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LAS FURIAS QUE NOS AGREDEN por Luis Ochoa Minjares

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 Tres son las fuerzas que nos acosan y amenazan destruirnos a los mexicanos y a nuestro país. Naturales unas, sociales otras y políticas las más perniciosas.

 

   Las fuerzas naturales que nos agredieron, representadas por los inesperados, violentos y destructivos huracanes bautizados como “Ingrid” uno y el otro “Manuel”, han postrado a la mayor parte del país destruyendo sus poblaciones, carreteras e infraestructuras urbanas y cegando la vida de más de una centena de hermanos.

 

  Las fuerzas de carácter social, representadas por la avaricia y falta de patriotismo y solidaridad humana, la representan la cauda de malos mexicanos amantes de la rapiña que están aprovechando el gigantesco esfuerzo para saciar las necesidades inmediatas de los cientos de miles de compatriotas y sus familias que han perdido todo a causa de los malhadados huracanes citados.

 

   Y por si fuera poco el reto y las grandes tareas que tenemos los mexicanos, la cauda de falsos políticos que “están contra de todo y a favor de nada”, sueñan con paralizar la vida del país con sus actos de anarquía suprema y falta de respeto por el imperio y vigencia de las leyes.

 

   Por fortuna, los mexicanos están en pié de lucha y con el apoyo de nuestros gobernantes en los tres niveles, se enfrentan con gallardía y seguridad en el triunfo de la razón. Aunque más nociva que los sismos es la mega rapiña, que tendrá su merecido.

 

PARRAL HEORICO

NO SE ACHICOPALA

 

   Chihuahua, con ser uno de los Estados más vastos territorialmente, ha sido una de las entidades que la furia de la naturaleza a sido más benigna. No obstante Hidalgo del Parral ha recibido el más severo ramalazo de las compuertas de San Pedro que, sin decir ¡agua va!, la anticipó la lluvia de los próximos diez años, por lo menos.

 

   Pero es bien sabido que al heroico Parral y su gente, les vienen Wilson los problemas y, más que con la ayuda material de sus paisanos, sabrá sobreponerse como siempre con solo la simpatía y la admiración del mundo del que dice ser la mera capital. Parral no se achicopala, dicen los que han adoptado a Ciudad Juárez como su segundo terruño.

 

   Por lo demás, es de comentarse la solidaridad y ayuda sin límite que el gober Duarte ha dispensado a Parral, como lo ha hecho con todos y cada uno de los poblados mayormente afectados por los mentados huracanes.

 

LUZ Y SOMBRA DE

GESTIÓN DE TETO

 

   Una mini encuesta entre cafetómanos y huéspedes de los corrillos políticos acerca de lo bueno, lo regular y lo malo de la gestión del ingeniero Héctor Murguía Lardizábal como “presidente municipal de ciudad Juárez” durante el trienio que agoniza, pone de manifiesto que solamente en una cosa no lo podrá superar el nuevo alcalde Serrano: en bailar la “tetocumbia”.

 

   Pero hay otros aspectos, opinan, en los que le tendrá que sudar el copete al próximo alcalde para superarlo, o por lo menos igualarlo, como son los ciento y pico de tejabanzontes en otras tantas escuelas y la gran “Plaza de la mexicanidad” y la gigantesca X, sin escatimar el mérito que también le corresponda al gobierno del Estado.

 

   Aunque lo que se requiere es una verdadera y auténtica valoración y revisión crítica del trienio que fenece, tanto para consolidar sus aspectos positivos como para señalar los negativos y, sobre todo, para que sirva de guía a las futuras generaciones. Tarea que corresponde, por supuesto, a nuestros historiadores, analistas políticos y politólogos de fuste.

 

   Mientras tanto, quedamos en espera del esperado acto de  transmisión de poderes municipales juarenses.

 

¿BARRER Y TRAPEAR,

MERITO EN POLITCA?

 

   Quién puede negar que para permanecer disfrutando de las mieles del poder, o como decía el filósofo don Artemio Iglesias, para no bajarse del convoy aunque se vaya en el cabús o cola del tren, se requieren habilidades políticas, capacidad de servicio y, sobre todo, empeño en actualizarse y estar al día en política.

 

   Desafortunadamente subsisten todavía elementos que, lo mismo sirven para un trapeado que para un planchado o para un barrido que para un trapeado, políticamente hablando, y si no van a este puesto, van al otro y si allí tampoco encajan, van a cualquier otro. Este es un vicio que todavía obstaculiza la renovación del elemento humano en el servicio público.

 

   No hay nada más saludable en el sector público que abrir el cauce y las puertas a las nuevas hornadas de hombres y mujeres jóvenes junto con sus ideas y modernas concepciones del ejercicio del poder. Pero también no hay nada más difícil que hacer el recambio, el renuevo en la vida pública de un partido político y en general de un país. Remover la cochambre política tampoco es tarea grata.

 

   En esta tarea se encuentra inmerso el gobernador Duarte. No hay obra política o acto de gobierno más trascendente, aunque difícil, que fortalecer el poder con renuevos generacionales.

