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Abrazos a policías en Charlotte, iniciativa que no gustó a algunos manifestantes

Ken Nwadike lleva desde 2014 repartiendo abrazos gratis por todo Estados Unidos y recogiendo estas experiencias en YouTube y en Facebook. Ha estado en la maratón de Boston, en mítines de Donald Trump y en el homenaje a los policías asesinados en Dallas. Según explica en la página web de su iniciativa, Free Hugs, su objetivo es superar el miedo y el odio con ayuda de abrazos.

Por lo general, sus esfuerzos se reciben más o menos bien (al margen de alguna amenaza aislada de los seguidores de Trump, por ejemplo), pero no ocurrió lo mismo en Charlotte. El miércoles por la noche se unió a la tercera noche de protestas en la ciudad después de que la policía matara a disparos a Keith Lamont Scott, residente en este municipio.

Durante las protestas, Nwadike abrazó a dos agentes de policía. Tal y como se puede apreciar en el vídeo, que se ha visto más de 20 millones de veces en Facebook en menos de un día, fue increpado por algunos de los manifestantes, que le reprocharon un gesto que les pareció excesivo tras la muerte de Scott.

Nwadike insistió en que los agentes a los que había abrazado también eran seres humanos y que no habían matado a nadie: “Su uniforme no les convierte en un robot. Del mismo modo que tu uniforme, el color de tu piel, no te convierte en un criminal”.

“La gente está dolida y lo entiendo -explicó Nwadike a la CNN horas más tarde-. Creo que fue muy duro para ellos ver a un hombre negro abrazando a agentes de policía, lo que para mí no tiene ningún sentido”.

Esto ocurrió durante la tercera noche de protestas en la ciudad, donde se ha declarado el estado de emergencia y el toque de queda a partir de medianoche. También se supo al inicio de estas concentraciones que había fallecido el joven herido la noche anterior, sin que aún se sepa si ha muerto a manos de la policía o de otro civil. Esta tercera noche no hubo violencia y la policía no actúo ante la violación del toque de queda.

Además, otros manifestantes también tuvieron gestos hacia la policía, como esta mujer que agradeció a un agente que le estrechara la mano y conversara con ella, regalándole después una flor.

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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