En México, 1.4 millones de mujeres padecen acoso sexual en el trabajo, esto es, el 10 por ciento de la Población Económicamente Activa, reveló un estudio del Colegio Jurista.
El rector de esa institución, Jorge Manrique, detalló que dicha cifra es conservadora, debido a que se trata de un acto ilícito que en 99.7 por ciento de los casos no se denuncia y tiene el índice más alto de impunidad, incluso mayor que en el caso de fraudes internos.
“El perfil estandarizado del acosador es que se trata de un varón mayor de 40 años, casado, con una vida familiar y sexual insatisfactoria, necesidad de autoafirmación y control; laboralmente tienen una categoría superior a la acosada”, subrayó.
Sin embargo, dijo, existen muchas excepciones a este prototipo, pues se ha encontrado a mujeres que también hostigan sexualmente, al igual que las personas jóvenes y a quienes no necesariamente tienen un mayor rango jerárquico en el trabajo respecto a la víctima.
Destacó que en los últimos 10 años se rompen paradigmas en un delito que aún se considera atávico.
En el estudio del Colegio Jurista se señala que los crímenes que tienen mayor impunidad son aquellos que no se denuncian, y los delitos sexuales son los que mayor silencio tienen por parte de las víctimas, que en el 72 por ciento de los casos presentan culpabilidad, vergüenza o ambas.
La actitud del acosador en el trabajo se distingue por un coqueteo de forma ofensiva, acercándose sin motivo a la víctima y si se sienten contrariados por la respuesta de ésta, adoptan posturas de halago y/o represalias o ambas de forma alternativa.
Existen diversos grados de acoso sexual en el trabajo y el Colegio Jurista determina los siguientes: hostigamiento leve y verbal, chistes, comentarios, conversaciones de tipo sexual, silbidos o piropos ofensivos; hostigamiento no verbal sin contacto físico, miradas lascivas, gestos obscenos, guiños de ojos.
De igual forma, hostigamiento verbal grave, llamadas, cartas o e mails no deseados, presiones para salir a tomar o cenar con intenciones eróticas y/o comportamientos similares.
También, hostigamiento verbal con contacto físico no deseado, toqueteos, pellizcos, palmadas, sujetar la cintura, roces intencionados, acorralamiento; y hostigamiento físico, la consumación del acto sexual por la fuerza.
El rector de dicha institución puntualizó que por mucho tiempo se asumió que sólo labores con gran estigmatización y desprotección, como los trabajadores domésticos, eran quienes padecían acoso sexual.
“Hoy sabemos que no son sólo ellos, puede ser cualquier persona, pero se dirige más a profesiones con costumbres y horarios más atípicos, como camareros, azafatas, periodistas, actores”, refirió.
Añadió que lo que es un hecho es que el mayor número de acosos sexuales en el trabajo se da entre quienes tienen un estatuto laboral más frágil y en ambiente laboral con gran predominio de hombres.
Jorge Manrique aseveró que en México el tipo de acoso mayoritario es el vertical o el “esto a cambio de eso”, por lo que se le conoce también como “chantaje sexual” o “acoso de intercambio”.
En acosos de este tipo se supone necesariamente que el agresor se encuentra en una situación de superioridad jerárquica respecto del agredido, recalcó.
Indicó que la principal característica de esta modalidad de acoso se encuentra donde la aceptación o rechazo de los avances sexuales se desprende una inmediata consecuencia de tipo laboral.
“Estamos hablando del acceso al empleo y las condiciones de trabajo, salarios, ascensos, traslados, capacitación y también puede provocar el despido injustificado del agredido”, concluyó.
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