Tal como se lo adelantamos, el ganador indiscutible de las elecciones fue el abstencionismo que alcanzará cerca del 70%. Esto significa que menos de una tercera parte de la población votó y que los gobernantes llegarán con el respaldo del 15% de la ciudadanía, más o menos.

Así se demostró que las millonadas que el Instituto Estatal Electoral le inyecta a campañas mediáticas, como la de Aracely Arámbula, no sirven para nada. La promoción del voto fue un rotundo fracaso.

Esto confirma que los chihuahuenses votan cada vez menos, pues en estas elecciones participaron aún menos que en las del 2010, por las razones que ya le explicamos: los partidos y los candidatos no representan a la ciudadanía ni a sus inquietudes.

El abstencionismo no parece ser ningún problema para la clase política. La apatía ciudadana les viene bien, pues aunque no participen, los impuestos y las multas se siguen cobrando por las buenas o por las malas. El que pierde es Chihuahua.

Dejaremos de nuevo la oportunidad de participar y de avanzar para mañana, mientras las ansiedades y el descontento de la ciudadanía se desahogan en “candigatos”, burros y perros que representan la parodia en la que se ha convertido nuestro sistema político. Ya nadie cree en el valor de su voto ni en la participación dentro de su comunidad, pues cúpulas partidistas están cada vez más distantes.

En el caso de Javier Garfio, ganó por el margen que se esperaba, ni más ni menos. Aunque algunos le aseguraban ventaja de 2 a 1 sobre Riggs, esto era irreal y acabó imponiéndose por 8 puntos, lo cual tiene un sabor agridulce.

Lo importante es que ganó, obviamente. Sin embargo debió sentirse la mano del aparato estatal para desmantelar a candidatos como Antonio López, quien hubiera sido una amenaza muy seria para el PRI.

Si Riggs que era un novato total logró acercarse peligrosamente, un candidato experimentado con un equipo profesional hubiera podido borrarles la sonrisa que ahora llevan.

Javier Garfio hizo bien en desconfiar de paleros y aduladores. Llevó su esfuerzo hasta el final y, como político profesional, no dejó que la soberbia ahogara su hambre de triunfo, por lo que luchó hasta el final como si las encuestas lo desfavorecieran.

Sin embargo, el apoyo que se dio a Riggs, a quien consideraban un pelele, causó una grave preocupación, no por el capital político que haya podido reunir este joven candidato, sino porque se notó el voto de castigo a una administración desgastada por los escándalos y el derroche de poder y a veces hasta de prepotencia.

Sin embargo, Miguel Riggs no merecía ser alcalde. Su campaña fue apenas más que una serie de improvisaciones, algunos de los principales santones lo abandonaron y no tuvo poderes “de arriba” que lo impulsaran. Aun así hizo un trabajo decoroso y acercarse tanto al candidato del PRI, siendo su primera elección, debería dejarle un leve sabor a victoria.

Riggs podría ser en el futuro un buen candidato. No tiene cola que le pisen, al menos de momento, y dio buenos resultados. Con mejores asesores y un poco más de experiencia podrá hacer un trabajo mucho mejor.

Pero con todo y estas pequeñas pero significativas derrotas, el PRI es el ganador indiscutible y los resultados demuestran que su apuesta y su método para ganar elecciones sigue siendo el mejor de los que hay, aunque muy perfectible, ciertamente.

El PRI recibe casi todas las críticas y el rencor de la ciudadanía por la simple razón de que lo gobierna todo. Cualquier mala acción de gobierno es achacable a ellos y aún con esto salieron a recoger bastantes votos.

Juárez, Chihuahua y Parral, la del orgullo, fueron para el PRI indiscutiblemente, pero el PRI sufrió la pérdida de Cuauhtémoc y Delicias, don llantas del carro completo que no logró. El proyecto de Reyes Baeza para unificar y fortalecer al PRI deliciense no resultó.

Sin embargo, el PRI recuperó Camargo luego de 15 años de hegemonía azul y, si no cambian los números, habría ganado cerca de 50 de los 67 municipios del estado como Villa Ahumada, Valle de Allende, Coronado, Belisario Domínguez, Gómes Farías, Gran Morelos, Guadalupe Distrito Bravos, Julimes, Matachi, Nuevo Casas Grandes, Praxedis G. Guerrero, Riva Palacios, San Francisco de Borja, San Francisco del Oro, Santa Barbara y El Tule.

