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Adiós a Juárez y Morelos de los billetes de 20 y 50 pesos

El Banco de México (Banxico) ya tendría listo el nuevo diseño de los billetes de 20 y 50 pesos para circulación nacional, con lo cual se completaría la más reciente renovación de la Familia G de papel moneda en el país, misma que se anunció durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.

Pese a que la presentación está programada para el próximo mes de septiembre, en redes sociales se filtraron y comenzaron a difundir los nuevos prototipos. Ante la divulgación de las imágenes de las dos nuevas piezas, sorprendió que en ambos diseños del papel habría ausentes.

De acuerdo a la información que se volvió viral, tanto Benito Juárez como José María Morelos y Pavón dejarían de ser el rostro de dichos billetes, le darían paso al cocodrilo mexicano, la reserva de Sian Ka’an en Quintana Roo, un ajolote y detalles de la fundación de México-Tenochtitlan.

En el caso del billete de más baja denominación, el de 20 pesos, el nuevo diseño hará alusión al Bicentenario de la Consumación de la Independencia de México.

El Benemérito de las Américas será sustituido por un momento histórico alusivo al proceso político y social por el cual la nación dejó de ser una colonia española y se volvió un país soberano.

Al reverso, donde actualmente se encuentra el sitio arqueológico de Monte Albán, ahora estará un paisaje protagonizado por el cocodrilo mexicano y la reserva Sian Ka’an de Quintana Roo, con lo cual se aludirá a la riqueza de los ecosistemas con los que cuenta México.

En tanto, se dirá adiós al color azul y ahora contará con rojo, naranja y verde. Ya que el color que protagonizó en dicha denominación ahora está en el billete de 500 pesos donde aparece Benito Juárez.

Mientras que en el caso del billete de 50 pesos, ya no estará la imagen de Morelos debido a que será sustituida por motivos de la fundación de la capital del imperio mexicana, México-Tenochtitlan. Lo cual concordaría con el aniversario de la caída de los aztecas a manos de los españoles, momento que fue rebautizado por el gobierno de la Ciudad de México como 500 años de resistencia indígena.

Al reverso, desaparecerán los acueductos de Morelia, Michoacán. Ahora será representado con el ecosistema de ríos, lagos y siembra que caracteriza a Xochimilco, la alcaldía al sur de la capital del país. Asimismo se tomó la decisión de que aparezca un ajolote, una de las especies endémicas nacionales.

En el caso de dicho billete, también cambiará de color, dirá adiós al color magenta que tiene desde 2013. De acuerdo a las imágenes que se difundieron en Facebook, ahora destacarán los colores café y azul.

A pesar de que en redes sociales circularon algunas imágenes y videos de cómo podrían ser los nuevos billetes de la Familia G, hasta el momento Banxico no ha confirmado dichos ejemplos ni se ha posicionado al respecto.

De acuerdo a algunos comentarios que se pudieron ver en internet, a los internautas les gustó el nuevo diseño, ya que predominan reacciones como “qué cool, ya quiero el nuevo billete”, “me alegra mucho”, “¿cuándo salen?”, “¿cuándo entrarán en circulación?”.

Conviene recordar que la familia G de billetes entró en circulación en 2013 y ha tenido diferentes modificaciones en sus billetes, ya que el papel moneda se ha adaptado a las diversas conmemoraciones que ha tenido la nación en los últimos años.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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