 

MEGACOLECTAS

 URGENTISIMAS

 

   La vecindad con el coloso del norte tiene muchas ventajas para los fronterizos, pero a lo mejor más desventajas, si consideramos que las ventajas que se derivan de vivir al lado del imperio yanqui son para los pocos y las desventajas para los muchos.

 

   En esto meditábamos ante la noticia del incremento de, otra más, “megacolecta”, pero ahora de basura y desechos electrónicos. El mercado vecino nos tiene invadidos de productos cibernéticos que se convierten en obsoletos de la noche a la mañana. Apenas si estamos aprendiendo a utilizar un celular, cuando ya nos están anunciando otro más moderno.

 

   Es cierto que los desechos electrónicos son más peligrosos que otros muchos. Pero también existen otras urgentísimas megacolectas que debemos poner en actividad sin perder tiempo. No existe ciudad pegada a la línea divisoria del norte que no esté infestada de desechos yanquis. Las llantas viejas afean e inundan las calles. Los carros viejos y los yonques le confieren un aspecto de basurero del Tio Sam a nuestras poblaciones fronterizas.

 

   Urge pues, agregar megacolectas a las ya existentes para limpiar nuestras calles de yonques, llantas viejas y demás utensilios de desecho que nos endilgan nuestros buenísimos vecinos.

 

LIBRETON

POLITICO

 

    Felicitaciones a Alejandro Domínguez y a Karina Velásquez, nuevos dirigentes del Tricolor estatal, quienes fueron confirmados por el Presidente de la Comisión Estatal de Procesos Internos Lic. Ramiro Cota Martínez a quien saludamos desde estas líneas.… Preocupado por la mega rapiña que acompaña a los mega sismos, el presidente Peña Nieto exhorta a los mexicanos a manejar con transparencia y honradez los doce mil millones de pesos que destinó a los afectados por las lluvias torrenciales… Leonel de la Rosa, al dejar la presidencia estatal del tricolor, debe sentirse satisfecho y orgulloso del fecundo desempeño en tan delicado y difícil cometido que le valió algunos enemigos, pero muchos amigos… Cuauhtémoc Cárdenas y Manuel López Obrador todavía no son cartuchos completamente quemados y ambos aspiran al mismo e inalcansable puesto. Ojalá y a “cuatemochas” no le repita AMLO la histórica frase de Muñoz Ledo: “si no soy yo, tampoco serás tú”… Dicen los que están adentro que el noventa por ciento de los integrantes del equipo de Enrique Serrano serán “caras nuevas” en la política. Veremos… Lamentable que nuestro presidente Peña Nieto perdiera la gran oportunidad de abordar la tribuna mundial de la ONU, sólo por quedarse a atender las urgencias nacionales provocadas por los huracanes… Un recuerdo afectuoso del doctor Andrés Hidalgo quien falleció el lunes pasado. Fundador de la Cámara de la Propiedad Urbana de Juárez al lado de Rogelio Tijerina y Enrique Alvarez… También se nos fue el profesor Chano Ostos Valenzuela, hermano mayor de los profesores Adán y Manuel Ostos Valenzuela. Los recordaremos siempre… Nomás eso nos faltaba, los temblores de tierra, de los otros, ya estamos acostumbrados. Los meoquenses preocupados de que no se les vaya a caer la única torre que tiene el Templo de San Pablo.

   (lom927hotmail.com)       

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Opinión

La corona que derribó al fiscal. Por Caleb Ordóñez T.

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Alejandro Gertz Manero no se fue por un solo escándalo. Su salida de la Fiscalía General es el cierre natural —y casi inevitable— de una historia acumulada durante décadas: un expediente no judicial, sino político, construido a fuerza de polémicas, enojos y decisiones que siempre parecían estar un milímetro antes (o después) del momento correcto. Una vida pública larga, tensa y llena de episodios que México nunca logró procesar del todo y que terminaron de golpe cuando la luz inesperada lo alumbró demasiado.

Para entender su renuncia, hay que regresar al principio. A 2001. A Puente Grande. A Joaquín “El Chapo” Guzmán desapareciendo como si el penal fuera un teatro mal montado. A un gabinete recién estrenado y a un secretario de Seguridad Pública —Gertz— que quedó tocado desde ese instante, aun cuando defendió hasta el cansancio que los penales no estaban bajo su control directo. Tenía razón en la letra, pero la política no se escribe con artículos constitucionales; se escribe con percepciones. Y la percepción quedó marcada: primera fuga, primer señalamiento.

Luego vendría “el caso familiar”, quizá el capítulo más corrosivo de su trayectoria. La denuncia por homicidio en contra de su excuñada Laura Morán y de su sobrina política, Alejandra Cuevas, terminó por convertirse en un espejo que devolvía una imagen poco favorecedora del fiscal. La figura jurídica de “garante accesoria”, que nadie encontraba en ningún código, la prisión de Cuevas, la reapertura del expediente cuando él ya era fiscal, y después los audios filtrados donde se quejaba del proyecto de sentencia de la Suprema Cort Ese episodio enterró la narrativa de imparcialidad y lo colocó en el centro del debate sobre el uso personal de la justicia. No su mejor capítulo.