Acción Nacional ganó, además de Delicias y Cuauhtémoc, en Coyame, Cusihuirachi, Santa Isabel, San Francisco de Conchos y Satevó.

En el caso del Congreso, al PRI le salió carísima la alianza con los partidos parásitos, que lograrán meter a uno y hasta dos plurinominales sin más mérito que ser “paleros”, pues aportan poco o nada a las campañas. Algunos consideran que hasta las perjudican.

Al PRI no le alcanzó para colocar dentro del “carro completo” a Daniela Garza del Distrito 17, Mónica Morales del 19, María Elvira González del 20 e Israel Beltrán Montes del 13.

Así, el PRI ganó en 18 distritos mientras que el PAN se impuso en cuatro, que si bien son pocos, son muy simbólicos, pues marcan una tendencia a pintar de azul algunos núcleos políticos del estado que el tricolor sentía ya suyos.

Así se impuso la experiencia y el “colmillo” de Maru Campos sobre Daniela Garza, y el fuerte respaldo de Ana Gómez Licón sobre Mónica Morales, quien durante la campaña recibió un fuertísimo golpeteo por los escándalos de su familia y ella misma.

A María Elvira González se la llevó la marea azul de Delicias que sacó a flote a Eliseo Compeán Fernández, mientras que en Cuauhtémoc la gente se mostró harta de tener a Israel Beltrán Montes en cada elección y prefirieron a Elías Humberto Pérez Mendoza.

Eloy García Tarín capitalizó el empuje del Municipio y venció de calle a la desteñida Sarah Fuentes Rascón. Teporaca Romero hizo a un lado a un ensoberbecido y protagónico Paco Navarro, mientras que Rodrigo de la Rosa también atropelló a Eduardo Heredia.

Así fue el reacomodo para Acción Nacional que se fortaleció en el centro  del estado pero perdió terreno en Juárez, donde el PRI se quedó con los distritos 3 y 4, que eran considerados bastiones del PAN. Antonio Andreu se lleva el mérito, pues hizo un gran trabajo.

A fin de cuentas el PRI logrará 18 curules uninominales mientras que las plurinominales las “regalará” a sus aliados con quienes le bastará para alcanzar la mayoría absoluta para garantizarle al gobernador César Duarte el control del Poder Legislativo durante su segunda mitad de mandato.

En suma al PAN le fue mal, pero no del todo mal, y al PRI le fue bien, pero no del todo bien. Ambos partidos tienen razones para festejar y para preocuparse, pues lo único claro es que los tiempos que vienen serán más reñidos y que la ciudadanía no ve con buenos ojos el control absoluto de un partido.

Desconocemos la intención de la pifia de Rodrigo de la Rosa y los candidatos del PRI que apenas arrancaba el conteo y ya aseguraban una victoria total en todo. Mintieron y la realidad les arrojó una cachetada de votos en contra.

Quizá lo más rescatable de la contienda electoral fue la tranquilidad con la que se desarrolló, pues más allá de los clásicos incidentes menores de toda elección, no hubo muertos ni brotes de violencia como en otras entidades.

Gustavo Madero hizo su papelito por que no lo dejaron votar, la “Chule” que tanto promovió el voto no apareció, pero a fin de cuentas los panistas reconocieron pronto su derrota, aunque María Antonieta Pérez anunció que probablemente impugnará. A puñaladas iguales llorar es cobardía, les recordaron los priístas, quienes no olvidan cuando el PAN volcaba toda la maquinaria federal a su causa electoral.

Héctor Barraza también dio la sorpresa y pese al voto cruzado superó a Sotelo con un arranque parejo que poco a poco fue marcando tendencia favorable para el perredista.

En el caso de Movimiento Ciudadano y el Partido del Trabajo, ambos lograron mantener su registro al superar el 2% de los votos y el PT incluso ganó la primera alcaldía en su historia, en Chihuahua: Manuel Benavides.

Hay mucho aún por analizar y bastante materia para reflexionar, pero hoy sabemos que el PRI mantuvo su poder, pero no fue fácil. El PAN parece recuperarse rápido de su hemorragia reciente y podría ser un rival poderoso para las próximas elecciones.