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Salud y Bienestar

Afectan várices a mayoría de la población: especialista

La incidencia reportada de insuficiencia venosa crónica es de 67.8 por ciento en la población total, alertó José Luis Camacho Carranza, médico especialista en angiología.

Camacho Carranza detalló que la edad promedio en la cual se reporta una mayor frecuencia del mal es a partir de los 47.7 años y el sexo femenino, con 55.8 por ciento de incidencia, es el más afectado.

El especialista estableció que las enfermedades venosas se encuentran entre los trastornos que con mayor frecuencia afectan a la población, tanto por sí mismos como asociados a otra enfermedad, siendo una causa importante de búsqueda de atención médica.

Camacho Carranza comentó que algunos de los factores de riesgo que pueden desencadenar una enfermedad venosa son la obesidad, el sedentarismo, la actividad laboral (permanecer mucho tiempo de pie o sentado), edad avanzada, embarazo, terapia anticonceptiva y de reemplazo hormonal, así como factores hereditarios.

El también cirujano vascular dijo que «la compresión puede ser usada para controlar la mayor parte de los síntomas de la enfermedad venosa aguda y crónica, limitar su progresión y ayudar a prevenir la trombosis venosa profunda en pacientes con movilidad limitada.

«Constituye el tratamiento más eficaz para la curación de úlceras venosas y es la piedra angular para el tratamiento de la insuficiencia venosa crónica».

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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