El alemán Sebastian Vettel (Red Bull) reforzó su liderato en el Mundial de Fórmula Uno al acabar tercero el Gran Premio de Hungría, donde el inglés Lewis Hamilton festejó su primer triunfo como piloto de Mercedes y de donde el español Fernando Alonso (Ferrari), que hoy cumple 32 años, salió deseando un coche mejor como regalo por su onomástica.
Vettel, que a principios de mes cumplió 26 años y que la temporada pasada se convirtió en el tricampeón del mundo más joven de la historia -cuando, al igual que en 2010, y, en esta ocasión por sólo tres puntos, le arrebató de nuevo el título a Alonso- sigue sin perder el ritmo en su afán por ganar un cuarto título consecutivo.
Con cuatro victorias en lo que va de año, en los Grandes Premios de Malasia, Baréin, Canadá y Alemania, al joven ‘superdepredador’ germano le bastó un tercer puesto ayer, domingo, en el Hungaroring, para fortalecer su liderato y atravesar el ecuador del campeonato comandando la clasificación con 172 puntos, 38 más que el finlandés Kimi Raikkonen (Lotus), que al ser segundo en Hungría, le arrebató el segundo puesto general a Alonso.
El doble campeón mundial asturiano, que, tras ganar este año en Shanghái el Gran Premio de China y en Montmeló (Barcelona) el de España, aumentó a 32 sus victorias en la Fórmula Uno -la cuarta mejor marca histórica- se tuvo que conformar esta vez con ser quinto en la pista en la que firmó la primera de ellas, hace casi diez años.
Alonso hizo lo que pudo en un fin de semana en el que comprobó que su Ferrari no da más de sí a una vuelta (lleva más un año sin lograr una ‘pole’: la última fue en Hockenheim, en el Gran Premio de Alemania, a principios de julio de 2012) y que tampoco puede esperar mucho de él en carrera.
En Hungaroring arrancó quinto, después de acabar en ese puesto la clasificación del sábado, y no pudo mejorar ese resultado en la carrera del domingo, en la que Hamilton logró su primera victoria con una ‘flecha de plata’, la vigésima segunda de su carrera y la cuarta en Hungría, donde sólo el ‘Kaiser’, el alemán Michael Schumacher, ha ganado tantas veces como él.
Fernando no sólo confirmó la superioridad de Red Bull -la escudería que festejó tres ‘dobletes’ los últimos tres años-, sino que confirmó el auge de Mercedes y de Lotus, dos coches que considera mejores que el suyo.
Después de tres años malos desde su retorno a la F1, las victorias del alemán Nico Rosberg en Mónaco y Silverstone y la de ayer de Hamilton en las afueras de Budapest, indican que, una vez solucionados los problemas que en carrera tenían con los neumáticos, Mercedes se ha constituido en alternativa de poder.
Al igual que Raikkonen, que después de ganar la carrera inaugural de Australia sumó ayer su quinto segundo puesto de un año en el que, si falla Vettel, también será candidato al título.
Alonso tiene muy claro que pueden suceder «muchas cosas» en el mundo del automovilismo, en el que lleva muchos años. Pero en las afueras de la capital húngara también advirtió, que, aparte de recoger lo que otros puedan dejarse, necesita mejoras en el coche, después de acabar en una discreta quinta plaza.
Ferrari, la única escudería presente en todos los Mundiales desde la creación de la Fórmula Uno, en 1950, la que más títulos de pilotos (quince) y de constructores (dieciséis) ha festejado, tiene que despertar. No se puede permitir tener al que la mayoría señaló hace apenas unos meses como el mejor piloto del mundo un cuarto año consecutivo sin ganar.
En Maranello deben de poner a tope la maquinaria durante este parón de agosto si no quieren que la alternativa a Vettel sea Kimi o Hamilton.
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