A punto de cumplir 93 años de vida falleció la coreógrafa, fundadora y directora del Ballet Nacional de México (1949-1995), Guillermina Bravo.El Ballet Nacional de México, fundado por ella en 1949, marcó una pauta para la danza moderna.
La decana de la danza en México, autora de 57 coreografías con una trayectoria dancística marcada por su perseverancia y tenacidad, murió hoy en su casa de Querétaro. Cada una de sus propuestas coreográficas dieron vida a la danza profesional del país.
La discípula de Waldeen y bailarina de su grupo entre 1940 y 1945 formó a grandes figuras de la danza mexicana en su compañía nacional, artistas que recibieron de Bravo la actitud de observar e investigar, que ella, a su vez, asimiló de las primeras épocas de la danza moderna.
Sus primeras coreografías fueron catalogadas por los críticos de nacionalistas, luego vinieron los temas sociales, los mágico-rituales tomados de mitos indígenas, composiciones para solistas, piezas sobre el amor y la muerte, sin olvidar las propuestas didácticas.
Bravo dejó de bailar en 1960 para dedicarse exclusivamente a la creación coreográfica. Entre sus obras más memorables figuran: El paraíso de los ahogados (1960), Juego de pelota (1968), Sobre la violencia (1989) y Entre dioses y hombres (1991). La maestra construyó obras con una temática profundamente mexicana, siempre mostró interés por los acontecimientos sociales.
En 2006 anunció la desaparición del Ballet Nacional de México. Se dedicó por completo a fortalecer el Colegio Nacional de Danza Contemporánea, que creó desde hace 19 años en Querétaro, donde se imparte, además del bachillerato en humanidades, una licenciatura con cinco especialidades: ejecutante de danza, docencia, coreografía, investigación y producción escénica. Su ilusión fue lograr la profesionalización de la disciplina en Querétaro, con la finalidad de hacerla más accesible y con mayores recursos.
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