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Acepta Inmujeres que 91% de víctimas de violencia no denuncian, pero no que las llamadas sean falsas, como aseguró AMLO

Durante una reunión con diputadas de la Comisión de Igualdad de Género, la presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), Nadine Gasman Zylbermann, expuso que el confinamiento social por la emergencia sanitaria de COVID-19 ha evidenciado a la violencia de género como una segunda epidemia.

A causa de esta circunstancia se tomó la decisión de implementar una campaña de denuncia a través del número de emergencia 911, el cual tan sólo en el mes de abril recibió 400,000 llamadas relacionadas con agresiones a mujeres y de pareja.

Si bien aceptó que el 91% de las víctimas no solicita apoyo o no denuncia la violencia que padece dentro de su casa, no dijo que los llamados de emergencia fueran falsos tal y como lo había asegurado el presidente Andrés Manuel López Obrador en la conferencia de prensa del pasado 15 de mayo.

“No quiero decir que no exista la violencia contra las mujeres, no quiero que me vayan a malinterpretar. El 90% de las llamadas que se registran por violencia contra las mujeres son falsas”, sostuvo el mandatario. Incluso mencionó que eso “está demostrado”, pero no dio más detalles para explicar tal afirmación.

Las razones por las cuales las mujeres deciden no denunciar, explicó la funcionaria con base en los datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2016, son porque el 10% de ellas supone que no le van a creer; el 70% no lo considera importante; y el 20% restante teme a las represalias que puedan surgir.

Ante este panorama, la titular del instituto indicó que se han reforzado las acciones en contra de la violencia de género al interior de las casas de los 14 estados en donde se tienen los registros más altos de violencia y feminicidios. Además destacó que ante este desafío se necesita la coordinación entre el poder Legislativo y el Ejecutivo.

Puntualizó que desde el Inmujeres “nos esforzamos para que sepan que no están solas y que pueden pedir ayuda”. Por ello, planteó ampliar la capacidad de respuesta del 911 con el fin de que se pueda recibir, identificar, localizar y atender a mujeres víctimas de violencia.

Asimismo, puntualizó que se creó un directorio de servicios integrales y un mapa georeferenciado con información desagregada de las dependencias que brindan atención, la cual se buscará que se lleve a cabo durante las 24 horas en los siete días de la semana.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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