Y sin embargo, tampoco ahí cayó.

Su paso por la FGR tuvo escenas memorables —algunas para bien, otras para museo del absurdo. Anunció con firmeza una cruzada contra la impunidad heredada: Odebrecht, Estafa Maestra, Pemex, la élite política del sexenio pasado. Era un fiscal que llegaba con autoridad intelectual: décadas de docencia, formación sólida en derecho penal, experiencia en seguridad y una convicción genuina de que el Ministerio Público tenía que recuperar su dignidad institucional. Ese punto —el positivo— hay que concedérselo: Gertz siempre habló de la Fiscalía como una institución que debía fortalecerse y, al menos en discurso, entendía la necesidad de autonomía y rigor técnico.

Pero entre lo que se quiere y lo que se logra suele haber un océano.

El caso Lozoya terminó convertido en una tragicomedia: el testigo estrella que prometía derribar a medio gabinete peñista terminó fotografiado en un restaurante, con un guion de colaboración que se desmoronó y un expediente repleto de promesas incumplidas. El famoso cheque de 2,000 millones de pesos, presentado en Palacio Nacional como “reparación del daño”, resultó más simbólico que real. Y mientras tanto, Rosario Robles vivió en prisión preventiva prolongada, exhibiendo el rostro más duro de la Fiscalía, mientras Lozoya parecía disfrutarse el fuero moral de la cooperación.

Su sello más polémico fue la justicia diferenciada. La exoneración exprés del general Salvador Cienfuegos tensó la relación con Estados Unidos; el intento de procesar a 31 científicos del Conacyt por delincuencia organizada levantó incluso carcajadas en los tribunales; los expedientes contra gobernadores y candidatos en temporada electoral alimentaron la narrativa de que la FGR olía más a estrategia que a proceso penal.

Y después llegó la guerra interna. El pleito con Julio Scherer, la batalla por el control de ciertos expedientes, las acusaciones cruzadas de extorsiones, venganzas y “operaciones sucias” mostraron una Fiscalía atrapada en el mismo laberinto político que juró superar.

Con todo, había una cualidad que incluso sus críticos reconocen: Gertz era persistente. Y conocía el aparato penal como pocos. Tenía método, obsesión por el detalle y una idea fija de orden institucional. No siempre funcionó, no siempre fue justa ni eficiente, pero era innegable que se trataba de un hombre que llevaba décadas pensando —de verdad pensando— en el sistema penal mexicano.

¿Entonces por qué renunció?

Porque la política no solo se derrumba por grandes actos de corrupción o colapsos institucionales. A veces cae por la presión inesperada del lugar menos imaginado. En este caso, una corona.

Todo estalló cuando México celebraba con júbilo el triunfo de Fátima Bosch como Miss Universo. Una mexicana ganando el certamen después de tantos años era un regalo para la narrativa nacional: orgullo, identidad, representación, el país hablando de algo luminoso por primera vez en semanas. Pero justo ahí, en plena celebración, comenzaron a circular los expedientes —sellados y empolvados en la FGR— relacionados con Raúl Rocha, presidente de la franquicia Miss Universo y vinculado en investigaciones mediáticas con presuntos contratos irregulares con Pemex.

La pregunta no era si existía una investigación. La pregunta era: ¿por qué se filtró justo ahora?

La respuesta implícita fue unánime: porque la FGR había perdido control interno. Porque intereses cruzados querían lastimar a la 4T. Porque la filtración no solo embarraba a un empresario, sino también a Bosch, la nueva joya mediática del país. Porque el triunfo, tan necesario en una nación saturada de malas noticias, se convirtió en combustible político en cuestión de horas. Porque México estaba celebrando una coronación, y alguien sacó un expediente que olía a guerra interna.

Eso, en Palacio Nacional, fue dinamita.

No se podía permitir que una victoria global, limpia y emocional, se convirtiera en pleito burocrático. Mucho menos cuando la Presidencia buscaba proyectar una nueva etapa institucional y evitar conflictos con la industria cultural y de entretenimiento que ya estaba devolviendo atención internacional al país. Gertz había sobrevivido a todo: a expedientes fallidos, a presiones, a audios filtrados, a críticas internacionales. Pero tocar un símbolo recién coronado fue otra cosa. Transformó un problema jurídico en un problema político. Y en México, los problemas políticos se resuelven de una sola forma: pidiendo renuncias.

El 27 de noviembre de 2025, presentó la suya.

Salió con un extraño nombramiento diplomático y un comunicado sin dramatismos, pero cargado de silencios. Fue la despedida de un fiscal que quiso ser reformador, que terminó siendo símbolo de poder concentrado y que cayó no por un caso penal, sino por una coronación que puso demasiados reflectores sobre sus polémicas.

Y así, la corona de Fátima Bosch terminó abollando algo más que el ego de los críticos: terminó abollando, también, el trono del fiscal más poderoso del México reciente.

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