La Tierra acaba de sumar un acompañante inesperado en el espacio: un pequeño asteroide llamado 2025 PN7. La NASA confirmó esta semana que el objeto, descubierto por la Universidad de Hawái, es un “cuasi-satélite”, un tipo de compañero celestial muy raro que viaja casi al mismo ritmo que nuestro planeta. Aunque no es un verdadero satélite como la Luna, su órbita alrededor del Sol es tan similar que parece seguirnos a cada vuelta.
El asteroide tiene un tamaño estimado de entre 18 y 36 metros, comparable a un edificio pequeño. Aunque diminuto a escala cósmica, su presencia lo convierte en un miembro notable del vecindario terrestre. A diferencia de la Luna, que está fuertemente ligada a la Tierra por la gravedad, 2025 PN7 no está “atado” a nosotros; es más como un corredor acompañando nuestro paso en la misma pista, cercano pero sin tocar.
Los astrónomos calculan que este asteroide ha estado acompañando a la Tierra aproximadamente 60 años y, si su órbita se mantiene, permanecerá con nosotros hasta 2083 antes de alejarse hacia el espacio abierto. Su distancia varía entre 4 millones y 17 millones de kilómetros, afectada por la gravedad del Sol y de otros planetas, mucho más lejos que la Luna, que se encuentra a poco más de 384 mil kilómetros de nuestro planeta.
El hallazgo no fue sencillo. El equipo de la Universidad de Hawái detectó por primera vez al objeto durante un estudio rutinario con telescopio. Lo que parecía un punto tenue moviéndose entre las estrellas resultó seguir exactamente la trayectoria de la Tierra alrededor del Sol. Semanas de observación y análisis de datos confirmaron que nuestro planeta había ganado un acompañante temporal.
Hasta ahora, los científicos han identificado únicamente ocho cuasi-satélites, cada uno aportando información valiosa sobre cómo se mueven los asteroides y cómo la gravedad de la Tierra afecta el espacio cercano. Además de su interés científico, estos asteroides ofrecen oportunidades para futuras misiones espaciales, pues son relativamente accesibles y estables, a diferencia de otros objetivos más distantes.
Aunque 2025 PN7 jamás eclipsará a la Luna, su presencia representa un curioso recordatorio de que la Tierra no viaja sola por el sistema solar: un silencioso viajero sigue nuestro ritmo, órbita tras órbita, mientras completamos nuestra interminable vuelta alrededor del Sol.