La gallera de PRI y PAN cacareó frenética el pasado jueves, tras saber del nombramiento de Eduardo Esperón en la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, que había dejado Javier Garfio Pacheco para buscar la alcaldía.
Desde la perspectiva electoral, se trata de una hábil maniobra, pues los panistas han centrado sus ataques contra esta secretaría por los retrasos y fallas de las obras que se desarrollan en todo el estado, y el tener a un reconocido panista ahora defendiéndola, los hará meterse en aprietos.
Y es que Esperón dio buenos resultados como delegado de la SCT, tanto que Duarte propuso su permanencia en ese espacio, pese a ser panista, y el funcionario aseguró que no tenía que pedir ni permiso, pues no ha hecho nada en contra de su partido, al contrario, fue uno de los principales acarreadores de dinero para las campañas de Carlos Borruel, Teresa Ortuño y otros panistas.
Esperón no es solo bueno para pasar la charola entre los grandes constructores, también se dice que tiene talento para planear con destreza grandes obras y para el buen manejo político, que lo hizo quedarse en la secretaría pese a haber tenido roces con la gestión duartista y haber recibido ácidas críticas de su antecesor, Javier Garfio. Nada personal.
Cada quién tomó la noticia a su manera, aunque todos con sorpresa: Héctor Ortíz Orpinel fue de los primeros panistas en opinar, y quiso aprovechar la coyuntura para asegurar que necesitaron de un panista para arreglar los fallos de Garfio. Fue la jugada más digna que se le ocurrió.
Así acabó la especulación cardiaca que embargaba a los funcionarios y, admitámoslo, a este humilde redactor. Al entrar en la sala y ver a Arturo Proal muy de traje, se pensó de inmediato que se incorporaría al gabinete de Chihuahua, pero no, apenas salió Esperón y se torcieron las caras de muchos presentes. La rapidez de la ceremonia impidió a los varios reponerse del susto, y el gobernador ya se había ido cuando pudieron volver a respirar a buen ritmo.
En el PRI también se sorprendieron. Duarte operó como le gusta, con sigilo y dejando una buena dosis de suspenso para mantener acalambrada a la raza, siempre a la espera de un cambio de timón inexplicable. Puro nervio.
Quizá por eso el gobernador se reunió inmediatamente después del nombramiento con su gabinete, Leonel de la Rosa, presidente estatal del PRI, y con Julián Luzanilla, delegado del CEN de ese partido. De que hay ardidos en el PRI, los hay.
El otro nombramiento que sorprendió fue el del rector de la Universidad Tecnológica de Chihuahua, Pablo Espinosa, como titular dela Secretaría de Educación y Cultura, que dejó vacante Jorge Quintana.
Muchos aseguraban que Espinoza iba de bajada, con sus días contados en la UTECh, pero no sabían que se caería para arriba con un nombramiento así, que refrenda la amistad que mantiene con el gobernador desde sus años juntos en la Cámara de Diputados y asegurando una buena relación con el Snte y el Panal, pues fue el artífice de varias alianzas con este partido, malo para trabajar pero bueno para acarrear.
Pero mientras unos agarran hueso, otros están a punto de perderlo. Es el caso de Héctor Barraza, Hortensia Aragón y Pável Aguilar, quienes están en la cuerda floja y desesperados por una resolución del Trife que no llega, y que ya no saben si quieren que llegue, pues el panorama no les favorece.
Debía haber estado lista ayer, seguramente llegará hoy y las reacciones adversas llegarán pase lo que pase: Si aprueban la alianza, vendrá una serie de renuncias de líderes del PRD, como Víctor Orozco, Jaime García Chávez y muchos más que no pueden tolerar la venta del partido a cambio de un par de huesos.
Otro escenario es que les nieguen la alianza, y de hacerlo, enfrenten la ira del PRD nacional que también los trae en la mira, al grado de arrancarles la dirigencia que usufructúan, para poner a alguien que pueda ir más allá de sus apetitos personales y logre posicionar al partido para que no pierda el registro. Dan lástima.
El que también da lástima es Fernando Martínez, líder de los masones en el Estado, quien está que no lo calienta ni el sol luego de que le dieran a oler pero luego le arrebataran la candidatura a una diputación, para bajarlo a regidor. No se vale, dice Martínez.
Así, ni las milenarias artes masónicas pudieron amarrar la candidatura por el IX distrito, y acusa directamente a Leonel de la Rosa, a quien muchos ven como la cara menos amable del PRI, pues es el encargado de dar las malas noticias.
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