En medio de la expectativa y la tensión internacional, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha dejado en claro que su gobierno no tiene la intención ni la responsabilidad de detener al presidente ruso, Vladimir Putin, si decide aceptar la invitación para asistir a la toma de protesta de Claudia Sheinbaum el próximo 1 de octubre. Esta declaración, que surge en un contexto diplomático complejo, ha despertado una ola de reacciones tanto dentro como fuera del país, poniendo en el centro de la discusión las políticas exteriores del gobierno mexicano.
Durante la conferencia de prensa matutina del 8 de agosto de 2024, López Obrador abordó uno de los temas más polémicos en la agenda diplomática actual, la invitación al presidente ruso, Vladimir Putin, para asistir a la toma de protesta de Sheinbaum como presidenta de México. Ante las especulaciones y críticas, el mandatario fue enfático al señalar que México no tiene la obligación de detener a Putin, quien enfrenta una orden de captura internacional por su papel en la invasión de Ucrania.
“Nosotros no somos parte de la guerra, somos promotores de la paz”, afirmó López Obrador, dejando en claro que su administración se mantendrá al margen de cualquier acción que implique el uso de la fuerza o la confrontación directa con otros países, incluyendo aquellos con los que México tiene relaciones diplomáticas activas.
La invitación, que ha sido extendida a todos los países con los que México mantiene relaciones diplomáticas, ha sido interpretada por algunos sectores como un gesto de neutralidad, mientras que otros la ven como una falta de sensibilidad ante la crisis internacional que ha generado la invasión rusa en Ucrania. Sin embargo, López Obrador subrayó que el gobierno mexicano siempre ha mantenido una postura clara de no intervención y respeto a la soberanía de las naciones.
Las declaraciones del presidente mexicano llegaron poco después de que la Embajada de Ucrania en México emitiera un comunicado agradeciendo la invitación extendida al presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy. En el mismo comunicado, la embajada manifestó su esperanza de que México cumpliera con las obligaciones internacionales en caso de que Putin decidiera asistir al evento.
La mención a la “orden internacional de detención” refuerza la tensión que se percibe entre la comunidad internacional y los esfuerzos de México por mantener relaciones diplomáticas amplias y abiertas con todas las naciones. Para algunos analistas, la postura de López Obrador refleja un equilibrio difícil de mantener en un contexto geopolítico tan polarizado como el actual.
Durante la misma conferencia, también abordó las relaciones diplomáticas con otros países de la región, destacando los casos de Ecuador y Perú. En particular, el presidente señaló que las relaciones con estos dos países se encuentran en un punto bajo, debido a diferencias significativas que han surgido en los últimos años.
“No hay relaciones con Ecuador porque invadieron nuestra embajada, y con Perú tampoco tenemos buenas relaciones en este momento. Sin embargo, esto no significa que no respetemos a los pueblos hermanos de estos países. Es importante distinguir entre los gobiernos y los pueblos”, explicó López Obrador.
Este tipo de declaraciones refuerzan la complejidad del escenario diplomático en América Latina, donde las tensiones políticas entre gobiernos pueden afectar significativamente las relaciones bilaterales, aunque las conexiones culturales y sociales entre los pueblos continúen siendo fuertes.
La justificación de la invitación a Putin y otros mandatarios
Claudia Sheinbaum, quien asumirá la presidencia de México el 1 de octubre, y Juan Ramón de la Fuente, quien se perfila como el próximo secretario de Relaciones Exteriores, también han defendido la decisión de invitar a líderes de todo el mundo, incluidos aquellos de países que han sido objeto de controversia a nivel internacional.
En su conferencia del 7 de agosto, Sheinbaum y De la Fuente explicaron que la invitación fue enviada a todas las naciones con las que México tiene relaciones diplomáticas, subrayando que se trata de una práctica protocolaria habitual en el ámbito de la política exterior. De la Fuente insistió en que la decisión de invitar a mandatarios como Putin, así como a otros líderes controvertidos como los de Israel y Venezuela, no debe interpretarse como un apoyo a sus políticas, sino como un acto de cortesía diplomática.
“Es una práctica protocolaria que no implica una toma de posición política”, aseguró De la Fuente, intentando disipar las críticas que han surgido tanto en México como en el extranjero.
La invitación a Vladimir Putin para asistir a la toma de protesta de Claudia Sheinbaum ha generado un debate intenso tanto en México como en la comunidad internacional. Mientras que el presidente López Obrador insiste en que México no tiene la responsabilidad de detener al mandatario ruso, la reacción de otros países y las posibles implicaciones diplomáticas de esta decisión están lejos de resolverse.