Miguel Riggs ganó la elección interna del PAN, contra todo pronóstico, dando una sorpresa incluso a buena parte de los panistas, quienes no daban crédito a que un joven salido casi de la nada, bajara a Ortuño, una legisladora con tres décadas de experiencia.
Esto habla de un profundo viraje en el PAN, ya que la militancia prefirió volver a los orígenes, a ese PAN de Luis Álvarez, Francisco Barrio y otros santones albiazules, antes que dejarse seducir por los operadores políticos como Roberto “El Pony” Lara, Jorge Espino, y otros quienes creían poder seguir manipulando el partido a su antojo.
Para las ocho de la noche del pasado domingo, ya se sabía de la catástrofe, pero aún había ilusos que soñaban con un viraje de último momento que le diera el triunfo a Ortuño. No fue así. Los distritos XV, XVI y XVII estaban parejos, pero en los demás estaba ya había triunfado Riggs, y lo sabían.
El conteo final fue de 573 votos para Riggs, 480 para Ortuño y 173 votos para Villalobos, quien al final no fue necesario para vencer a la pelirroja de botica.
Según los datos filtrados por la directiva del PAN apenas la semana pasada, Ortuño ganaría con una moderada pero cómoda ventaja, y no fue así. Esto nos da a pensar que a la cúpula le salió el tiro por la culata y se toparon con una militancia más autónoma e informada de lo que pensaban. El Dhiac no pudo controlar a los panistas a su antojo, como esperaba.
Otro aspecto interesante es que la figura de Riggs tiene en su novatez un arma de doble filo, ya que si bien es poco o nada conocido entre la ciudadanía, esto podría suponer una ventaja en una sociedad harta de la clase política, que podría ejercer un fuerte voto de castigo, y a Riggs no tienen nada que castigarle.
Esto debería ser un motivo de preocupación para Javier Garfio, quien no las tiene todas consigo pues dentro del PRI hay fracturas casi invisibles y bien resanadas, pero que podrían aflorar de un momento a otro. Los retrasos en el ViveBús, el caos en el que está Chihuahua por las obras inconclusas e incluso el descontento por los retenes de Vialidad y la inseguridad podrían recaer en él y restarle valiosos puntos. Riggs ya dio una sorpresa ¿podría dar una más grande?
De momento, en la campaña de Ortuño ya buscan culpables. Muchos apuntan a personajes como El Pony, de quien se ha llegado a decir que era doble agente. Lo cierto es que la campaña fue en muchos aspectos un asco. En redes sociales solo mostraba fotos con los militantes, sus entrevistas en radio parecían más charlas de café y la estrategia, si es que la hubo, llegó tardísimo, pues nunca quedó claro qué ofrecía la ex senadora.
La que sí ganó fue María Antonieta Pérez, de quien había temores pues ha enfrentado muchísimas presiones dentro y fuera de su partido, y por fin llegó, con una holgada ventaja de dos a uno sobre Arturo Ayala Galindo, quien no tuvo otro remedio que aceptar la derrota sin reservas y sin margen para impugnaciones.
Pero otro que dio la sorpresa fue José Luis Guerrero, uno de los cachorros de Cruz Pérez Cuéllar, quien hizo a un lado a Eduardo Armendáriz, quien tenía como padrino a Mario Vázquez. Pobre Mario, otra vez todo le salió mal.
La división interna será el primer reto a superar para el PAN, ya que sin lograr la cohesión, no puede soñar ni siquiera con una votación honrosa. Si se lograra, lo que parece muy difícil, tendrían que enfrentar a un Javier Garfio que las trae todas consigo, y para muestra está la convención del pasado domingo, donde más allá de sus diferencias, se congregaron todas las tribus políticas del PRI para darle su respaldo.
Ahí estuvieron tanto el tío como el sobrino, Fernando y José Reyes Baeza, además de Patricio Martínez, quienes le dieron su bendición. También se dejó ver Marco Adán Quezada, Graciela Ortíz, ex alcaldes, líderes de colonias, obreros y, en suma, lo más variopinto del PRI. Nadie faltó, excepto el gobernador César Duarte, aunque obviamente lo hizo para dejarle el protagonismo total al candidato, otro acierto.
Este evento coincidió con su cumpleaños, y aunque al Centro de Convenciones la invitación fue abierta y pareja, para el “after” solo se consideró a los VIP, pues ahí era la verdadera pachanga. Aun así, nadie se pudo quejar, todo salió a pedir de boca, y esa unidad, convocatoria o acarreo, como prefiera llamarla, es precisamente la que gana elecciones.
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