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Opinión

PETROLEO, ¿PRIVADO?…POR JAIME A. FONG RIOS

Hola amigos, con el agrado de saludarlos quiero compartir con ustedes que el día de ayer en San Lázaro, se recibió la minuta de parte del Senado de la Republica sobre la Estrategia Nacional de Energía 2013-2027.

Les comento que dicha estrategia presentada por el titular del ejecutivo federal a través de la Secretaria de Gobernación, puso en un alto debate a los senadores el pasado jueves, el tema está de moda en todos lados, ¿Se privatiza PEMEX o no?

Petróleo de los Mexicanos.cfe-pemex-archivo20120414 (2)

En conmemoración a los 75 años de que el General Lázaro Cárdenas expulsara de nuestro país a las compañías extranjeras que controlaban la explotación y venta del petróleo, conocido como el “oro negro”, la llamada ENE (Estrategia Nacional de Energía) fue aprobada por la cámara alta para que la Cámara de Diputados la analice, discuta y en su caso la apruebe.

Del petróleo y el gas natural se producen los petroquímicos básicos, los cuales el Estado tiene la rectoría de su proceso y la petroquímica secundaria se encarga de la transformación de los productos básicos e intermedios en productos elaborados tales como fibras sintéticas, materias plásticas, elastómeros, detergentes, fertilizantes, pinturas, solventes y una infinidad de productos para diversas industrias. Que es aquí donde se abrirá la inversión a capital privado.

Energía renovable.

La estrategia propone atender la demanda creciente de energía de forma eficiente, segura y sustentable; busca propiciar el ahorro de energía, expandir los servicios energéticos hacia las poblaciones y regiones de menores recursos y disminuir al mínimo los impactos negativos sobre la salud y el medio ambiente regional y global que pueden derivar de la producción y el consumo de la energía.

La minuta contiene la exposición de la creciente necesidad de energía que el país demanda en diferentes sectores, dado su gran uso industrial, comercial y domestico es necesario que se abra la participación de capital privado, parcialmente, para poder modernizar a la paraestatal de nuestro país.

Por lo tanto en San Lázaro los diputados tendrán que soportar el debate tan fuerte que se dará durante la primer quincena del mes de abril, ya que el tema es controversial, ¿Podrán lograrlo?

Al tiempo, tiempo.

La siguiente semana habrá nuevo líder –

Nos leemos la próxima semana.

Twitter: @jafong

Jaime Agustín Fong Ríos, es originario de Ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua, egresado de la Licenciatura en Derecho por la Universidad Autónoma de Chihuahua, ha trabajado como asesor de comisiones legislativas en el Congreso del Estado de Chihuahua y actualmente labora en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.jaime fong

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Opinión

El cerebro mexicano que ganó el Mundial de Clubes. Por Caleb Ordoñez T.

Hay mexicanos que no salen en portadas. No firman autógrafos en estadios llenos ni celebran goles frente a miles de gargantas encendidas. Son aquellos que, silenciosos, se cuelan en la élite mundial, con una maleta repleta de sueños, talento, y algo más poderoso: el ADN del campeón mexicano.

Uno de ellos es Bernardo Cueva, un tapatío que jamás fue futbolista profesional, pero que hoy diseña jugadas para el Chelsea FC, el actual campeón del Mundial de Clubes, que este fin de semana aplastó 3-0 al PSG de Francia con autoridad y sin titubeos. Su historia podría parecer improbable, pero más bien es un recordatorio de que la grandeza mexicana no siempre grita… a veces susurra entre pizarras, análisis y esquemas tácticos.

Cueva comenzó en Chivas como analista. Fue clave para que el Rebaño ganara la Concachampions en 2018. Luego dio el salto a Europa, al Brentford inglés, donde transformó las jugadas a balón parado en goles quirúrgicos. Y cuando el Chelsea —un gigante europeo— buscaba a alguien que elevara su estrategia fija, pagó más de un millón de libras para llevárselo. ¿Un mexicano sin pasado de cancha, sin apellidos pesados? Sí. Pero con un talento que no se puede ignorar.

Y es que a veces, el campeón no está en la cancha. Está en el cerebro.

ADN de campeón

En un país obsesionado con los reflectores, solemos ignorar a los que van por la sombra. Pero el éxito no siempre viene vestido de short. Hay mexicanos escribiendo códigos en Silicon Valley, dirigiendo orquestas en Viena o diseñando jugadas que hacen campeón al Chelsea.

¿Qué tienen en común? Que comparten una esencia que no aparece en las estadísticas: la terquedad del mexicano que no se rinde. Que trabaja doble para que no lo llamen “suerte”, que estudia más para que no le digan “improvisado”, que se queda más tarde para no parecer “exótico”.

Como dijo alguna vez Julio César Chávez: “Yo no era el más talentoso… pero sí el que más huevos tenía”. Y eso, querido lector, es el mismo combustible que impulsa a los Cueva, a los Checo, a los Sor Juana modernos que dominan desde el backstage.

Mientras unos se conforman con el “no se puede”, otros agarran un boleto de avión, una computadora y un sueño. Cueva no tuvo padrinos, pero sí convicción. No tuvo prensa, pero sí método. Hoy, es parte fundamental del equipo que se coronó campeón mundial este fin de semana en Nueva York, tras derrotar sin piedad al Paris Saint-Germain con goles de Cole Palmer y una exhibición táctica impecable.

¿Te imaginas lo que podríamos lograr si México dejara de mirar solo al delantero y también al cerebro que diseñó el gol? Si en lugar de exportar solo piernas, exportáramos mentes. Si entendiéramos que el campeón mexicano no es solo el que levanta la copa, sino también el que la hace posible. Y ahí está Cueva con su bandera en los hombros, orgulloso; feliz.

El legado sí importa.

Tal vez no sepas quién es Bernardo Cueva. Pero la próxima vez que veas un gol del Chelsea tras un tiro de esquina quirúrgico, ahí estará su firma. Discreta, inteligente, eficaz.

Porque así son muchos mexicanos: campeones anónimos que llevan en las venas esa mezcla de talento, coraje y hambre que no se enseña, se hereda.

Y cuando el mundo los voltea a ver, no es por casualidad.

Es porque, en el fondo, nadie puede ignorar a un mexicano cuando decide soñar hasta lo más grande; viene en nuestra sangre.

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