrado en honor al último emperador mexica, el Cuauhtémoc ha sido durante más de cuatro décadas un emblema de la formación naval mexicana y un embajador de buena voluntad en los mares del mundo. Hoy, tras la tragedia, su partida simboliza no solo el regreso a la misión de enseñanza, sino también la fortaleza de una tripulación que navega con el recuerdo de sus compañeros caídos.