Tal como se esperaba, hay poco qué decir sobre el debate. Las intervenciones fueron vacías, los ataques fueron tibios y la audiencia fue minúscula, tal como lo adelantamos. Miguel Riggs dejó ir una valiosísima oportunidad en aras de una malentendida civilidad.
Cuando un competidor va perdiendo, es común que su entrenador lo anime a arriesgar, pues al fin y al cabo, la derrota llegará de igual forma si no hay un cambio de jugada. Así está Miguel Riggs, con la derrota en la bolsa y dejando que sean el tiempo y los votos los que aniquilen su proyecto.
De plano se perdió el espíritu de los debates, que es poner cara a cara a los candidatos, para que contrasten ideas, propuestas e incluso acusaciones. No. Ahora simplemente se trató de cuatro personas a quienes algunos ya conocen y otros no quieren conocer, soltando la misma retahíla de retórica. Nada qué aportar.
El gran ganador, si es que se puede decir que alguien “ganó”, fue Javier Garfio, quien salió prácticamente limpio. El priísta ha evitado la guerra sucia, y ha hecho bien, pues poco o nada negativo puede decir de Riggs, ya que al ser un novato no tiene cola que le pisen. Además, el PAN no gobierna nada, así que no hay con qué atacar a su partido.
Así, fue simplemente un acto más de estas lánguidas campañas, quizá las que menos han involucrado a la ciudadanía y los mismos políticos desde hace muchos años y todos saben que al final será la fuerza territorial, el acarreo y la compra de simpatías lo que decidirá el resultado. En cuanto a propuesta, ninguno trae nada qué resaltar.
En Juárez, María Antonieta Pérez y Enrique Serrano traen una competencia un poco más interesante, pero solo porque la candidata del PAN ha tenido una campaña un poco más atractiva, que sin embargo, no acaba de despegar. El candidato del PRI está alineado con la fórmula de sus homólogos de otros municipios, dejar pasar y esperar al mero día para sacar toda la fuerza y aplastar a su rival, sin dar espacio a errores que pudieran beneficiar a los adversarios.
Y hablando de Enrique Serrano, fue él quien habló a nombre de los candidatos a alcaldes durante el evento encabezado por César Camacho, dirigente nacional del PRI, aunque a opinión de muchos sólo demostró su falta de empatía con la muchedumbre, porque el carisma no es algo que le sobre, y tuvo que intervenir el gobernador César Duarte, a quien sí que se le da eso de encender a la raza.
El evento, si bien contó con una numerosa asistencia, lució desangelado, pues como ya dijimos la política está tiesa en estas campañas y hubo importantes huecos en el Manuel Bernardo Aguirre, que solo pueden explicarse por la apatía de los aspirantes, o peor aún, por el resentimiento de algunos grupos que podrían sentirse excluidos del pastel.
La exalcaldesa de Guerrero, Águeda Torres, también hizo un poco el oso pues los pocos que la ubicaban no atinaron a comprender por qué era ella quien hablaba a nombre de los candidatos a diputados del PRI, pues como que muchas cartas no trae.
Sin embargo, en términos generales podría decirse que el evento fue mediamente exitoso, pues la presencia de Camacho confirma el interés y el respaldo del priísmo nacional a los más de mil candidatos priístas en Chihuahua, asunto que traía loco a Leonel de la Rosa, pues ya iban dos que le cancelaban y por poco y no se hacía.
Antes de este evento ya iban bien prendidos en asuntos grilleriles, pues se reunieron previamente en el Centro de Convenciones algunos de los candidatos más prominentes, el gobernador Duarte, los priístas de izquierda Rubén Aguilar, dueño del PT y Jesús Manuel Márquez, Judas del PRD, así como los caciques del Snte y del Panal, que son lo mismo, entre otros grillos que sonaron duro al lado de Camacho.
El dirigente nacional no se cansó de alabar el manejo que ha tenido César Duarte en la entidad, no en lo meramente político, sino en la lucha contra el crimen, las obras públicas y el buen gobierno que, a final de cuentas, es uno de los principales factores para acarrear votos.
No obstante, alertó a los priístas de no esperar el triunfo con los brazos caídos ni confiarse en las encuestas, pues más de una ocasión se han visto sorprendidos. Aguas.
El que también pasó un fin de semana muy contento fue Mario Vázquez, pues luego de una larga serie de descalabros logró amarrar a Daniela Álvarez en el segundo lugar de las listas plurinominales, dejando en el camino a Olivia Franco quien va en cuarto lugar y, por tanto, no llegará a ocupar una curul. Álvarez y César Jáuregui son los únicos seguros en un partido en el que nada es seguro.
Y hablando de puntadas panistas ¿qué tal el de la alcaldesa de Monterrey, Margarita Arellanes Cervantes, quien entregó la ciudad a Jesucristo y le pidió entrar a ella y hacerla su habitación, durante el evento “Monterrey ora” organizado por la Alianza de Pastores.
Así, si el PRI ha cerrado filas con la iglesia católica, el PAN ha hecho lo propio con los grupos evangélicos y ahora, casi como si se hubiera puesto de acuerdo para hacerle competencia al gobernador Duarte, afirmó “Yo, Margarita Alicia Arellanes Cervantes, entrego la ciudad de Monterrey, Nuevo León a nuestro Señor Jesucristo. Para que su reino de paz y bendición sea establecido, abra las puertas de este municipio a Dios como la máxima autoridad”.
Ahora veremos si Javier Corral también la denuncia, pues prácticamente imitó el acto de Duarte, aunque con la… precaución, digamos, de elegir al símbolo común de la mayoría de las religiones en México. Aun así resulta preocupante la utilización de la fe con fines políticos y el abaratamiento de las religiones al prestarse a estos juegos en plenos procesos electorales. Poder es poder, y todos lo buscan a su manera.
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