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Adolescente sufre derrame cerebral tras jugar videojuegos 22 horas al día

¿En qué momento un pasatiempo se considera una adicción? ¿Cuando se trastoca la rutina, cuando se afecta al entorno social? En este caso las consecuencias fueron aún más lejos: un adolescente en China sufrió un derrame cerebral tras jugar videojuegos hasta 22 horas seguidas.

La historia empezó apenas se decretó la cuarentena debido al coronavirus. En la ciudad de Nanning, un chico nombrado Xiaobin se desmayó en casa, para desconcierto de sus padres. El diagnóstico médico fue contundente: había sufrido un derrame.

Apenas los médicos indagaron un poco, las razones detrás del derrame salieron a flote: el adolescente de 15 años de edad llevaba semanas jugando videojuegos hasta 22 horas al día. Comía poco, dormía mal. Según los doctores, el daño no lo provocaron en sí los videojuegos, sino el estrés desproporcionado al que fue sometido su cuerpo por un periodo tan amplio.

Según lo contó más tarde la televisión china, desde que se impuso la cuarentena Xiaobin se encerraba todo el día en un cuarto con las ventanas tapadas. Le decía a sus padres que estudiaba y que atendía clases en línea, pero en realidad jugaba desde que despertaba hasta que lo vencía el sueño.

A la mala higiene del sueño se unió la alimentación descuidada. Las consecuencias del atroz régimen llegaron cuando el muchacho se desvaneció, para ser trasladado posteriormente al hospital.

Aunque sobrevivió, Xiaobin perdió el movimiento y la sensibilidad en buena parte de su brazo izquierdo y ahora acude a rehabilitación. La neuróloga que lo atendió en el hospital de Nanning no dudó en señalar como responsable al estilo de vida que adquirió el chico durante la pandemia:

“La principal razón para que tuviera patrones irregulares de alimentación y del sueño es porque no estaba en la escuela y porque los padres toleraron demasiado su comportamiento. La falta de nutrición y descanso condujo a una reducción en la cantidad de oxígeno y sangre en su cerebro y provocó el derrame cerebral”, declaró la doctora Li.

A pesar de que acude a rehabilitación, los médicos ignoran si el adolescente podrá recuperar al 100% las funciones del brazo izquierdo.

El diario Daily Mail señala que en China han florecido recientemente los casos de hikikomoris; el término de origen japonés designa a los jóvenes que rechazan los estudios y la interacción social fuera de casa, para concentrar la mayor parte del tiempo en sus cuartos, ya sea jugando videojuegos o recorriendo Internet.

En este caso particular, sin duda influyó negativamente la presión ejercida por la pandemia y el rígido confinamiento. No sería sorpresa que en los meses siguientes salgan a la luz más casos semejantes.

Fuente: Noticieros Televisa

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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